Estas líneas las escribe un Muchacho al otro lado del Océano para confirmar que sigue vivo y que ya nieva menos, en concreto dejó de nevar el mismo día que empezó, lo que si que hace es un frío gélido que se te cala por los huesos y no te deja permanecer en la calle durante más de 10 minutos. Creo que ayer estuvimos por debajo de la barrera psicológica de los -20º.
sábado, enero 27, 2007
How're you doing? Nada nuevo bajo el sol
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martes, enero 23, 2007
Palos, palitos y palotes
Llegas al otro lado del charco y te encuentras que caen unas cosas blancas del cielo, parece pelusilla, pero a tu lado alguien te confirma que es nieve. Por primera vez desde hace tiempo estás por debajo de la barrera psicológica de los 0º.
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domingo, enero 21, 2007
El año que trafiqué con los Lakers
#17 Andrew Bynum
El debutante más joven de la historia de la NBA está llamado a ser el heredero de la estirpe de pívots legendarios que han lucido la camiseta púrpura y oro. Esta temporada se ha hecho un hueco en el quinteto titular y seguirá aplicando en la cancha las enseñanzas de su gurú Kareem. Sin duda, uno de los centers con más futuro de toda la competición.
#7 Lamar Odom
El jugador favorito de Daimiel se ha conjurado este año para hacer una temporada espectacular y así poder dedicársela a su hijo recién nacido que murió el verano pasado. Si se recupera bien de las lesiones, puede ser el mejor escudero posible para Kobe y el vértice perfecto para el triángulo ofensivo del tío Phil, que cada vez que le ve no puede evitar acordarse de un tal Scottie Pippen.
#4 Luke Walton
El hijo de Bill Walton se ha ganado un puesto en el quinteto inicial y cada vez es más importante para el equipo. Supo alejarse a tiempo de la senda de la perdición a la que estuvieron a punto de conducirle las malas compañías femeninas. Está dispuesto a devolverle a los Lakers lo que su padre les quitó en los 70 y los 80. Sueña con que algún día su foto este colgada junto a la de su progenitor en el Hall of the Fame.
#24 Kobe Bryant
A sus 28 años, el mejor jugador de la liga lleva ya más de una década en la NBA y no ve la hora de volver a ganar un anillo. La mística del 24 le ha convertido en el que más camisetas vende y le ha liberado de parte del peso del equipo, que ahora comparte con unos cuantos más. No descansará hasta que consiga el MVP y pueda restregarle su éxito a los que alguna vez dudaron de él.
#1 Smush Parker
El año pasado Phil Jackson se sacó de la manga a esta reencarnación de Ron Harper, que de ser un completo desconocido sin hueco en la NBA, pasó a tomar las riendas de los Lakers. Un base sin ansias de balón, al que no le importa su rol secundario, siempre que, cuando nadie se lo espera, pueda deslumbrarnos con sus destellos de calidad.
#54 Kwarme Brown
El hombre de las manos pequeñas se ha reencontrado consigo mismo en L.A. Phil Jackson le ha recuperado como jugador y como persona. Al fin se parece a un poco al jugador que prometía cuando los Wizards de Jordan le eligieron con el número 1 en el draft de Gasol.
#43 Brian Cook
Titular en ausencia de Odom, este discípulo de Terry “Foreman” Mills le está perdiendo, poco a poco, el miedo a la pintura y se está convirtiendo en una pieza importante en el engranaje de los angelinos. Junto con Walton, forma parte de ese duo de rookies que vivieron en sus carnes el descalabro de la “Comunidad de Anillo” en el 2004.
#6 Maurice Evans
Este trotamundos ha aterrizado en Los Angeles como uno de los fichajes clave de los Lakers. Su rol consiste en dar algo de descanso a Kobe y echarle una mano en tareas ofensivas, sin hacer mucho ruido pero clavándolas donde más duele.
#5 Jordan Farmar
Orejudo rookie venido de la vecina UCLA. Es la clase de playmaker puro que cualquier equipo necesita para mejorar la circulación de la bola en los momentos importantes. Phil Jackson le está dando muchos minutos, sabedor de que en los próximos años se convertirá en un jugador fundamental para los Lakers.
