martes, enero 29, 2008

La noche cae sobre Rhode Island


Mis pesquisas me han traído a la mítica Providence, capital del estado más pequeño de la unión, el que tiene la mayor densidad de Dunkin Donuts de todo el planeta y a escasos kilómetros del ficticio Quahog en el que habitan Stewie y toda su familia de maleantes.

Para variar, este año tardamos unas pocas horas en ver otra vez la nieve, lo que nos permitió practicar nuestro deporte favorito: el de los palos, palitos y palotes. Teniendo en cuenta la recesión que se avecina en el país, decidimos reflotar la economía americana a base de compras compulsivas, estrujando al máximo cada dolar y con la sensación de que por aquí no compra nada ni el tato: esto se va a pique.

Por aquí la cerveza reina también es la Sam Adams, cortesía de uno de los padres de esta patria, que por lo visto logró la independencia insuflándole zumo de cebada a los valientes que echaron a los de la Perfida Albión, que hoy en día todavía se preguntan quién colonizó a quién.

Oyendo a Obama hablar por la tele, da vergüenza ajena acordarse de los políticos españoles y pereza tener que ir a votar en poco más de un mes. Su propuesta se basa en el cambio, un giro que incluye el seguro médico obligatorio y la educación universitaria a precios razonables, dos derechos que nosotros hemos tenido desde tiempos inmemoriales. Una paradoja más en la tierra del esfuerzo que acaban haciendo realidad tus sueños, o eso nos han intentado vender siempre.

El Supermartes se acerca y todos estos caucus dejarán claro que demócrata ocupará la Casa Blanca a partir del 2009. Un par de día antes los Patriots y los Giants se jugarán la SuperBowl desde Arizona. Por primera vez disfrutaré de esta fiesta del deporte americano, desde las malas calles de Scorsese.

Aquí todo sigue siendo a lo grande, las gélidas calles de Providence esconden a cientos de mafiosos italoamericanos, que cada mañana se acercan a alguno de los miles de bancos de la ciudad, para mirar como engorda su cuenta corriente. Al mediodía irán a su pastelería favorita para comprar unos cannolis, mientras los engullen pensarán con nostalgia en la madre patria, aquella de la que sus ancestros un día salieron, con la esperanza de encontrar una tierra de promisión en la que los billetes fueran el fruto de los frondosos árboles que crecen en la Isla de Rodas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Una alegria tener noticias tuyas desde el otro lado del charco. Sigue colonizando tierras americanas y ya nos cuentas a tu vuelta con unos minis gigantes y unas bravas-aliolis-nuggets mas abajo del Nabo.
Un abrazo
zerep79