martes, mayo 22, 2007

Red Light Caladero


Nunca imaginé que unas simples vegetaciones me privarían de la felicidad. Camino de Nueva Zelanda, allí donde iba a ser libre al fin, tuvimos que hacer una escala forzosa en Amsterdam, después de que todo el pasaje se amotinara por culpa de mis incesantes e hipo-huracanados ronquidos. Aquello fue el principio del fin.

Solo, y a escasos 15 minutos en tren del aeropuerto de Schiphol, sin quererlo ni beberlo, me encontré paseando por el Barrio Rojo de Amsterdam. Era abril y todavía hacía un frío de pelotas, así que en ningún momento me despojé de mi abrigo negro con bandas amarillas. Yo sabía que aquellas mujeres iluminadas en rojo eran una tentación de Lucifer, porque el que es putero una vez es putero para siempre.

Dos días y 25 paseos por el Barrio Rojo después, decidí finiquitar la fuente de todos mis problemas. Fui a un hospital y con mi inglés de la Pera les dije que quería acabar con mis sempiternos ronquidos. Así que me metieron en una sala acristalada, de la que no me dejaron salir en tres días. Por suerte, en el hospital trabajaba un MIR Erasmus de Parla, que tuvo la bondad de explicarme que sufría una extraña combinación de vegetaciones, narcolepsia y apnea del sueño: Ni dormía ni dejaba dormir.

Conseguí que me curaran a base de cirugía, ansiolíticos y psicotrópicos legales (allí). Encontré un hotel baratito en el que hospedarme y me dispuse a gastarme los cuartos que le había mangado a Juanito Muehlegg. Mi dieta consistía en las costillas asadas que te ponen en los infinitos restaurantes argentinos de la ciudad del Ajax y en bollos de esos con mucha nata y muchas fresas: En poco tiempo me puse cebón.

Mi vida discurría apacible entre paseos por el Barrio Rojo y Spaces Cakes de Coffee Shop, cuando, de repente, un día cometí el error de meterme en un Ciber y teclear el Google "Caladero""SOLFA". Allí encontré aquel misterioso e inquietante post, en el que se contaban muchas verdades y otras muchas calumnias. Lo de que me fueran a asar como a un cochinillo no me hizo ni puta gracia, sobre todo porque con la dieta que seguía ultimamente, podrían sacar de 10 a 12 raciones, una para cada uno de los Pocachos.

La respuesta a mis problemas me la dio la tele, como siempre. Esa noche emitieron "Apocalypse Now Redux", no entendí un carajo de aquella V.O.S en holandés, pero quedé impresionado con la pinta del Coronel Kurtz, magistralmente interpretado por Brando. Lo decidí de inmediato, volvería a infiltrarme en SOLFA para aquella "Jena de los 10 anos", esta vez iría caracterizado como el Coronel Kurtz y adoptaría un alias que ninguno de mis ex-compañeros reconocería jamás: Miguel Ángel.

Al día siguiente me despedí de la Policía, la Colegiala, la Eugenia Silva del Walen y todas mis amigas del Barrio Rojo, donde ya se me conocía como el "Españoleto Rufián del abrigo negro y amarillo que mira mucho y compra poco". Volé a Madrid en un avión de la KLM, lo que no podía imaginar era quién me estaría esperando en la T1 de Barajas ...

¿Continuará?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Supongo que tendré que desaparecer un tiempo. Mi vida profesional no me permite tener esta publicidad, cada más abundante en la red de redes. Mis últimos viajes a la Ciudad de los Rascacielos y a la Madre Tierra de cualquier buen andaluz que se precie, me han convertido en alguien un poco más precavido...
"El Enigmático Caladero"

Anónimo dijo...

jaajajaajaaajajaajajajja, Grandísimo post crack.Hablo en nombre de todos los Pocachos y pido más historias del infiltrado Caladerooooooo puteroooooooo!!!!!!!!!! Sigue por ahí siempre con un puro bien encendido.
Un abrazo