#2 Aaron McKie
Aporta grandes dosis de veteranía a un equipo muy joven, en el que ejerce de padre espiritual y recitador de frases lúcidas en las ruedas de prensa. Llegado desde la costa Este, ha venido a cerrar una inteligente carrera deportiva a la luz de los flashes hollywoodienses y cobijado bajo la sombra de Jack Nicholson. Futuro miembro del staff técnico.
#31 Chris Mihm
El “sustituto” natural de Shaq está pasando un calvario de lesiones que le están dejando toda la temporada en blanco, viendo desde la grada como Bynum, Brown y Turiaf hacen que nadie se acuerde de él. Más pronto que tarde acabará saliendo del equipo.
#10 Vladimir Radmanovic
El balcánico eligió para cambiar de acera una de las pocas temporadas en la que los Clippers acabaron por encima de los Lakers. Su look de naufrago no le ha dado demasiada suerte y está siendo mucho menos importante de lo que se esperaba cuando firmó un contrato millonario con los de la fiebre amarilla. Como la psicología del Maestro Zen no consiga rehabilitarle, se convertirá en una codiciada moneda de cambio.
#21 Ronny Turiaf
Este francés de la Martinica es uno de los favoritos de Phil Jackson, porque, aunque no tiene mucha calidad, siempre lo da todo sobre el parquet. El año pasado tuvo que pasar por el quirófano para operarse de lo de Robert Horry y lo de Karanka, por lo que se perdió su temporada de rookie. Los Lakers no dudaron en renovarle y este año se lo está agradeciendo a base de esos intangibles que todo equipo necesita para ganar partidos.
#18 Sasha Vujacic
El esloveno está perdiendo mucho protagonismo esta temporada. Farmar, Parker y Evans se están comiendo sus minutos. Empieza a pensar en cruzar el charco de nuevo, le han llegado noticias de un equipo de la Costa Brava en el que pagan bien y podría vivir como un rey.
#3 Shammond Williams
Un hombre enamorado que decidió cruzar el Atlántico, cambiando un Barça en el que era una figura por unos Lakers en los que es el último mono. Su novia cheerleader de los Heat merece eso y mucho más. Todo un ejemplo en la cancha y fuera de ella.
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sábado, enero 20, 2007
Pequeña obra maestra
Las autopistas americanas están asfaltadas con celuloide, los carteles verdes y los lemas estatales de las matrículas nos anuncian que la vida es una road movie en la que cada noche pararemos en un motel de carretera, de esos en los que puedes aparcar en la puerta y las paredes son de usar y tirar.
"Pequeña Miss Sunshine" es la historia de una familia disfuncional que empuja la furgoneta de un destino fatídico y sensacional. En el camino vivirán decepciones, peripecias estrafalarias y perderán lo poco que les queda. Cuando peor están las cosas le echarán un par de huevos, lloraran, reirán y permanecerán unidos por los lazos invisibles de los abrazos de la niña protagonista.
En una sociedad en la que parece que siempre tiene que haber vencedores y vencidos, esta película nos vuelve a recordar que, por muchos dolares que haya en juego, al final lo más importante es no dejar de ser uno mismo.
Que bueno es el cine independiente americano cuando es bueno ... y viceversa.
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viernes, enero 19, 2007
Burdeles de San Petersburgo
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jueves, enero 18, 2007
Doctora Quinn
Poco después de comenzar mis días de becario en un zulo de una "gran" empresa de nuestro país, un gerente venido del frío se dignó a hacer una visita a nuestra oscura mazmorra, y mientras nos soltaba una charla hizo mención a esa doctora de la tele que parecía capaz de solucionar todos los problemas de la vida.
- ¿Cómo se llamaba esa serie?, que ya no me acuerdo.
- La Doctora Quinn - Me atreví a decir yo, para sorpresa de mis inmediatos superiores.
Es innegable la fascinación que despiertan algunas galenas, tanto en las series televisivas como en la vida real. No hay más que encender la caja tonta de vez en cuando para cruzarse con una de estas sanadoras, seguramente en alguna de las muchas series de hospitales que inundan las pantallas de nuestros televisores.
Para cerrar el ciclo encubierto de actrices nacidas en el 79, hoy tenemos entre nosotros a Jennifer Morrison, que interpreta cada martes a la tierna y eficaz doctora Allison Cameron en la serie "House".
