martes, diciembre 09, 2008

Lo que pudo haber sido


Ahora que Bernardo ya es historia, toca hacer un poco de leña con su sustituto, un sieso que hace como diez años - cuando entrenaba al Rayo - me caía muy bien, pero que después de su efímero paso por el Tottenham, no me convence como revulsivo, por aquello del fútbol y los estados de ánimo. Ojala me equivoque, pero Juande no es la solución, aunque será difícil que lo haga peor que Bernardo. Es probable que en unos meses sea historia y venga el que tenía que haber venido: Roberto Mancini, del que a continuación he plagiado vilmente una estampa que hace unas semanas apareció en fansdelmadrid.


Sobre Roberto Mancini como jugador no voy a detenerme demasiado. Dejo los juicios al gusto de cada uno. Fue un extraordinario futbolista, un fantasiasta y luego segundo punta de exquisita técnica y excepcional inteligencia táctica durante 20 años. Y lo fue en un calcio italiano que vivía momentos de esplendor; el dinero llegaba a raudales, los mejores entrenadores y futbolistas querían trabajar, y trabajaban en la serie A. Fueron también los tiempos de auge del 4-4-2 de Sacchi, que poco espacio dejaba a los jugadores de fantasía, muy a menudo obligados a jugar en banda.

Mancini debutó con 16 años en Serie A. Jugador de grandísima personalidad, tuvo diversos encontronazos con periodistas y entrenadores. De Mancini dicen que era un rebelde, también un tocacojones; pero no un rebelde al estilo Schuster, de estos que van por libre sin que nadie les haga caso. Un rebelde con un carisma fuera de lo común, un entrenador/jugador, un chaval con personalidad y lo más importante: capacidad e intuición. Mancini fue el típico futbolista al que se le esperaba un extraordinario futuro como entrenador. Y así fue.

Si como jugador Mancini quemó etapas a ritmo de vértigo, como entrenador más de lo mismo. Fue entrenador asistente de Eriksson durante algunos meses, en la Lazio. Luego se fue a Inglaterra a cerrar su trayectoria como futbolista. Al año siguiente, la primera llamada de prestigio. La Fiorentina de Vittorio Cecchi Gori (hijo bobo de un multimilionario que había fundado un imperio cinematográfico) acababa de echar al turco Fatih Terim y requería sus servicios a temporada casi acabada. Mancini, con 36 años, todavía no tenía el título de entrenador (el Supercorso de Coverciano, que luego obtendría con el máximo de la puntuación). Su elección causó escandalo en el país de los entrenadores, el que se jacta de la mejor escuela y tradición de directores técnicos del mundo. Las iras cayeron sobre Mancini, al que vieron como un recomendado y un sinvergüenza. Este odio se mantiene todavía hoy. Y es que en mi país la envidia es el pan de cada día. A nivel deportivo Mancini heredó un buen equipo, tranquilo en la tabla y en semifinales de Coppa Italia. El camino fue breve, pero bastante bueno. Clasificó al equipo para la final de Copa y la ganó. Primer título. Dirán: hombre, llegó y el equipo ya estaba en semifinales. Ya, pero los títulos luego hay que ganarlos. Un ganador gana, los demás buscan excusas.

Pero vientos gélidos empezaban a atenazar a la Fiorentina, y el caballo pronto se hizo ingobernable. Durante el verano la Fiorentina tuvo que vender casi todos sus activos, encontrándose practicamente en la antesala de una terrorífica quiebra. El dinero empezaba a escasear en Italia, los despilfarros y manías de grandeza de todo el calcio durante los años precedentes pasaban irremediablemente factura. La temporada empezó mal con un equipo roto, un club arrasado y un exigente público acostumbrado a las magias de los Rui Costa o Batistuta, que ya no estaban. Sólo quedaba una plantilla hecha de retales y futbolistas semi-retirados, y la cosa marchaba mal. Empezaron las contestaciones a Mancini, que llegó a ser amenazado por los aficionados (por arrogante, y por no echarle cojones, cómo no, ¡el poder de los medios y del populismo barato!). Después de 17 jornadas Mancini dimitió. Con Mancini fuera, la Fiorentina acabó de morir. Bajó a segunda, quebró y tuvo que volver a empezar desde la eccelenza (practicamente fútbol amateur).

