miércoles, marzo 28, 2007

Lo que pudo haber sido (Infiltrado en SOLFA III)

Allí estábamos los dos de nuevo, vuelta al lugar del crimen, donnde nos despedimos hace una década. Había tenido noticias de ella a través de terceros, sabía que la habían hecho un bombo y luego habían pasado de ella. Me saludó con un caluroso: ¡ Hola Caladerín! y dos besos a escasos milímetros de la comisura de mis labios.

Me contó que venía a recoger a su churumbel del entrenamiento de balontiro, pero que tenía tiempo de tomarse un café conmigo.

- ¿Solo un café?, dije yo.
- Café con bollos, me confirmó ella.

La cafetería del colegio era extremadamente básica, allí solía comprarme un donut a la hora del recreo. Cuanto más veces iba, más me acordaba de Colino, la mítica pastelería en la que nos comprábamos esa galleta gigante llamada Africana, en la que reciclaban los bollos caducados y en la que después de Reyes te encontrabas fruta escarchada de los roscones.

En el viaje a Grecia de COU estuve a punto de pillármela, si no hubiera caído del techo de mi cabaña en Mikonos un M.V.N.I (Muchacho Volante No Identificado) hubiera sido mía para siempre. Pero el destino quiso que el kamikaze nos cortara el rollo y por más que lo intenté en los meses siguientes, me quedé a dos velas.

Se la veía más fresca y lozana que nunca, le había sentado muy bien la maternidad, se había convertido en una auténtica caponata de marca mayor. Mirándola frente a mí, con su café y sus picatostes era inevitable que pasarán por mi mente toda clase de pensamientos húmedos.

Me estuvo contando historias de su trabajo, de su familia, de su piso ... no había ni rastro de ningún maromo en su relato, veía claro que me iba a coronar. No paraba de hablar y yo no me la dejaba de imaginar en todas las posturas del Kamasutra, hasta que algo inesperado ocurrió ...

El mismísimo Juanito Muehlegg estaba en el patio del colegio, trajeado y con un maletín en la mano. Mi instinto de sabueso me decía que aquello no podía ser casual, tenía que estar relacionado con la trama del apaño del balontiro. Así que le dije a mi parteneire que tenía que ir al baño, salí de la cafeta, me acerqué con sigilo al mayor farsante nacionalizado de la historia de nuestro deporte, y aproveché un descuido para arrebatarle el maletín y salir por patas.

Huí presto del colegio y una vez en mi coche eche un vistazo al contenido al maletín. Había gran cantidad de billetes planchaditos, como a mí me gustan. Había suficiente como para no tener que trabajar en un tiempo. Tuve un pensamiento maligno ¿y si me quedaba con el dinero y me daba el piro al más puro estilo Roldán?

Y eso mismo hice, esa misma tarde compré un billete a Auckland (Nueva Zelanda), allí iba a empezar una nueva vida, rodeado de los paisajes de la Tierra Media, bailando la Haka con los All Blacks y comiendo kiwis (el animal y la fruta) a granel. Al final mis padres tenían razón, gracias a la SOLFA me había convertido en un hombre de provecho.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJA...increible la historia del tal Caladero; daría mi vida por verle la cara el leer esta historia.Mi propuesta es crear una serie televisiva al respecto, que opinais?

Anónimo dijo...

Crack, casi consigues que me saliera un cojón de felicidad al leer la tercera parte del infiltrado Caladero. Estoy por comprarte los derechos para mi blog.
Un abrazo para ti y un cafeconbollos para el resto