martes, diciembre 12, 2006

Prosopopeya


Una de las pocas cosas que se me han quedado grabadas de mis clases de lengua de EGB (de las BUP/COU no recuerdo nada; Julián, Larry, Lila: no dejasteis poso) es que la figura literaria que atribuía cualidades humanas a personas o cosas se llamaba personalización o prosopopeya. Los dibujos animados han sabido explotar como nadie lo de las personalizaciones.

“Cars” es la penúltima película de Pixar, unos estudios que hace años que dan sopas con hondas a la Disney que los parió. Esta vez en lugar de los típicos animales o juguetes, Lasseter y los suyos se han montado una historia ambientada en un mundo de coches en la que los automóviles hablan, sienten y dominan un planeta en el que no hay atisbo de otra forma de vida.

De nuevo, el gran mérito de Pixar es hacer animación para niños sin que los padres sientan vergüenza ajena cuando acompañan a sus hijos a ver la película de dibujos de turno. Los buenos sentimientos y la moralina típica de la animación infantil no faltan, pero a la vez la película gusta porque técnicamente es impecable y saben hacer que los coches parezcan personajes creíbles, incluyendo su lado oscuro (gris nunca negro).

Si obviamos la parte Nascar del principio (americanada total) “Cars” divierte y entretiene a niños y adultos, esto es mucho más de lo que se puede decir de la mayoría de películas que pueblan nuestra cartelera. Si te gustan los coches: no dejes de verla.

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