Pero Mancini había dejado una interesante huella. La Lazio de Cragnotti, uno de los equipos que más dinero se había gastado y que más había ganado durante el lustro anterior, le llamó para que fuera el entrenador imagen del nuevo proyecto. Estamos en 2002 y hablamos de un proyecto, otra vez, perturbado por las vicisitudes económicas y el inminente y anunciado crack de Cirio (la multinacional del presidente) y de la propia Lazio. Muchos jugadores fueron vendidos; la Lazio se quedó con una buena plantilla, aunque bastante descompensada. Evidentemente ya no se trataba del poderoso equipo de finales de los 90 y principio del milenio. A esto le añadimos que la palabra clave fue "redimensionar". El ambiente desde el principio no se demostró el ideal para un entrenador sin apenas experiencia: el club estaba sin un duro, los sueldos no llegaban (meses y meses de retraso), los futbolistas empezaron a poner denuncias contra el club y amenazaron con no jugar si no se les pagaba. Más tarde el presidente Cragnotti fue arrestado y la Lazio puesta en venta con una deuda enorme, un agujero que crecía sin parar. El club cayó con estrépito en bolsa. La Lazio intentó pagar parte de los sueldos con acciones del club. Famosa es la frase de Stam (ex defensor de Lazio, Manchester Utd, Milan...): "cuando voy a hacer la compra no me dejan pagar con las acciones de la Lazio".

Lejos de arrugarse, se vio a Mancini en estado puro, empezando a demostrar su grandeza. Clase y elegancia fuera del campo, capacidad y habilidad táctica dentro del terreno de juego, fantástico psicólogo en el vestuario. La Lazio empezó a jugar el mejor fútbol , de largo, de la serie A, obteniendo resultados absolutamente inesperados. En su primera temporada en la Lazio ganó la Coppa Italia (segundo título como entrenador) y clasificó al equipo para la Liga de Campeones. Mancini gana reputación y es el primer entrenador de un club italiano nombrado manager general (a lo Ferguson). Le desmantelan otra vez el equipo, pero con el poco margen de maniobra que tiene (poco dinero) consigue rehacer la plantilla, dejando patente su ojo clínico. El segundo año de Mancini sigue las pautas del primero: equipo competitivo, corto, que juega al fútbol como los ángeles con combinaciones rápidas y mortíferas, máximo aprovechamiento de todos los recursos de la plantilla. 4-4-2 muy bien estructurado y trabajado. Equipo técnico, pero que no desdeñaba el físico. Hablamos de un once limitado, pero trabajadísimo. Gracias a Mancini y al juego virtuoso, alegre y equilibrado que supo imprimir a la Lazio, muchos jugadores se revalorizaron y pudieron ser vendidos por cifras razonables, aliviando un poco una situación dramática. La plantilla fue blindada por el entrenador ante todas las adversidades. Y las hubo, vaya si las hubo. Por cierto, Mancini coincidió en la Lazio con Valter di Salvo. Di Salvo era el preparador físico del primer equipo junto a Ivan Carminati. En la 2003/2004 Carlos Queiroz fichó al primero como preparador físico del Real Madrid. El segundo se convertiría en jefe de los preparadores físicos en el Inter de Mancini.

En su etapa lazial Mancini volvía a salir airoso de una situación comprometidísima, demostrando varias cosas: inteligencia extrema, personalidad para gestionar situaciones al límite de lo soportable, capacidades tácticas muy superiores a la media, versatilidad táctica, visión de futuro y concepto global de lo que debe ser el entrenador del nuevo milenio.Ni las envidias, ni los ataques furibundos de todos los entrenadores provincianos y de los medios pudieron con Mancini, que iba a más y ya estaba considerado el entrenador más prometedor de Italia. El Real Madrid de Florentino Pérez se interesó por Mancini tras el descalabro de Monaco y el final del corto trayecto de Queiroz. Finalmente eligieron a Camacho... no comment.

Pero la hazaña más difícil, el desafío más fascinante para Mancini estaba por llegar: levantar el Inter de Milán. Estamos en el año 2004, y todo el mundo augura a Roberto un breve y desafortunado futuro en una casa de putas como el Inter.

Durante el verano de 2004 Roberto Mancini ficha por el Inter de Milán, y Moratti convierte así en realidad un viejo sueño. Cuando Mancini llega al Inter el panorama es desolador. El club es gestionado de forma absolutamente caótica: infinitas direcciones generales, decenas de cargos sin sentido, todo el mundo opinando y nadie tomándose las responsabilidades; entrenadores de todo tipo que año tras año fracasaban sin remedio (Lippi entre otros, al que le dieron carta blanca). Una problemática plantilla de 40 jugadores malcriados, cuya abundante mitad era pura escoria de variedades y colores para todos los gustos. En fin, una casa de putas en toda regla.