Esta atractiva doctora televisiva nació en Chicago y, como buena hija de profesor, siempre fue una estudiante modelo. Miembro destacada del equipo de animadoras de su High School, se rumorea que estuvo a punto de ser reina del baile y todos esos honores de los que tanto hemos oído hablar en los culebrones de adolescentes americanos, que tanto marcaron a fuego nuestra pubertad.
Cuando tenía unos diez años compartió portada de Sports Illustrated con el mismísimo Michael Jordan, toda una premonición para la fulgurante carrera de esta estudiante de la Universidad de Loyola, donde se graduó en la especialidad de teatro.
Desde el comienzo del milenio Jenny ha aparecido en unas cuantas series, a parte de "House" la más interesante tal vez sea "Dawson Crece" y hasta le han dado unos cuantos papeles en el cine. Habrá quien la recuerde como una de las ayudantes de Angelina Jolie en "Sr y Sra Smith".
Según un interesantísimo estudio antropológico que salió a la luz la semana pasada, los hombres no las prefieren rubias ni morenas, sino esbeltas. Jennifer Morrison es una de esas bellezas menudas, con escasas curvas y de rostro angelical, que esconden infinitos quebrantos tras su apacible sonrisa.
Esta modosita doctora seguirá unas cuantas temporadas dando su dulce réplica al recalcitrante House, con la esperanza de no encasillarse demasiado y demostrar que hay vida más allá de las series de médicos.
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miércoles, enero 17, 2007
Cruzar la línea
El Kazajo Borat se infiltró en el corazón de la América profunda para aprender dónde reside la grandeza del país más poderoso del mundo. El resultado es un falso documental en el que este bigotudo, a lomos de su furgoneta de los helados, explora una cultura tan preeminente como decadente, volviendo a casa por Navidad con la banda sonora de "Cowboy de Medianoche" y un nuevo orificio vital.
Durante toda la cinta, el funambulista bigotón pasea sobre esa delgada línea negra que separa lo gracioso de lo desagradable. "Borat" esconde tantas carcajadas como momentos en los que es obligado mirar para otro lado. Este Paco Martínez Soria del siglo XXI se ha coronado con una película que ha levantado ampollas entre los yankees y los kazajos.
En la tierra de lo políticamente correcto, da gusto ver como Borat pone a prueba la paciencia norteamericana y el asco que les da a algunos de ellos que el bigotudo les salude con dos besos en las mejillas. De momento, su protagonista se ha llevado el Globo de Oro al mejor actor de comedia, por una gamberrada que bien podría haber firmado Manolo Summers en sus años dorados.
La Dulcinea de Borat es Pamela Anderson que protagoniza una genial escena del final, en la que no sabemos si está actuando o lo que vemos es un pedazo de la realidad, algo que ocurre a menudo durante toda la película.
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martes, enero 16, 2007
Hasta en la sopa
"Una vez estuve de vacaciones en las islas vírgenes. Conocí a una chica. Comimos langosta y bebimos piña colada. Al atardecer hicimos el amor como nutrias marinas. Ese fue un día bastante bueno. ¿Por qué no puedo tener ese día una vez y otra y otra ...?"
Mis padres siempre pensaron que era importante que aprendiera idiomas desde pequeño. En la EGB no se empezaba a estudiar inglés hasta sexto curso, así que desde los 7 a los 17 estuve yendo a clases en academia.
Cuando tenía unos 15 empecé a ir a una que estaba fuera de mi barrio, allí coincidí con unas cuantas chicas, que en conjunto daban una proporción de féminas muy superior a la que yo estaba acostumbrado en mi supuestamente mixto colegio.
Con lo lechón que era por aquella época, estaba desbordado ante tamaña variedad de féminas. Las había rubias, morenas, pelirrojas, altas, bajas, de mi edad, mayores, guapas, feas ... Era difícil quedarse con una sola, más que nada porque no había ninguna que fuera especialmente deslumbrante.
A la salida de una de esas clases, acompañé al bus a una de las chicas con la que apenas había hablado jamás. En el camino descubrí que era un encanto, me habló de sus historias y en apenas 10 minutos la conocí mejor de lo que muchas veces se conoce a gente con la que coincides en clase durante años. Me quedé con ganas de más.
