lunes, agosto 11, 2008

Caladero Medallero (Infiltrado en las SOLFA-Olimpiadas I)


La clave de todo eran los aretes olímpicos que el Torete llevaba tatuados en salvese de decir la parte. Después de superar la barrera psicológica de los cinco gin tonics de Bombay Sapphire, todas las piezas del rompecabezas encajaban, estábamos en año olímpico y también año Pocacheo, así que era imprescindible que me embarcara en mi enésima misión de infiltración: La Operación Perrillo Pekinés.

Hacer coincidir las SOLFA-Olimpiadas con las otras, las de toda la vida, fue una hábil maniobra de los hermanos SOLFOS, pioneros en aquello de la recalificación de terrenos con infinitas plusvalías. Nunca echaríamos de menos lo suficiente el colegio de la calle Gomera, las oceánicas echas a base de bollos reciclados de Parda, ni aquellas tardes de baloncesto y salto de setos utilizando coches desvencijados en lugar de setos.

No sé por qué pelotas el buscador de Rumbo me mandó hacer escala en Moscú antes de aterrizar en Pekín. Lo que esta claro es que, como casi siempre, perdí la conexión, las maletas y acabé tirado en el aeropuerto de la capital rusa. En mala hora se me ocurrió llamar a mi viejo conocido Yevyeni, un ruso blanco (también llamado caucasiano) que en lugar de Kalua posee un helicóptero cortesía del gobierno de su buen amigo Putin.

En apenas una hora, el bueno de Yevyeni aterrizó en Moscu proveniente de su bien amada San Petersburgo. Pertrechado con una botella de Smirnoff en un brazo y otra de Absolut en el otro (por aquello de la apertura de ideas) me soltó un críptico: Vámonos de fiesta. Tomarse un copazo con el Kremlin de fondo, no tiene precio, pero por un momento sentí que me estaba saliendo del guión de la misión. Le hice un llama y cuelga al Espadachín y después de otros tres, se decidió por fin a pegarme un toque. Me comentó que estaba engrasando su sable en la Villa Olímpica y que ya estaba tardando en pasarme por allí, que estaba plagado de minas / gallinitas. Por una vez fui capaz de escapar a mis más bajos instintos, evitando la tentación de probar aquella noche los servicios de todos los burdeles moscovitas. Volví a la barra, le dije a Yevyeni que me iba al baño y no volví jamás.

No me convencía demasiado aquella chatarra de Air China que me llevaría a los Juegos de la SOLFA Amistad, pero como no había otra cosa, hice de tripas corazón y me metí un Kebab con gula, como si fuera el último alimento disponible sobre la faz de la tierra. No hace falta que diga que me pasé todo el viaje en el baño, rellenando tarritos de vinagre para aliñar los tallarines con cerdo agridulce.

Nunca he tenido una tendencia política clara, según la gallinita / mina que se me arrimara en cada momento, me podía afiliar a un partido u otro. No me acababa de convencer la Revolución Cultural de Mao,pero quién era yo para cuestionar cualquier sistema poco democrático que no comulgara con mi amada autarquía: Si no te gustan los principios de Caladero, Caladero adoptará otros que si que te gusten.

La desidia siempre fue mi amiga fiel, las tres palabras mágicas ("No me apetece") me libraron infinidad de veces de tener que pasar por el aro, de tener que comulgar con ruedas de molino, ingerir café con bollos caducados o tener que hablar en Lunfardo porque a mi jefe le saliera de los huevos llamarme Rodelaca para reivindicar a sus ancestros porteños: ¡¡¡ QUE YO SOY DE MADRID COPÓN !!!

Al llegar al remozado aeropuerto de Pekín, encontré un millón de caras iguales (¿serían chinos?) y alguna cara conocida. Los cuerpos de seguridad del estado podían haberse tirado el pisto y evitar que tuviera que compartir fragoneta con unos cuantos personajes que solo me recordaban la vez que me cosieron a balazos el día de la infausta cena de los diez anos. Allí estaban el equipo de baloncesto, balontiro y voley playa de la SOLFA Madrid. Mis intestinos empezaron a barruntar problemas ...

Continuará

1 comentario:

Anónimo dijo...

jaja, muy grande Caladero volviendo a la acción.
Me ha encantado eso de "rellenando tarritos de vinagre para aliñar el cerdo agridulce"...
Señor Fo.