Y sobre todo: 15 años sin ganar un título nacional importante, más de 40 sin un título europeo (las Uefas no me valen), una presión desmedida y los medios increíblemente carroñeros. Ya sabéis, los medios en Italia son casi todos de Berlusconi. 2+2=4. En Milanello siempre luce el sol, en Appiano Gentile (a pocos kilómetros) llueve. ¿Y cómo olvidarnos de los mangoneos de la premiada dupla Galliani (Milan) - Moggi (Juve)? Ésta la situación, sin duda un desafío importante y con el fuerte riesgo de quemarse para siempre.

AÑO 1 - Desde el principio Mancini intenta imponer un estilo futbolistico claro a un equipo que por lo que fuera llevaba desde Trapattoni (1989) sin una identidad específica. Claro, la plantilla era claramente inferior a la de Milan y Juventus. Los comienzos de Mancini fueron buenos, luego la cosa se estancó. Muchisimos empates, demasiados goles en contra... el equipo jugaba bien, era alegre y divertido. La plantilla tenía carencias: posiciones por cubrir, futbolistas importantes muy veteranos y castigados (Vieri, por ejemplo), otros simplemente malísimos (Couthos, Recoba...). Los fichajes de Mancini fueron bastante baratos y dieron resultados inmediatos: Stankovic, Cruz, Burdisso, Favalli, Mihaijlovic (estos dos gratis y de relleno). Los primeros dos siguen siendo jugadores muy importantes para el club. El año acabó entre polémicas, muy típico del Inter. Pese a todo, Mancini ganó la Copa Italia (la tercera como entrenador).

AÑO 2 - Es evidente que se ha hecho un buen trabajo y hay que perfilarlo. Pero nada, los fichajes que llegan son retales: Kili González, Verón, Solari, Figo... chusma veterana. También llegan, ambos pedidos por Mancini, un deprimido Walter Samuel (que volverá a ser colosal) y un desconocido portero brasileño llamado Julio Cesar (gratis). El Inter empieza ganándole la supercopa de Italia a la todopoderosa Juve de Capello. El equipo mejora y adquiere automatismos. Acaba la liga como un tiro, pero sigue habiendo demasiada diferencia de calidad. El inter es tercero. En Champions cae eliminado contra un Villareal muy bien plantado y afortunado. Otra vez el Inter de Mancini gana la Coppa Italia. A finales de año, tras explotar Calciopoli, se le reconce al Inter también el título de campeón de Italia.

AÑO 3 - Mientras el Inter seguía en competición, Moratti había llegado a un acuerdo con el técnico de la Juve, Fabio Capello. La noticia ve luz. Mancini ni se inmuta, a pesar de ser humillado públicamente después de devolverle las victorias (por modestas que fueran) y el juego al Inter. Tras explotar Calciopoli, Moratti se echa atrás y ratifica a Mancini. Finalmente accede a fichar lo que el entrenadorl e pide: un desconocido lateral izquierdo llamado Maxwell (que llevaba meses lesionado y llega del Ajax con carta de libertad), el lateral derecho del Monaco Maicon (6 millones), el mediocentro Vieira (de la Juve) y el delantero sueco Ibraimovic (de la Juve por 24 millones). La temporada empieza bien, con el Inter que gana la Supercopa Italiana por 4-3. De ahí en adelante, puro espectáculo de una maquina de guerra sin rivales. Un equipo físico, capaz de combinar bien, mortal en las jugadas a balón parado. Los rivales sufren para llegar a disparar desde 30 metros. El Inter es un sueño. En Champions las cosas se tuercen. En la eliminatoria contra el Valencia, los jugadores pierden los nervios, Mancini se equivoca planteando un partido con muchos ausentes forzados y no consigue arreglarlo, cayendo eliminados. Es una lección aprendida.. El Inter acaba ganando el scudetto con 97 puntos (¡¡97!!), con 17 victorias consecutivas, una sola derrota y rompiendo todo tipo de record.

