lunes, enero 26, 2009

Angelina y Clint


Clint Eastwood no encontró un hueco para si mismo en "El Intercambio", sobrepasada la barrera de los 70, ya solo le quedan por interpretar papeles residuales que, por supuesto, bordará. En un mes disfrutaremos de la que tal vez sea su última actuación: "Gran Torino".

Como dice Boyero, el clasicismo envuelve por todas partes el cine de Eastwood, sobre todo en sus últimas películas, en las que se está hartando de reivindicar su versatilidad como director, su inmenso talento para llevar las historias de otros a la pantalla, haciéndolas suyas gracias a una manera única de dirigir actores, vaciándolos de su personalidad propia hasta el último fotograma del metraje.

La oscuridad lluviosa envuelve a la Angelina de "El Intercambio", una mujer abandonada tan poco creíble como cuando hacía de esposa ignorada en "El Buen Pastor". Su físico condiciona unas actuaciones por encima de la media, aunque se vista de madre angustiada de los años 20, Angelina siempre será una de las criaturas más deseables sobre la faz de la tierra.

Clint Eastwood conoce formas infalibles para meternos el miedo en el cuerpo, ya las utilizó en "Mistic River", despertando a los demonios y a los lobos que habitan en nuestro subconsciente más profundo. Cuando se junta con su colega John Malkovich, Eastwood es capaz de actualizar cualquier historia, sobre todo si está infectada de corrupción y mentiras.

En los últimos minutos del metraje, nos reencontramos con Geoffrey Pierson, el mismísimo Jack Malloy que daba la réplica al Señor Floppy en "Infelices para Siempre". Irreconocible bajo un renovador halo de dignidad, este actor reivindica como nadie la magia de Clint Eastwood, su capacidad para sacar lo mejor de cualquier intérprete y hacernos creer que cualquier historia ocurrió de verdad.

miércoles, enero 21, 2009

Rompiendo barreras



Fall Out Boy, comunmente abreviado «FOB», es una banda de Rock Alternativo de Chicago, que se formó en el 2001. El nombre de la banda se debe a un personaje de The Simpsons con el mismo nombre, conocido en España como Fision Boy.

El grupo ha cosechado varios premios y ha sido reconocido por su álbum debut "From Under the Cork Tree". Lanzado en el 2005, alcanzó la categoría de Doble Platino por vender más de 70.000 copias en su primera semana. Su promoción llevo a FOB de gira por todo Estados Unidos, Canadá, Japón y Europa.

En Febrero del 2007 lanzaron su segundo disco titulado "Infinity On High" y consiguieron despuntar en las listas de éxitos, llegando al número 1 en el Billboard y vendiendo más de 260.000 copias en su primera semana. El sencillo principal, "This Ain't a Scene, It's an Arms Race", alcanzó el número 1 en múltiples listas de hitazos. Para presentar el álbum, la banda tocó en el concierto Live Earth y otros muchos festivales de aquel 2007.

Hay algo que su lider Pete Wentz quiere dejar claro con su último disco, lanzado en noviembre y que lleva por título "Folie A Deux": su vida personal es cosa aparte. Así que en este nuevo material no hay que esperar escuchar canciones para corazones melosos, como uno esperaría tras la reciente paternidad de Wentz, fruto de su relación con la cantante Ashlee Simpson.

El bajista y letrista principal de la exitosa banda de rock decidió crear un álbum que superara la calidad y éxito de sus trabajos anteriores. Y parece que lo logró. Folie A Deux, frase en francés que significa algo así como "locura de dos", es un disco que permite sentir las emociones de Wentz, a pesar de que el músico se propuso no meter en los temas sus experiencias personales, como hiciera en el pasado. Su buen resultado es un desafio para los más escépticos.

miércoles, enero 07, 2009

Primeras impresiones de The Shield


Existe un territorio reservado para los antihéroes más excesivos: donde la noche se confunde con el día en la parrilla de Telemadrid, la cadena que pagamos y de la que tiramos todos los madrileños. Allí reside "The Shield", la tercera pata del mejor triunvirato de la historia de la televisión ("Los Soprano" - "The Wire" - "The Shield").

Las noches en las que el sueño no se atreve a visitarnos, podemos encender nuestras pantallas y enfrentarnos cara a cara con Vic Mackey, uno de los polis más chungos de la historia de la TV. Mackey lucha cada madrugada por no convertirse en un sucedaneo del Denzel Washington de "Training Day".

