jueves, febrero 26, 2009

Chorreos y Telégrafos


Fue abrir la boca Boluda y venirse abajo todo. Un Madrid tosco y sin ideas salió trasquilado de su duelo con el mejor equipo de eliminatorias. En un partido aburridísimo, no se podría destacar nada en absoluto. Lo mejor de todo es no haber pagado ni un céntimo por verlo.

El papel de los equipos de nuestra liga en estos dos días ha sido lamentable, quitando el Madrid, todos los demás jugaban contra equipos menores y tampoco fueron capaces de derrotarles. No se pueden sacar conclusiones hasta el partido de vuelta, pero la imagen que han dado ha sido muy pobre.

El Madrid necesita unas cuantas capas de pintura, por mucho que gane 8 partidos de liga seguidos o golee al Sporting o el Betis de turno, todavía se están pagando los errores de planificación de los últimos años y el imperativo de tener que poner a Raúl de titular SI o SI.

Han sido demasiados años sin pisar los cuartos de la Champions y ni una victoria épica en Anfield nos hará pensar que tenemos posibilidades serias de levantar la orejona. El Madridismo crítico tiene una gran oportunidad de chorrear al otro, el de los forofos incondicionales de cualquier cosa que meta goles.

Nos esperan unos cuantos meses en los que reiremos, nos cabrearemos, disfrutaremos y hasta nos aburriremos con este Madrid de transición, previo al segundo Florentinato.

miércoles, febrero 25, 2009

Adictos a la condescendencia



Sentado, esperando para machacar, Rudy invocó el espíritu de Fernando Martín, que desde hace dos décadas sobrevuela todas las canchas donde un español bota un balón de baloncesto. Las lágrimas que derramamos aquella tarde de diciembre, sirvieron para bañarnos en el coraje y la ilusión de que algún día nosotros seríamos los más grandes en ese y la mayoría de los deportes de equipo cuyas reglas entendemos.

El paraíso no está exento de obstáculos, muchos son los que se cruzan en tu camino con la intención de minar tu moral, no valorar tus mates con el mismo rasero que a los miembros oficiales del stablishment, decir que Rudy lleva puesta la camiseta de Ricky Martin ...

El circo de la NBA lo es más que nunca en el fin de semana de las estrellas, ese que veíamos cuando eramos pequeños con la narración de Trecet, que nos lo vendía como algo retransmitido desde otro planeta, al que jamás nos invitarían porque no eramos dignos de pisarlo. Unos pocos pioneros (Trail Blazers) clavaron una pica en los todopoderosos States y el baloncesto profesional empezó a desangrarse, a perder su carácter divino para convertirse en kriptonita, nuestro coto privado de caza.

¿Merece la pena quedarse en la NBA? Habría que preguntárselo al Chacho, a Garbajosa o a Navarro. Los tímidos y siesos gestos de Pau en la presentación del All Star Game, son los de un español de pura cepa, de los que aprendimos en el colegio que los excesos gestuales y la sobreactuación conducían a merecidas palizas en los recreos y levantar demasiado la mano en clase era suficiente para convertirte en un paria social adolescente, de los que disfrutan saliendo a la pizarra y hablando en público.

Los Concursos de Mates están más amañados que el Pressing Catch, lo importante es que la grada se dio cuenta y se lo hizo notar con sus abucheos a los ineptos y corruptos miembros del jurado. Ya no quedan intocables en el baloncesto, el 2012 es el año en que ganaremos la medalla de oro olímpica. Esa noche Rudy no se acordará de los que puntuaron bajo sus mates, porque estará pensando en Fernando Martín, que seguirá velando por los intereses de nuestro basket desde el Más Allá, como lleva haciendo las dos últimas décadas.

martes, febrero 24, 2009

El Boxeador y una chica de Alcobendas


Tumbado en su poltrona, el Boxeador observa como aquella chica con la que se cruzó hace más de una década, se ha coronado como la actriz del momento, como la aspirante máxima al trono de la mejor interprete nacida dentro de nuestras fronteras. Nunca sospechó que una noche de febrero, sus destinos se volverían a encontrar, bajo los focos del Kodak Theater.

Él siempre fue un hombre de excesos, capaz de explorar todo lo abarcable, con la única exigencia del todo o nada. Desde la violencia más brutal hasta los caminos del pacifismo utópico, sus sentimientos a veces estaban tan vacíos como ese vaso de escocés que nunca vio lo suficientemente lleno.

Con ella aprendió el significado de los pechos con sabor a tortilla de patata, abrió los ojos para inundarlos de realidades insólitas, cruzó el charco por primera vez, para toparse con fundamentalismos que jamás abrazaría una guapa de barrio de Alcobendas. Con ella superó todos los complejos idiomáticos, se sumió en una espiral de drogas, sexo y compañeros de reparto que no siempre estuvieron a la altura del guión de sus sueños.

Cuando la noche se acababa y el sol amenazaba en el horizonte, un uppercut no era suficiente para vencer la tristeza de una realidad muy deficiente. Su ambición era insaciable, con ella solo valía ser el mejor: el segundo no era más que el primer perdedor.

Echaba de menos su casa, a su gente, todas las cosas que le convirtieron en lo que un día fue. Sus historias seguían teniendo la misma gracia, pero ya no quedaba nadie que las entendiera, nadie que estuviera ahí para reírselas. Regando el gaznate con Bourbon de Memphis, aún tuvo tiempo de acordarse de otros compatriotas que se dejaron la vida cruzando el Atlántico.