Una década después, sigue siendo una de las chicas más majas que he conocido y, además, estaba bastante buena. Después de acompañarla aquel día, creo que la vi un par de veces más en clase y no volví a saber de ella. Ni que decir tiene que hoy en día no la reconocería si me la presentaran de nuevo, más que nada porque no recuerdo ni su cara ni su nombre.
Pocos años después de dejar aquella academia, empecé a explorar la vida nocturna. Una de esas noches reconocí una cara familiar entre la multitud, era otra de mis compis de academia, una con la que coincidí un par de años y cuyo nombre tampoco conseguía recordar.
Como no teníamos gran cosa que decirnos, hicimos como si no nos conociéramos y seguimos a otra cosa. Creo que aquella época era en la que parábamos mucho en Elite, así que me la volví a encontrar unas cuantas veces, con idéntico resultado.
Aunque siempre iba acompañada de un grupillo de amigas, había una morena de rizos que era una fija. Supongo que hasta alguna vez se me pasó por la cabeza decirle algo, pero no lo hice, porque no me caía bien y/o no iba lo suficientemente chuzo las veces que me la cruzaba.
Aquel verano pasó y empezamos a frecuentar el Cats, al poco tiempo la vi por allí con su amiga de rizos. Una casualidad como otra cualquiera, no había que darle mayor importancia.
También tuvimos una época de Pacha, en la que nos codeamos con lo más granado del pijerío madrileño. Efectivamente, allí también me la encontré con su amiga rizosa.
El tiempo pasaba, íbamos dejando garitos atrás en el horizonte: Down, Gatsby, La Siesta, Valmont, Heat, Tequila, Chesterfield, Black Jack, Living, Tex Mex ... Todos esos sitios tenían una sola cosa en común: en todos ellos alguna vez me encontraba a mi ex-compi de inglés cuyo nombre no recordaba y a la que no me apetecía saludar.
En un momento de lucidez etílica, llegué a la conclusión de que o era el destino o es que esa tipa me perseguía. Teniendo en cuenta que jamás llegamos a hablarnos, descarté de plano la segunda opción.
En tiempos de vacas flacas profesionales, empecé una tanda de entrevistas con varias empresas. Una tarde me llamaron de una de esas grandes que todo el mundo conoce. Querían hacerme una entrevista al día siguiente y acepté sin pensármelo demasiado.
Como llegué demasiado pronto me pasé por un VIPS cercano y me homenajeé con una opípara merienda que incluía unas tortitas con nata. El proceso era bastante rutinario: test psicotécnicos, otros de números, entrevista con RRHH y entrevista con alguien que hacía lo que tu tendrías que hacer.
La entrevista con RRHH fue de lujo, gracias al subidón de azucar por las tortitas, me marqué un discurso al más puro estilo Carlito Brigante pidiendo la condicional: "me siento interesado, preparado, motivado, ilusionado ..." y otros muchos adjetivos acabados en -ado. Hasta hice mención a la archiconocida Ley de Pareto.
La última entrevista era con mi posible colega y cual fue mi sorpresa al ver entrar por la puerta de aquella pequeña sala a mi involuntaria compañera de correrías nocturnas. Supongo que se me debió quedar cara de portero goleado cuando la vi aparecer por allí, no sabía si aquello era malo o muy malo.
Desde el primer momento la tipa hizo como si no me conociera y se vio claramente que sus preguntas iban directas a la yugular. Fueron 20 minutos eternos y en los que quedó claro que su informe NO iba a ser positivo.
Cuando salí de aquel enorme edificio, me topé con el mejor amigo con el que puedes encontrarte después de hacer una entrevista de trabajo: mi coche. En la radio sonaba la canción "Lo que tu quieras soy" de Antonio Orozco. La quité y puse un CD de los Killers.
Al tomar la primera rotonda le dediqué un sonoro corte de mangas a esa empresa y a su omnipresente empleada. Después de todo, aquella era una noche tan buena o tan mala como otra cualquiera para volver a ver "El Día de la Marmota".
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lunes, enero 15, 2007
Scarlett Johansson's Two Scoops
Espero que todos los que tienen prejuicios contra Woody Allen hayan empezado a leer este post pensando que está dedicado a los perfectos pechos de Scarlett Johansson.