AÑO 4 - El nuevo año parece ofrecer más de lo mismo. Los fichajes de Mancini son el versátil Chivu y el veloz delantero Suazo. El interés se centra en la Champions, esta vez toca. En noviembre parece que no hay dios capaz de parar al Inter, y sin embargo a Mancini le quitan meritos. Qué mala es la envidia. El presidente inexplicablemente flirtea con otros entrenadores. El juguete se rompe: las lesiones se suceden, y casi todas son de gravedad. Los dos centrales titulares se rompen los cruzados. Ibrahimovic entra y sale de la enfermería, en la que se quedaría encerrado durante los últimos 3 meses de competición. Vieira, Stankovic, Dacourt y Chivu fuera. Hablamos de 6 o 7 titulares. No hay día sin que a un jugador decisivo le pase algo. Mancini tira de cantera y de suplentes, por malos que sean. Saca un joven prodigio de la cantera: Balotelli. Lo mima, lo cuida, lo hace crecer, le da responsabilidades. El Inter no puede con el Liverpool en Anfield Road, tras jugar 60 minutos con un jugador menos, y resistir gracias a una excepcional fase defensiva. Dos tiros desde fuera (uno rebotado) en los últimos 10 minutos del partido echan al Inter de Europa. Mancini entiende que su presidente, ese que tan rápido se enamora como te echa una patada en el culo le busca relevo. Se filtra que desde antes que empezara la temporada Moratti tiene un acuerdo con Mourinho. El Inter como club se desmorona, incapaz, como de costumbre, de aguantar la presión. Pese a todo y con un equipo que no se queda en pie Mancini se erige en protagonista (a lo Capello), tira de habilidad y blindaje para cumplir el milagro y revalidar el título de liga ante una Roma que pisaba con fuerza. Pero no bastó: Moratti le destituye de mala manera para fichar a Mourinho. Visto desde cerca, y sin saber qué ganará, el portugués no es digno de besarle la suela de los zapatos al italiano.

¿Qué calificación poner a la experiencia interista? Sobresaliente. Mancini rehizo un club entero, dando la cara siempre y erigiéndose en factótum del club. En el Inter hubo un antes y un después de Mancini, muchísimos interistas siguen llorando por su marcha. Casi todos sus fichajes resultaron ser éxitos extraordinarios; dejen que subraye tres casi desconocidos que hoy están entre los mejores del mundo: Maxwell, Maicon, Julio Cesar (ese portero sí que le gustaría al Socio). Tres futbolistas sobre los que se cimenta el Inter de ahora y del futuro. Habría mucho más que contar.

Mancini ha crecido muchísimos en esos cuatro años en el Inter. Cuando eres capaz de demostrar tu habilidad táctica en una liga como la italiana, no hace falta nada más. Me meo de la risa cuando leo que nuestro entrenador tiene que conocer bien la liga Española. Mancini la puede estudiar con gran facilidad, porque es un estratega como la copa de un pino. Seguro que se complementaría bien con Di Salvo, ya que ambos trabajaron juntos. El trabajo físico adquiere un rol importante con Roberto, que además suele tener un cuerpo técnico muy amplio. Cada miembro del staff trabaja una parte del equipo de manera individualizada: uno para la defensa, uno para el centro del campo, otro para el ataque. De la parte técnico/táctica general se ocupa él. Los entrenamientos son exigentes, como con todos los entrenadores italianos. El día del partido se entrena por la mañana (si el encuentro es de noche). Mancini quiere ver a los jugadores bien despiertos, avispados, refrescando conceptos a pocas horas del match. La estrategia asume un rol esencial: el Inter de Mancini desbloqueaba muchísimos partidos a balón parado.

A nivel táctico hablamos de versatilidad. La defensa es de cuatro, con carrileros que suben mucho. Es una novedad, ya que en Italia suelen gustar laterales muy defensivos. La defensa de tres no la probó casi nunca. Arriba casi siempre se juega con dos delanteros, a ser posible que sean potentes (Vieri, Ibra, Cruz, Adriano, Crespo...). El centro del campo es una zona de máxima flexibilidad: rombo, doble pivote, 3 más un enganche. En el Inter jugó durante mucho tiempo con el rombo, luego pasó a 3 jugadores que básicamente ofrecieran equilibrio más un enganche con libertad. Eso sí, una mezcla de mucho físico con gotas de calidad. Eso permitía que los laterales subieran con gran libertad y los delanteros estuvieran frescos para abordar únicamente la fase ofensiva. Cuando el Inter ataca, lo hace en masa, pero con lógica. Si tiene la oportunidad saca sin problemas un mediocampo muy creativo: llegó a jugar durante meses con Verón como 5 (lo que fue Redondo en el Madrid, digamos). Le gustan los mediocentros completos: hizo de Cambiasso un jugador decisivo. Estoy convencido que se enamoraría de Sneijder. A los porteros les exige una cosa: que sepan salir del área y jugar con los pies. Odia los porteros que no salen. Fulminó a todo un mito como Toldo por esta razón, y prefirió a un portero de 37 años (Fontana). Hasta que le ficharon a Julio Cesar, muy atrevido en las salidas y sobresaliente con los pies. Las alineaciones se repiten muy poco. Se cambian jugadores y posiciones según el rival y el partido.

