sábado, noviembre 18, 2006

Memorial Pancho Puskas


Ayer se nos fue la mejor zurda de la historia del fútbol mundial: el grandísimo Pancho Puskas. En un tiempo en el que el Madrid y la selección atraviesan serios problemas de identidad, recordar a tipos como Puskas es más necesario que nunca.

El húngaro escapó del comunismo para ser una estrella en la España franquista, su figura oronda engañaba a todos aquellos que pensaban que para triunfar un futbolista tenía que ser una sílfide y hartarse de correr. Puskas era otra cosa: talento en estado puro e instinto de supervivencia hecho gol.

Cualquier niño oye alguna vez hablar de Pelé, Cruyff, Di Stefano o Maradona; supongo que la primera vez que oí hablar de Puskas fue repasando la historia del Madrid en tiempos de Valdano. Él siempre fue un rey sin corona o sin Mundial, el representante de un fútbol de posguerra en el que tipos que se criaron rodeados de penurias salían a jugar al campo como si la vida les fuera en ello.

El fútbol permitió a Puskas escapar de Hungría, una tierra que nunca olvidaría y a la que volvió cuando cayó el muro, para regalarle un poco de la magia que siempre tuvo. Los que le conocieron dicen que siempre lo dio todo, llegando al punto de arruinarse. El destino le tenía guardado un último partido, después de seis años olvidando una vida cargada de éxitos, ayer nos dejó Pancho Puskas: genial jugador y mejor persona.

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