jueves, agosto 28, 2008

Un mal paso


La esplendida desnudez de Marisa Tomei sirve de introducción a "Antes que el Diablo sepa que has muerto", otra película monumental de Sydney Lumet, un clásico con más de 60 años de profesión a cuestas, dispuesto a morir con las botas puestas, rodando peliculones en los que demuestra que la genialidad no está reñida con la longevidad.

Philip Seymour Hoffman es un monstruo capaz de comerse cualquier cámara que se le ponga por delante. Este coleccionista de premios, se ha propuesto pasar a la historia como el mejor actor de su generación y ningún cliché físico será capaz de limitarle, de encasillarle en papeles menores o amables. Nadie como Seymour Hoffman puede interpretar a un personaje devastado por sus demonios, por una insuficiente culpa, por unos vicios que siempre acaban pasando factura.

Uma Karuna declaró hace poco que no podía resistirse a los hombres dominantes con exceso de personalidad. Los personajes que suele interpretar su ex-marido Ethan Hawke suelen ser todo lo contrario. Lo suyo parece una competición con Chris O'Donnell para ver cual de los dos es capaz de reencarnarse más veces en tipos completamente tontos. Este es otro trabajo regular, que le sigue condenado al ostracismo de los ídolos caídos de la generación X.

Hace 45 años, Albert Finney empezó a coleccionar nominaciones a los Oscars. Al final le caerá uno honorífico, puede que hasta postumo. Finney pertenece a una raza de actores que se curtieron en el viejo Hollywood y con los años aprendieron a ser viejos en pantalla, sin renunciar a buscarle ilimitadas aristas a sus personajes, poliédricos engendros capaces de todo por sobrevivir, antes de que el diablo venga a por ellos, a cobrarles las deudas pendientes por no poner precio a su inmenso talento.

Un mal paso te puede condenar al infierno, una mala adición de la que no puedes escapar y te lleva a buscar soluciones fáciles, a confiar en imbéciles que te conducirán al abismo. El mayor peligro está en nuestras cabezas, en la ausencia de culpa que llevará a Seymour Hoffman al final de la noche, a esconderse del demonio hasta poder demostrarle que es uno de los nuestros.

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