lunes, febrero 25, 2008

Uno de los Nuestros


En la ciudad donde entrena el Maestro Zen, Bardem se topó de frente con esta filosofía, justo a tiempo para celebrar con unos escoceses on the rock, que es el mejor actor español vivo y el heredero natural de los tíos Bobby, Al y Sonny.

Esta vez no hubo emoción alguna, ni siquiera me molesté en escribir la clásica quiniela de los Oscars del día antes. Quería enlazar este post con el dedicado a Gasol, por la eterna cópula que siempre ha habido y habrá entre el glamour de los Lakers y los barrios donde se fabrican los sueños de celuloide.

Para mi, Bardem siempre será el vecino de Bullido, así como Pe es la petarda a la que mandó a la mierda el Boxeador. Hace ya muchos años, pero todavía me acuerdo como mi compañero de pupitre me contaba que se cruzaba en su portal al protagonista de "Jamón, Jamón" y "Huevos de Oro", siempre disfrutando de sus veintipocos y una fama de fucker consolidado en la España de mediados de los 90.

De un día para otro, Bardem se convirtió en una estrella internacional. Su primera nominación al Oscar fue una quimera y no basto para que se dejara seducir por los oropeles de Hollywood. En ocasiones satanizado por la prensa más carca, Bardem se convirtió en un símbolo de si mismo: alguien con una fe infinita en sus posibilidades y que no se achanta ante los más grandes, porque sabe de sobra que es tan bueno como ellos o más.

Su discurso fue modélico, en un inglés fluido y certero agradeció la oportunidad a los Coen y la réplica a sus compañeros de reparto. Algún chascarrillo y una inolvidable dedicatoria a su madre, a los cómicos y a toda España. Cada día que pasa falta uno menos para que Bardem se ponga a las ordenes del maestro Coppola para rodar "Tetro". Este Oscar solo ha sido una parada en una trayectoria zen tan impecable como admirable.

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