lunes, abril 17, 2006

Tííííííííííííííííííío Phil


Cuando me enteré de que Phil Jackson volvía a entrenar a los Lakers me alegré casi tanto como el día que Pepu se hizo cargo de la selección. El Maestro Zen es junto con Red Auerbach el entrenador más laureado de la historia de la NBA, lo que le convierte en el mejor en activo.

No seguí mucho la trayectoria de Jackson cuando estaba en los Bulls, pero sí que he leído "Canastas Sagradas", su libro sobre aquellos años. En él repasa su trayectoria profesional como jugador, sus primeros años como entrenador y sus tres primeros anillos con los Bulls. La conclusión inevitable tras su lectura es que Phil Jackson es un crack, un auténtico genio de los banquillos capaz de mezclar con maestría ingredientes como el budismo Zen, literatura de todo tipo, películas varias y mucha psicología para conseguir la poción mágica que garantiza el éxito de los equipos que entrena.

Hay que reconocer que Jackson ha dirigido a algunos de los mejores jugadores de la NBA en los últimos años, pero no es menos cierto que antes de que él los entrenará Jordan, Pippen, O´Neal o Bryant no habían ganado nada. En sus 14 temporadas como entrenador en la NBA el Maestro Zen ha ganado 9 anillos, consiguiendo tres three-peat, o lo que es lo mismo tres rachas de tres títulos consecutivos.

Nacido en Montana y criado en Dakota del Norte, Jackson creció influenciado por las fuertes creencias religiosas de sus padres, representantes de la iglesia pentecostal. Tras destacar en sus años en la Universidad de Dakota del Norte, fue elegido por los Knicks en el draft del 67. En la NBA las limitaciones de Jackson se hicieron evidentes: el todo-terreno de la liga universitaria se descubrió como un mediocre tirador, demasiado lento para la competición profesional. Pese a todo, Jackson suplía sus carencias con grandes dosis de inteligencia y coraje, convirtiéndose en un valioso suplente con excelentes cualidades defensivas. En el año 73 se hizo con su primer anillo en la Gran Manzana, quitándose la espina de no haber podido participar en el del año 70 por culpa de una lesión.

Tras finalizar sin pena ni gloria su carrera profesional a finales de los 70, Jackson comenzó a entrenar en Puerto Rico y la CBA, haciéndose con el título de esta última dirigiendo a los Albany Patroons. Su fama de amigo de la contracultura complicó su paso a la NBA, donde se le veía como una especie de hippie poco digno de confianza.

En el 87 ocupó el puesto de entrenador asistente en los Bulls y allí conoció a Tex Winter, un viejo zorro de los banquillos que le encandiló con su triángulo ofensivo: santo y seña de las tácticas de Jackson a partir de entonces. En el 89 Jackson se hizo definitivamente con el timón de los Bulls y el resto es historia: 6 anillos en 9 años incluyendo el mejor record de la historia de la liga regular y el encumbramiento definitivo de Jordan como mito del baloncesto.

La retirada de MJ y sus malas relaciones con el manager general Jerry Krause forzaron la salida del Maestro Zen de los Bulls. Después de un año sabático en el que se especuló con su retirada definitiva, Jackson aceptó el reto de devolver el norte al equipo más glamouroso de la NBA. El Maestro Zen se planteó su estancia en Los Angeles como una carrera de fondo: el objetivo era conseguir el anillo en dos o tres años, ni en sus mejores sueños llego a creerse capaz de conquistar el título en su primera temporada en el equipo.

Aquellos Lakers eran los herederos de la última reaparición de Magic Johnson. Las incorporaciones de Shaq y Bryant en el 96 parecieron darle a los de amarillo y purpura el salto de calidad necesario para plantarle cara a los todopoderosos Bulls. La realidad fue cruel con el equipo angelino, en las tres temporadas siguientes fueron incapaces de alcanzar siquiera las finales de la liga. Llegaron a tener cuatro jugadores en el All Star del 98 (Van Exel, Eddie Jones, Kobe y Shaq), para se luego barridos por los Jazz en las finales de conferencia.

Con semejante legado Jackson comprendió que lo que su equipo necesitaba era mucha psicología y veteranos ilustres que dieran empaque a su equipo. De su mano llegaron Brian Shaw, Ron Harper y A.C. Green, que junto a los secundarios de lujo Horry, Fisher, Rice y Fox auparon a las megaestrellas Shaq y Kobe hasta el primero de sus tres títulos consecutivos. Casi sin quererlo, Jackson había vuelto a crear una dinastía partiendo de un equipo perdedor.

En los siguientes años estrellas en decadencia como Horace Grant, Isiah Rider o Mitch Richmond recalaron en los Lakers seducidos por el tintineo de los anillos de campeones. En el 2003 las lesiones y el progresivo deterioro de las relaciones entre Kobe y Shaq dejaron en la cuneta a los Lakers en las semifinales de conferencia.

El 2004 estaba llamado a ser el año en el que los Lakers batieran todos los records. Pero las incorporaciones de Karl Malone y Gary Payton, que rebajaron considerablemente sus sueldos para poder ganar un anillo, no fueron suficientes. El juicio por violación de Kobe, las lesiones y el mal ambiente en el vestuario minaron las posibilidades de un equipo que a pesar de sus problemas se plantó en las finales de la NBA como favorito y allí fue derrotado sin paliativos por los Pistons.

A partir de ahí la historia es bien conocida: la situación entre las dos megaestrellas de los Lakers se hace insostenible, y puestos a elegir el dueño se queda con Kobe, Shaq es traspasado a los Heat, Phil Jackson abandona el banquillo angelino por su mala relación con Bryant y los Lakers tienen una temporada de travesía por el desierto en la que ni siquiera se clasifican para los play-offs.

En junio del año pasado se confirmó el retorno de Jackson a los Lakers, tras limar asperezas con el díscolo Bryant, que se dio cuenta de que ningún entrenador podía sacar tanto partido de su equipo como el Maestro Zen. Seguramente el noviazgo que Jackson mantiene con Jeannie Buss, hija del propietario de los Lakers, fue determinante para que volviera a sentarse en un banquillo tan difícil y exigente, rechazando ofertas más interesantes.

Hoy mismo se ha confirmado la clasificación de los Lakers para los play-offs de este año. El viejo Maestro ha vuelto a conseguir colarse en las series finales, con un equipo Kobecentrista y que tendrá pocas opciones de alzarse con el título. Lo que esta claro es que, con el permiso de Red Auerbach, Phil Jackson es el mejor entrenador de la historia del baloncesto, una leyenda viva del deporte que todavía tiene que darnos muchas alegrías a los aficionados de los Lakers: dirigiendo al equipo con Mente Zen, Mente de Principiante.

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