"Scoop" es la enésima película del pequeño gran genio de NY y la segunda que hace con la actriz más sexy del momento. Se trata de una de sus obras menores, una de esas que no será nominada a ningún premio y que pasará de puntillas por su extensísima filmografía.
Tiene gracia ver a Allen exiliado de nuevo en tierras británicas y metiendo con calzador el personaje de la diva Johansson y el suyo propio en un ambiente de pompa y circunstancia, rodeado de coches que circulan por el otro lado de la carretera.
A parte del propio Allen, el protagonista masculino es Lobezno, un australiano que tiene que fingir acento británico porque interpreta a uno de esos lores o sirs de rancio abolengo que todavía manejan el cotarro en la pérfida albión.
Ned Flanders dijo aquello de: "Me gustan las peliculitas de Woody Allen excepto por el tipito de gafitas que aparece en ellas". Con los años el pequeño gran Woody cada vez se prodiga menos como actor, porque sabe que está profundamente encasillado. Esta vez se reencarna en un mago de medio pelo, un personaje en el que encaja bien este prestidigitador del séptimo arte.
Decir que Scarlett Johansson es la Marilyn del siglo XXI no es una exageración, pocas veces una actriz fue la protagonista de las fantasías tórridas de tres cuartas partes de la humanidad. Como todas las diosas terrenas, esta rodeada de inseguridades y seguirá peleando eternamente porque la consideren una buena actriz antes que un pedazo de carne condenado a satisfacer nuestros más bajos instintos.
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domingo, enero 14, 2007
Viejo Zorro Plateado
Hola, soy Fabrizio Ravanelli, tal vez me recuerden de aquella vez en que le levantamos la Champions League al Ajax, sin que se dieran cuenta de por dónde le había metido aquel gol sin ángulo que nos llevó a ganar aquella copa dónde más nos gusta: en los penalties ... Así podría empezar "Penna Bianca", la biografía todavía no escrita de este auténtico paquete que llegó a lo más alto en el mundo del fútbol a base de casta, coraje y suerte.
Desde su Perugia natal, Ravagol empezó a pegar patadas a un balón cuando todavía no lucía canas, en su más tierna infancia. Cuando ya era un adolescente, el joven Fabrizio empezó a soñar con vivir del fútbol, lo que tal vez le permitiría eludir los madrugones mañaneros y, con suerte, no tener que trabajar más de dos horas al día. Su palabra favorita siempre fue la española Siesta.
A Ravanelli siempre le gustaron las mujeres y la priva, nunca perdonó la grappa después de cada comida, pensaba que era bueno para el alma y le mantenía ojo avizor sobre el terreno de juego: cabellera blanca, corazón negro.
Después de peregrinar por divisiones menores de la mano del Perugia, Avellino, Casertana y Reggiana; la Vechia Signora se fijó en este discípulo de Julio Salinas que parecía una víctima propiciatoria para un equipo sustentado por pociones mágicas, presión a tutto campo y velas al viento.
Aquella era la Juve de Baggio, Vialli, Conte, Ferrara, Del Piero ... fantasiastas o gladiadores, entre los que Ravagol ejercía de picapedrero del área, goleando siempre por encima de sus posibilidades, soñando con Ferraris, mujeres de pechos turgentes y tintes invisibles que le devolvieran el color a su pelo.
El 96 fue el año de Ravanelli, hizo a la Juve campeona de Europa por segunda vez en su historia y se permitió el lujo de pasearse en la Eurocopa por tierra británicas con la zamarra azzurri puesta. Tanto le gustaron las islas que allí se quedó más de un año, metiendo 16 golitos para el Boro y ganando muchos billetes; tantos que le tuvieron que sacar de allí con grúa cuando el equipo bajó a la First Division y no se podían permitir pagarle sus emonumentos.
Otro campeón de Europa bajo sospecha se cruzaría en el camino de nuestro héroe: el Olympique de Marsella. En la costa azul, el George Clooney del balompie se sentía en su salsa, rodeado de fiestas, mujeres exhuberantes y mucho sol para tostar sus canas vuelta y vuelta.
