sábado, diciembre 06, 2008

Lady Halcón



Philippa Brown es una orgullosa Kiwi de 27 años y el máximo exponente de la música All Black. Si alguien recuerda algún otro grupo o artista neozelandés que lo diga. Su música bebe de las fuentes ochenteras y da la sensación de sumirse en el túnel del tiempo, con nostalgia y sensación de deja .

En su infancia a Pipa se le diagnosticó un trastorno cercano al autismo que condicionó para siempre su relación con el mundo exterior y que la acabaría convirtiendo en una artista diferente, especial por rara. En la música no hay nada nuevo, las referencias e inspiraciones vienen siendo las mismas desde hace décadas, la gracia está en copiar haciendo creer que se está haciendo algo diferente.

Los telefilmes baratos marcaron nuestra niñez y la de Philippa, los sintetizadores marcaban el ritmo de un Rocky en busca de su siguiente desafío con el mundo. No se si llegamos a aprender algo de todo ese cine de sobremesa que vimos, las hombreras desaparecieron y las americanas blancas de Sonny Crockett dieron paso a una década de los 90 en la que seríamos ligeramente menos felices, la adolescencia nos esperaba a la vuelta de la esquina.

Evolucionar sin renunciar a nuestra esencia es complicado, sobre todo si casi todo sigue siendo igual o muy parecido. Hay ocasiones en las que se impone cortar por lo sano, irte al otro lado del mundo y probar suerte. Al principio lo pasas mal, no conoces a nadie, pero si eres medio autista, eso no importa demasiado. De sus periplos por las otras islas de la Commonwealth, surgió una nueva Felipa, que echaría a volar para siempre con el nombre de Ladyhawke.

Su canción "Crazy World" podría ser la banda sonora perfecta para los días inciertos que vivimos ahora. Sumidos en una crisis mundial de dimensiones bíblicas, lo único que nos queda es refugiarnos en la música, en esa que nos recuerda que el mundo está todavía más loco que nosotros y que no descansaremos hasta encontrar la última inquietud, esa que nos haga hundirnos y nos reflote como ese corcho que siempre supimos que eramos, pero que nunca nos atrevimos a aceptar como parte de nuestra naturaleza.

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