Planteando el partido se parece a Benítez: el estudio del rival es máximo.

Planteando los cambios se parece a Capello: la lectura y la eficacia son muy buenas.

Planteando los movimientos se parece a Lippi: el equipo debe manejar tácticas diferentes y saber ser camaleónico a lo largo del partido. Muchas variables, pues.

Mancini siempre le echa un ojo a la cantera y si ve algo que le gusta lo pone, aunque se trate de un chaval de 16 años. A su disposición tiene ojeadores privados de confianza que le aconsejan jugadores. O son muy buenos los ojeadores, o es muy bueno él; sea como sea, los resultados son fantásticos: dale el mando y confía en él.

Tiene carácter y ningún problema si hay que mandar a alguien a tomar por el culo, por mucho nombre que tenga (vease Figo o Adriano entre otros). El problema de la presión de los medios: si resistió a Mediaset, a casi toda la clase periodística que le odia, a los colegas entrenadores que no lo pueden ver, además de aguantar cuatro años en el Inter, creo que no tendría problemas en el Madrid.

Comunicación: habla con mucha propiedad y capacidad. No levanta nunca la voz. Si te insulta lo hace con tranquilidad y aplomo, así te quedas más contento y parece que te ha dado los buenos días. Cuando te das cuenta del insulto se acabó la rueda de prensa. Si hay que responder no se arruga.

Y voy acabando este trabajo, que tenía que ser bastante más corto. Ya sé que Mancini tiene un importante lunar que es la Champions League. ¡¡Pero tiene 43 años y todas las capacidades de este mundo!! No hay otro entrenador con más futuro, más conocimientos, más talento y mejor currículum siendo tan joven. No hay otro que reúna tantas condiciones positivas. No olvidemos otro detalle: la clase y la elegancia. Este hombre está hecho para sentarse en nuestro banquillo. Sí, sí, ya sé que parecen tonterías, pero se empieza descuidando estas cosas, perdiendo las formas, y se acaba con gente como Camacho, Calderón, Mijatovic... o Schuster, al que sólo le falta poner en orden la cavidad nasal durante el partido. Bueno, ya se lo he visto hacer al bueno de Bernd.

Y otra vez se habla de Wenger, un tío que nos ha rechazado mil veces. ¿Existe un limite de humillaciones? ¿Qué ha hecho Wenger en mil años que lleva entrenando? Tiene casi 60 tacos y sigue ahí, con su tres Premiership de siempre (la última es de hace 4 o 5 años) y sus jóvenes, con los que no se come nunca un colín. Si Wenger fichara por el Madrid lo haría para jubilarse. Ya está bien de Wenger y de humillaciones. Un poco de dignidad. Cada vez que leo el nombre del francés me dan ganas de vomitar. Si hay un entrenador limitado y que odia al Madrid, este es Wenger. Me soprende el amor ciego que le tiene gran parte de la afición madridista. De verdad que no lo entiendo, ni que fuera el mejor entrenador de todos los tiempos.

¿Luego quién? Capello, Lippi, Hitzfeld... pero sobrepasan los 60. ¿En qué nos queremos convertir? Son hombres para poco tiempo. ¿Ancelotti? Es un hombre que no me ilusiona, aunque ha mejorado mucho. Pero digo una cosa: no metamos en nuestra casa a otro milanista. Sólo llevan problemas, en serio. Además, no vendría. ¿Benitez? Sí, pero: ¿vendría? Benitez ya le ha dado mucho al fútbol español. Me gustaría alguien que pudiéramos sentir como nuestro. A Benitez siempre le voy a ver como el ex entrenador del Valencia en España y del Liverpool en Inglaterra.


Lo único que no me convence de Mancini es su inquietante parecido con Luis Casimiro.

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