domingo, noviembre 26, 2006

Aquel verano (I)


En una Málaga pasada y atemporal se situa la historia de “El Camino de los Ingleses”, antes que una película de Banderas, una novela de Antonio Soler.

El paso de la adolescencia a la madurez, dirían algunos… el verano que nos cambio para siempre. A escasos kilómetros de la Nerja de Chanquete y “Verano Azul”, unos muchachos al borde de la mayoría de edad van a la piscina, se enamoran, ríen, beben y sobre todo sueñan con un futuro lleno de posibilidades.

Como libro es un tanto irregular, pero contiene momentos muy brillantes, en los que puedes llegar a sentirte muy identificado: la derrota, el triunfo, los amigos, la envidia, el miedo, amores imposibles que se hacen realidad y desvanecen con la misma facilidad, esa dignidad del que busca mirar a la cara a los demás a toda costa.

Miguelito Dávila, Luli Gigante, la Cuerpo, el Babirusa, Paco Frontón, Moratalla, el Garganta … Soler construye un universo propio, plagado de personajes reales o que podrían serlo, de esos que todos hemos conocido alguna vez.

Dante y su “Divina Comedia” son la tabla de salvación de un mundo gris, un libro capaz de dar esperanzas a un moribundo, que sueña con ver las danzas de su diosa de la misma forma que Carlito observaba bailar a Gayle bajo la lluvia, con los ojos del que sabe que todo aquello es demasiado perfecto para poder durar.

Al final todo se reduce a realismo mágico a la española, el tiempo es todo lo que nos queda, los recuerdos de una etapa pasada, nuestros sueños y lo que siempre quisimos ser, sin atrevernos a perseguirlo como si fuera lo único que tuvieramos.

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