La morriña transalpina hizo que unos años después se convirtiera en el revulsivo de lujo de ese Lazio despilfarrador de comienzos del milenio. Cuatro golillos en más de un año no eran gran cosa para este fucker de la noche, que un buen día decidió cruzar de nuevo el canal de la Mancha para segar las áreas de aquellos que osaran enfrentarse al Coventry, al Derby County y otra vez al Coventry.
Siempre le fascinaron los hombres con falda y por ello decidió subir a Escocia para probársela, en el camino firmó un contrato con el Dundee, con el que no llegaría a jugar jamás. El frío escocés le recordó que dónde mejor se está es en casita y por ello acabó sus días de futbolista vistiendo la elástica roja del Perugia.
Tal vez no haya sido el mejor jugador de la historia, puede que ni siquiera de su pueblo, lo que es innegable es que pocos nos han hecho reír tanto con sus pifias y emocionarnos con sus destellos de calidad como este viejo zorro plateado al que le gusta beberse los sambucas flameados y provistos de tres granos de café. Ande o no ande, Ravagol Grande.
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sábado, enero 13, 2007
Recordar es volver a vivir
Ayer desempolvé el smoking y la pajarita para acudir al estreno de la sexta de Rocky. Una vez más, hay que quitarse el sombrero delante de Stallone y reconocer que, aunque sea uno de los actores menos expresivos que ha dado el cine, a la vez es uno de los grandes creadores de mitos y leyendas de nuestro tiempo.
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domingo, enero 07, 2007
Malas lenguas
Aqui llega de nuevo el post mellizo del de el Gran Pete en sus Misteriosas en la playa.
El tándem Iñarritu-Arriaga cierra con “Babel” su trilogía sobre el sufrimiento humano. En el camino este par de mexicanos se han consolidado entre los cineastas más grandes del momento.
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martes, enero 02, 2007
Segundo Premio
Sentado esperando a que llames… la música de los Planetas se clavaba en mi inconsciente, convirtiéndome en un individuo emocionalmente rencoroso, que jamás perdonaría una infidelidad, ni a un “amigo” que se atreviera a cruzarse en su camino cuando hubiera una mujer de por medio.
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lunes, enero 01, 2007
Por qué no puedo dormir más de de 10 horas seguidas
Era el primer día del milenio, pero todo parecía como siempre, esta vez al menos no nos habían dado tanto el coñazo con que había que celebrarlo de una manera especial como hicieron el año pasado, no se había oído hablar de un efecto 2001, los ordenadores no tenían nada que temer esa noche.
Eran las diez de la mañana, llevaba más de 24 horas despierto, como la mayor parte del mundo, vagando por las calles, buscando un lugar para reposar nuestras atormentadas mentes del nuevo milenio.
Había sido una nochevieja como todas: traje y corbata, whisky, puros y aglomeraciones, por muchas que saliera jamás me lo pasaría bien en una de ellas, todo apestaba esa noche.
Lo peor es que cuando amanece la cosa sólo empeora, los churros no son más que la ceremonia del absurdo, como si después de siete horas, diez copas y miles de gilipolleces oídas en el transcurso de la noche aún te apeteciera algo más que salir huyendo hacia un sueño profundo y reparador.
Pero yo había vuelto a caer, llevaba el mismo traje de todos los años y la misma corbata, “los de la suerte”, volví a ir al mismo VIPS después de la puta fiesta, esperé la misma cola para sentarme y ni siquiera me molesté en disimular que todo aquello me parecía una mierda.
Los que me acompañaban lo achacaban a mi mal carácter cuando no duermo, pero esta vez era algo más que eso: estaba hasta los huevos.
Al fin me quede solo, no quería volver a casa porque mandaría a tomar por culo al primero que me preguntara qué tal lo había pasado, así que pasé por una gasolinera que me encontré en el camino para ver si tenían puros, era lo único que me apetecía en ese momento.
Para no desentonar con el resto de la noche se les habían acabado, así que salí de la tienda no sin antes contestar con un lacónico – Que te jodan- al simpático tendero que me deseo feliz año.
Solo había un coche echando gasolina, el conductor había dejado las llaves sobre el techo del buga, menudo infeliz, como iba él a pensar que habría alguien en la gasolinera, y que a ese alguien le importaba un carajo levantarle el coche para darse una vuelta por la ciudad.