Algo se pierde en el doblaje, pero aún así los excesos parecen muy reales. La inmundicia y los crímenes son los mismos que ya vimos en otras series y pelis ambientadas en L.A. El tiempo no perdona ni a las grandes series, los primeros capítulos envejecen mal, pero hay maderos que no necesitan tecnología futurista para demostrar de que pasta están hechos.

En una América prerevolucionaria, Vic y sus chicos representan a todos esos guardianes de la ley sin escrúpulos que no dudarán en infringir serios correctivos cuando todo se convierta en caos y depresión. Sus métodos son tan poco ortodoxos como efectivos, hace años que cruzaron la línea y ya nunca podrán volver al otro lado.

En sus noches de insomnio Espe Aguirre toma buena nota del buen hacer de Vic Mackey, un Sheriff de Coslada a la americana, que cada finde reune a sus chavales para premiarles con una barbacoa de lo más completa, para ellos todo vale si se trata de detener a los malos, siempre que no tengan que detenerse a sí mismos.

martes, enero 06, 2009

Huyendo a los lados



La culpa fue de mis vecinos de arriba, hacían demasiado ruido y me acostumbraron a estudiar con música. Al principio era clásica, pero luego aprendí a ignorar las letras de las canciones. Todo empezó de una forma absurda, pero acabó derivando en una abstracción de la realidad.

Era fácil mantener una conversación oyendo, no escuchando. Las palabras tenían su propio ritmo y se mezclaban con el ruido ambiental. Siempre me aburrieron las clases, horas desperdiciadas en unas aulas donde podríamos haber sido felices, pero en las que nuestro único consuelo era encontrar un punto de referencia, algo que mantuviera nuestra atención todo el tiempo posible.

Por mucho inglés que aprendiera, todas esas letras no tenían ningún sentido para mi, daba igual que fueran elegantes o barriobajeras, estaba condenado a tararear foneticamente y no entender el mensaje que el cantante intentaba colarme.

En una noche nefasta, bajando por Doctor Esquerdo, el sonido de los claxones envolvía Madrid, como un manto protector que nos recordaba que no teníamos porque vivir deprisa, ni cumplir expectativas que otros pusieron en nosotros, pero que jamás serían nuestras.

Todas esas canciones que jamás escucharemos en directo, constituyen nuestro leitmotiv: la banda sonora de nuestros empates a cero, de las veces en las que no quisimos o pudimos hacer lo que teníamos que hacer. Nuestros remordimientos suenan a voz cazallera, a barras de bar castigadas por máquinas de discos infernales.

Entre melodía y melodía nos sumergimos en el sueño más profundo, el de la tranquilidad que precede a la tormenta. El mundo no estaba hecho para que nosotros lo cambiaramos, porque estabamos condenados a que él acabara transformandonos a nosotros.

lunes, enero 05, 2009

Colorido fugaz


Wong Kar Wai se sumerge en la mítica Ruta 66 de la mano de la aterciopelada voz de Norah Jones, la única capaz de hacer sombra a Alicia Keys en el trono de las cantantes/actrices ocasionales. El color es el ingrediente mágico del chino, la guinda de su pastel de arándanos, ese que nadie quiere y nosotros acabamos devorando, cuando el hambre aprieta a media noche.

En "My Blueberry Nights", un reparto plural se cruza en la vida de Norah Jones, para hacer que se descubra a sí misma y venza su inevitable miedo a no confiar en los extraños. La América profunda se inmiscuye en el insomnio crónico de Norah, cuyo único objetivo es comprarse un coche para poder volver donde empezó todo.

El inglés que interpreta Jude Law, desembarcó en los States pensando que allí todo sería más sencillo y, desde entonces, ha estado coleccionando momentos robados a la cámara de seguridad de su bar. La locura se encuentra con él cada noche y le perdona la vida, por culpa de una esperanza maldita que se consumió con el último cigarrillo que tuvo que fumar en la fría noche neoyorquina.

David Strathaim sueña con recuperar al amor de su vida, mientras la ve pasear a lo lejos, agarrada del brazo de dos tipos a los que partiría el alma a la menor oportunidad, por el mero hecho de pasar su tiempo con ella. Rache Weisz no sabía donde se metía, no eligió ser como es, atormentarse por culpa de una existencia poseída por el odio de lo que ya nunca más podrá alcanzar.

Natalie se aferrará a la última mano, en la que sabe que ya no puede perder. Cuenta los minutos que faltan para reencontrarse con su peor enemigo: su padre. Ya no podrá deshacerse jamás de su Jaguar, el único recuerdo que le queda de su progenitor. En una mala noche se bebió una baraja de cartas mojadas en bourbon, un coctel imprescindible para seguir sonriendo llegado el momento de reconocerte en los otros.