domingo, junio 01, 2008

Lakers vs. Celtics: What Else?


Hace apenas 14 meses tuve el placer de contemplar en directo un duelo entre dos dinastías a la deriva, los acabadísimos Celtics de Paul Pierce y los Lakers de Kobe, un quiero y no puedo que cada temporada afeaba un poco más los campeonísimos registros del Tío Phil. En poco más de 500 días los Celtics han sido víctimas de una de las reconstrucciones baloncestísticas más meritorias de la historia, mientras los Lakers cerraban el círculo de su eterna candidatura al título de la mano de Pau Gasol, el español que los volvió a convertir en campeones.

Cualquiera que pase unas horas en Boston está condenado a encariñarse con la ciudad de por vida, su progresismo de postal no es más que el reflejo de una mentalidad europea encorsetada en un país de costumbres mucho más rancias de lo que la tele nos quiere hacer creer. Boston siempre ha estado plagado de inmigrantes: canadienses, irlandeses, italianos ... adoradores del hockey y el baseball, incapaces de acudir en masa al Boston Garden ni en sus mejores épocas, cuando apenas 3000 incondicionales veían en directo construirse la mayor leyenda del deporte profesional americano.

El Mundial que Pepu nos hizo ganar a todos en el 2006, tiene un par de deudores que a todos nos resultan familiares: Magic y Bird, estos dos espigados antagónicos fundaron el baloncesto moderno del que mamaron todos los jugadores de nuestra gloriosa selección nacional. Su duelos en los 80 eran un fiel reflejo de una época en la que Rocky campaba a sus anchas por la tundra siberiana, en busca de una nueva rivalidad que diera sentido al sueño americano. Han tenido que pasar 21 años para que se vuelvan a encontrar en las finales pero esta vez son otros y a la vez los de siempre.

Cuatro años por el desierto han ennegrecido aún más las ganadoras pelotas de Kobe, que hasta con las manos atadas es el mejor jugador que se puede ver sobre una cancha de baloncesto hoy en día. Su infinito ego chocó de bruces hace tiempo con la realidad de no poderlo hacer todo el solo. Pau Gasol es su complemento perfecto, un chaval de Sant Boi que veía por la tele a Michael Jordan y sabía que estaba lejos pero que se dejaría la piel por alcanzarle. Un ganador encorsetado 7 años en un equipo perdedor de la América profunda, más de 2000 días en los que solo podía saciar su hambre de triunfos en verano, dándose de cabezazos con las paredes el resto del año.

Phil Jackson, desde su cojín de zazen, medita con determinación cual es la estrategia para hacerse con su décimo anillo como entrenador, el que le coronaría como el mejor de la historia y que justifica tres años de baloncesto mediocre en los que la fe en sí mismo y en el cambio constante eran las únicas razones que le motivaban a levantarse cada mañana para entrenar a un equipo del montón, que en tan solo 4 meses es el máximo favorito a ganar el anillo.

El factor cancha será determinante, la calefacción del Banknorth Garden estará a toda pastilla para intentar hacer bueno el lema de las camisetas que ya se venden en la web de los Celtics: "BEAT L.A." Garnett, Pierce y Allen se merecen este anillo tanto como los Lakers, pero esta vez sobre el parquet habrá uno de los nuestros, sentiremos cada canasta como si la estuviéramos encestando en el Adelfas Arena y a la vez con la misma emoción de ese niño que veía "Cerca de las Estrellas" cada viernes por la tarde, sin acabar de sospechar del todo que algún día esas mismas estrellas podrían haber sido compañeros de colegio.

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