Era mi primer contacto con la delincuencia, los que creían conocerme bien pensaban que tenía un cierto desinterés por las normas sociales establecidas, pero todos creían que era incapaz de romper un plato, bueno, toda paciencia tiene un límite.
Me metí en el coche y salí a una velocidad moderada, las gasolineras están infectadas de cámaras, tampoco era cuestión de ir llamando la atención, estaba poniendo a prueba la velocidad de las fuerzas del orden el día de año nuevo, todo era por una buena causa.
El desgraciado del dueño empezó a gritar y a agitar los brazos, para cuando fuera capaz de avisar a los polis yo ya estaría a veinte kilómetros de allí.
Ahora tenía que decidir hacia donde ir, el Norte era la elección ideal, cuanto más lejos de casa mejor, así nadie me podría reconocer en un semáforo, de todas formas, no había ni un alma por la calle.
Pasado un rato me encontré con una zona que me resultaba familiar, sí, por allí vivía Patricia, la duda era si estaría en casa, sería un buen lugar para esconderme un rato, igual hasta conseguiría que esta travesura no me pasase factura.
Que mejor sitio que la cuneta para que a los sagaces agentes de la ley no les costara mucho encontrar el coche, no había un alma en toda la autopista, pero tarde o temprano alguna buena persona se pararía al ver las luces de emergencia y el pringao recuperaría con presteza su bonito buga.
Estuve dando vueltas hasta que encontré el bloque, había pasado más de un año desde la última vez que nos vimos, y no se podía decir que todavía fuéramos amigos, en realidad nunca lo fuimos.
Patricia era de Segovia, estaba estudiando aquí algo, nunca supe el que, no me importaba lo más mínimo, la conocí en una fiesta y mantuvimos una tormentosa relación amor – odio durante unos cuantos meses.
Vivía en un piso con otra chica, también de provincia, nunca conseguí aprenderme su nombre, y cada vez que me la encontraba al ir a desayunar cuando pasaba allí la noche la llamaba de una forma distinta, con nombres cada vez más exóticos como Roxana, Priscila, Desiré o Eunice, lo primero que se me pasaba por la cabeza. Sobra comentar que con ella la relación sólo era de odio.
Al fin encontré su bloque y me quede esperando hasta que salió un vecino, no me acordaba cual era su piso, el buzón me comentó que era el 3-D así que subí y empece a tocar el timbre, al principio despacito y luego como un poseso. Parecía que no había nadie en casa.
Estaría en Segovia, aunque con lo bien que se llevaba con su gente me quedé un rato en el descansillo por si aparecía ella o su simpática compi.
El sueño me vino sentado en las escaleras y con la cabeza apoyada en la pared, allí estuve plácidamente hasta que una voz familiar me despertó a voz en grito:
- ¡Abre los ojos!
- ¿Qué te has hecho en el pelo? – Esa no era la rubia con la que yo había estado, algún peluquero amargado le había gastado una broma pesada.
- No te gusta, es mi nuevo look a lo Ingrid Rubio en Taxi.
Por suerte debía haber pasado algo de tiempo desde que se lo corto y simplemente parecía corto, no rapado.
- Es muy original- le dije, después de todo pretendía entrar en su casa y la sinceridad no me iba ayudar a conseguirlo.
- ¿Qué haces por aquí? – Me preguntó sin más rodeos.
- Ya ves, me parecía un poco pronto para volver a casa.
- Bueno, pues te vas a tener que pirar, mi novio esta aparcando y hemos venido a pasar un rato tranquilo.
La reina de los eufemismos estaba en la ciudad, parecía que me iba que tener que buscar otro sitio, a esta mala pécora no había quien le llevara la contraria.
De repente se abrió la puerta del ascensor y apareció Fernando, un compañero de la universidad.
- Coño, que haces tu por aquí- me dijo al verme.
- Ya ves, no me digas que tú y esta estáis liados.
- Sí, ¿la conoces?
- Somos viejos amigos, ¿verdad Pati? – Odiaba que la llamaran así.
- Si tú lo dices – contestó malhumorada.
Fernando no podía saber que habíamos estado juntos, casi nadie lo sabía, habíamos sido la discreción personalizada, a parte de su compi de piso nadie lo sabía, no nos escondíamos, sólo no hablábamos de lo nuestro con el resto del mundo, fue un acuerdo tácito, y sin duda satisfactorio para ambas partes.
