viernes, diciembre 01, 2006

Aquel verano (II)


Siempre es arriesgado ir a ver una película después de leer el libro, Banderas ha salido airoso de su adaptación de “El Camino de los Ingleses”, pero da la sensación de que podía haber sacado más jugo de la historia.

La esencia sigue siendo la misma, el guionista es el escritor de la novela, pero la tijera del cine se ha cargado unos pocos personajes y ha dado demasiada bola a otros, como el omnipresente (al menos como narrador) Fran Perea.

Banderas abusa del Jazz y de las letras en inglés, se echa de menos alguna canción en español; al fin y al cabo la película está ambientada en Málaga, no en Manchester. A la ausencia de referencias temporales del libro, se une en la película la falta de localización: sólo las matrículas y el acento de los personajes nos recuerdan donde esta rodada.

El elenco está plagado de actores poco conocidos por el nombre y de aspecto familiar, la mayoría son habituales de la televisión. Las notables excepciones son Juan Diego y Victoria Abril, que vuelven a demostrar su eterno talento, aunque sea como secundarios.

María Ruiz es Luli Gigante, ni Beatriz ni Beatrice, no sabe nada de “La Divina Comedia” y lo único que quiere es bailar. Ella es la musa de esta película, en la que se habla de los sueños, utilizando los labios de una de esas diosas que, si la suerte te acompaña, alguna vez se cruzan en tu vida, para que las dejes escapar de la forma más tonta.

Con Raúl Arévalo tenemos actor para rato, este tipo es el futuro, no descansará hasta que se mida en pantalla con el otro Sean Penn, el que, con apenas 18 años, esparció su semillita por Madrid para regalarnos uno de los mejores intérpretes españoles de los próximos años. Aunque tenga que impostar el acento malagueño, Arévalo es un crack y en poco tiempo le veremos hasta en la sopa.

Demasiado lirismo, un mundo onírico que se clava como una lanza batusi en las calles de Málaga; no era necesaria tanta poesía para contar la historia de un aprendiz de poeta. Se podía haber hecho mejor, Banderas lo ha intentado y después de todo, merece la pena ir a verla, sobre todo si se ha leído el libro antes.

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