lunes, mayo 21, 2007

Por la senda del perro, fluye la melodía de la flauta travesera



A principios del 96, parecía que el mundo se reconciliaba con algunos de sus retrasos evolutivos. Gary Kasparov derrotó a Deep Blue en uno de las partidas de ajedrez más míticas de todos los tiempos. Los científicos descubrieron evidencias de posible vida en Marte. Clinton designó por primera vez a una mujer como secretaria de estado de los EEUU. Y en un zarrapastroso sótano en Wilmington (Delaware) la Spinto Band comenzó a materializarse.

En realidad, su historia comienza en lo más profundo del corazón del delta de Mississippi, cuando Nick Krill revolvía entre los efectos personales de su abuelo, el guitarrista Roy Spinto. Durante años, Roy había escondido letras de canciones en el interior de cajas de galletas, y en una azarosa combinación de tiempo y destino, Nick encontró las letras que inspirarían la creación de Spinto Band.

Sus inicios fueron extenuantes porque su energía era imparable. No pasaría mucho antes de que Jon Eaton, Thomas Hughes, Nick Krill, Joe Hobson, Sam Hughes, Jeff Hobson y Albert Birney (que abandonó la banda para dedicarse a las artes visuales) se encontraron con una repercusión musical con la que no habían soñado jamás. Ocho años y siete álbumes más tarde, Spinto Band están en la cumbre de la música perro flauta. Utilizando una sensibilidad indie-pop propia, no dejan de recordarnos a los Flaming Lips y Pavement. Sus canciones son capaces de trasladarte a lo más cavernoso del éxtasis lisérgico mientras te proporcionan las suficientes vibraciones psicotrópicas como para empezar a menear las plumas de tu cola imaginaria.

Esta banda de seis miembros tiene la habilidad de hacernos olvidar cualquiera de nuestras banales crisis existenciales. El sonido de los Spinto demuestra siempre una madura delicadeza impropia de su juventud (sus edades están comprendidas entre los 20 y los 25). Las generosas texturas de sus guitarras y sus perennes armonías vocales, convierten el repertorio de la Spinto Band en un ejemplo de lo buena que es la música indie cuando es buena. Son estrafalarios, enérgicos, radiantes y aptos para la adicción a su música. Su transgresión es mucho más que necesaria, no dejen de escucharlos.