- ¿Y como es que estas por aquí? – Me preguntó extrañado, él sabía de sobra que mi casa estaba muy lejos.
- Ya ves, he venido a una fiesta en este mismo bloque, y he dicho, no me puedo ir sin saludar a mi gran amiga Pati.
- El chaval es un prodigio de la diplomacia- soltó la ex rubia, la estaba cabreando de verdad.
- Pues que bien, así te tomas unos churros con nosotros- me invitó Fernando.
No había duda, Patricia había salido ganando con el cambio, me merecía aquellos churros sólo por haberla dejado en paz y así permitir que ese santo ocupara mi lugar.
Eran las once cuando entramos en la casa, desde que cruce el umbral de la puerta comencé a hablar de la carrera, era el tema favorito de conversación de Fernando, yo lo odiaba , pero Patricia lo detestaba mucho más. Estaba para hacerla una foto, vaya caras, y no pronunciaba palabra hasta que al fin dijo:
- Me voy al baño.
No la hicimos ni caso, seguimos a nuestra bola y a eso de las dos Fernando dijo que se tenía que ir, que le estaban esperando en casa para comer. Le había contado que Patricia y yo éramos del mismo pueblo, casi familia, que nos criamos juntos.
Cuando intentó despedirse de ella ni siquiera se dignó a salir del baño, el buen chico se fue a casa creyendo que la dejaba en buenas manos, nada como la familia para apaciguar los ánimos, él ya sabía que su novia tenía a veces malos prontos, pero era buena chica. Todo el mundo tiene derecho a no conocer de verdad a la persona con quién está.
Nada más cerrar la puerta se desató la tormenta:
- ¡Eres un puto gilipollas! – y mientras me gritaba esto me tiró un jarrón de cristal que tuve que esquivar al más puro estilo Clark Gable en su primera escena de “Lo que el viento se llevó”.
- Tu estás muy mal, casi me lo partes en la cabeza.
- Es lo menos que mereces – parecía que en cualquier momento los ojos se le saldrían de las órbitas.
- No creo que sea para tanto – le dije con tono tranquilo.
- Me dejas tirada como una colilla, y vuelves más de un año después como si nada. Te pones a contarle trolas a mi novio para que no nos podamos quedar un rato solos y todavía eres tan cabrón como para decirme que no es para tanto.
- Sacas las cosas de quicio, estaba en el bloque y...
- Una mierda, aquí no ha habido ninguna fiesta, crees que soy tan gilipollas como mi novio.
- Bueno, si estás con él por algo será- me estaba cargando de razón por momentos.
- Ese imbécil tiene los días contados, una cosa es ser un calzonazos y otra no ver que el tío con el que ha dejado a su novia no piensa en otra cosa que en arrancarle el vestido para ver que lleva debajo.
- ¡Eh, que yo soy un caballero!, además, nunca le levantaría la novia a un amigo.
- Sí, eres un modelo a imitar por la juventud española. Como vuelvas a hablar como si no nos conociéramos voy a por otro jarrón y esta vez no fallo.
Lo cierto es que hasta que no lo mencionó no me había fijado casi en su vestido, tenía muy buena pinta, siempre había tenido un bonito cuerpo: 1´70, pechos turgentes y nalgas prietas, una delicia. El vestido acentuaba lo mejor que tenía.
- Bien, si es sinceridad lo que quieres, te puedo decir que me encanta como te queda ese vestido.
- Ahora no intentes ablandarme con piropos, estoy muy cabreada.
- Lo que me jode es que digas que yo te deje tirada, fuiste tú la que no me llamó.
- No me vengas ahora con eso, dijimos que me llamarías tú.
Aquel fue el principio de una interminable discusión en la que diseccionamos todos los aspectos de nuestra peculiar relación.
Nos dieron las doce de la noche con las inevitables pausas para comer algo y visitar el baño. Parecía que la cosa se iba a arreglar, si es que alguna vez se llegó a estropear de verdad.
Había pasado las 24 horas del primer día del tercer milenio despierto, y había merecido la pena, solo había necesitado un día para reinventarme a mí mismo y convertirme en un hombre del siglo XXI, en el más estricto sentido de la palabra.
Publicado por
crooner79
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8:19 p. m.
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