Él sabía que aquella chica llegaría lejos y que el día que lo hiciera, todos dirían que un día fueron sus amigos. Todos menos él, que siempre se obsesionó con seguir el camino más difícil, que solo quiso besar a las mujeres más adorables, elegantes y dulces: las que menos se parecían a él.

lunes, febrero 23, 2009

Bienvenidos a casa


No pudo ser, pero dio un poco igual. Ya hacía demasiado tiempo que el equipo llevaba dando tumbos a la deriva, en tierra de nadie. El Palacio tiene un color especial, es nuestra casa y no hemos vuelto a ser los mismos desde que la abandonamos por culpa de un incendio no del todo aclarado. El Palacio sabe a partidos europeos después de clase, a quedadas en la estatua de Gala, a palomitas con fanta naranja en el descanso, a forjas de amistades imperecederas ...

Un Estudiantes vestido de oscuro llegó más lejos que en los últimos siete años. Un cuarto del equipo (Brewer, Jasen e Iturbe) estuvieron en la final del 2004 y siguen dando guerra un lustro después. Ya no quedan casi canteranos, pero el "Chimpa" Suarez está mejor que nunca. La afición sueña con días de play-off y un retorno para siempre al Palacio.

La Copa es una sucursal de la "March Madness" de la NCAA, equipos de otra galaxia como Unicaja, Tau o el Barça, se enfrentan a los de la zona media, que aspiran a dar la sorpresa mientras acunan a la próxima estrella de nuestra multi-campeona selección de basket. Los más cenizos pronosticaron que la ley Bosman sería un cáncer para nuestros equipos nacionales, pero al final las selecciones han salido reforzadas y ahora nos sobran jugadores decisivos. Aquellos que se ganan minutos en la ACB están de sobra preparados para medirse a cualquiera a nivel internacional.

Pepu comenta el partido por la tele, mientras Scariolo toma notas desde la grada. El gran pecado del barbudo fue no querer pasar por el aro de Pepe Saez y da la sensación de que con Pepu si que hubiéramos ganado las olimpiadas. Casimiro se amasa los cabellos pensando en la vuelta a casa el próximo domingo, sopesa con inquietud el apretón de manos y las preguntas incómodas cortesía del Tío Pete.

13t pierde la cabeza por los rincones del Palacio, mientras las nuevas generaciones rememoran tiempos pretéritos, en los que los Martín, Norris, Jofresa, Creus o Pinone viajaban como titiriteros por la España profunda, para demostrar que existen pocos deportes más divertidos. En aquellos tiempos soñábamos con una selección campeona y veíamos boquiabiertos los partidos de una inalcanzable NBA.

Los Celtics ya no se pueden considerar campeones del Mundo, sólo de su decadente país. La cuna del baloncesto moderno se desplazó hace tiempo a tierras más orientales y hoy en día su epicentro reside en una mítica cancha en el sudeste de la almendra madrileña: El Adelfas Arena, en el que unos cuantos intrépidos inaugurarán en un par de semanas el apasionante curso baloncestístico 2009.

sábado, febrero 14, 2009

¿Debería ser la última?


Las luces de neón despiden el adiós definitivo de Clint Eastwood al oficio de actor. Hace años que el alcalde de Carmel decidió convertirse en autónomo para no tener que acatar las órdenes de otro. Su despedida tenía que ser a lo grande, con una película dogmática en la que nos enseñara un par de lecciones sobre la vida… y sobre la muerte.


Desde un suburbio cualquiera de una ciudad americana cualquiera, Eastwood cabalga por última vez para enfrentarse a su propia infelicidad. Un sentimiento de culpa ancestral le corroe por dentro mientras consume sus días de viudedad entre latas de cervezas y cigarros que enciende con su viejo mechero de la guerra de Corea.


Clint odia a los que son diferentes porque le recuerdan a si mismo, rodeado de orientales se siente un bicho raro, aunque sabe de sobra que se sentiría así aunque viviera rodeado de americanos de pura cepa. Está chapado a la antigua y desprecia a todos los que no comprenden unos códigos de honor tan caducos como necesarios para que su vida tenga un mínimo sentido.


Desde su porche se disfrazará por última vez de “Harry el Sucio” con el espíritu de un Quijote que nunca sonríe y al que le gusta hacer todo con sus propias manos. Su aprendiz esta vez será un nieto adoptivo oriental, al que le enseñará todo lo que necesita saber para sobrevivir en el siglo XXI con principios añejos pero efectivos, basados en el coraje y la dignidad.


El Ford Gran Torino que da nombre a la película es la obsesión del protagonista y el hilo conductor de una película de las de antes, de esas que veías cuando eras adolescente, de las que te dejaban pensando un rato en lo rápido que se mueve todo y en cómo hay personajes capaces de parar el tiempo con sus diálogos, con sus movimientos de viejo lobo solitario, capaz de convertir en mayúscula cada una de las películas en las que aparecen.


Esta vez la Academia no se ha rendido a sus pies y a nadie le importa. “Gran Torino” es un proyecto pequeño, decidido y rodado en dos tardes, que se sostiene con la interpretación y la maestría del último clásico del cine moderno. No hay quien pueda discutir que Clint Eastwood es el mejor cineasta que aún respira mientras leéis estas líneas.