miércoles, agosto 01, 2007

Y además NO es imposible


"Nunca le sustituimos de forma satisfactoria pero encontramos a otras personas con otras cualidades distintas. Me costó mucho tiempo comprender que esa es una manera de afrontar una pérdida tan buena como la que más."

Nick Hornby, "Fiebre en las gradas"


Cuenta la leyenda que la persona con la que sueñes en la noche de San Juan será el gran amor de tu vida. No sé si para que se cumpla el hechizo es necesario colocar algún objeto debajo de la almohada o llevar puesto un pijama color salmón.

La Noche de San Juan del 98 soñé con la mujer de mi vida, en el sueño sabía que era ella, que no quería a ninguna otra. Pero ella me rechazaba y cuando parecía que iba a caer víctima de un huracán de nostalgia, miedo y confusión: aparecía otra chica y me salvaba.

A la mañana siguiente me levanté inquieto, era época de exámenes y gracias a Clemente nuestra selección había vuelto a hacer el ridículo en el Mundial de Francia. Para colmo de males había sido uno de los pocos pringaos que se había comprado el PC Selección Española de Fútbol, lo que comprometió seriamente mis resultados académicos y me iba a condenar a un verano chapando sin aire acondicionado.

Unos cuantos años después, durante unas vacaciones en Santander me invitaron a un botellón en la playa del Sardinero. En aquel sarao había algunos conocidos y muchos desconocidos. Por aquella época me gustaba alternar las copas de escocés con sprite y de ron-cola.

Me acerqué a la zona de avituallamiento líquido para servirme mi segunda copa (primera de ron-cola). Mientras esperaba cívicamente mi turno me di cuenta de que tenía una chica al lado. La miré, me miró y le dije: "Te invito a una copa".

Ella se rió y en seguida comenzamos a hablar. Fue uno de esos momentos en los que el tiempo se para, conectas con una desconocida como si la conocieras de siempre y sabes de sobra que cuando vuelvas a la cama te será imposible conciliar el sueño.

Las horas pasaron deprisa, me contó que estudiaba ingeniería pero su gran pasión era el teatro, que actuaba en una pequeña compañía y que eso le hacía sentirse viva de verdad. Me conquistó con su sencillez, simpatía, belleza imperecedera y, sobre todo, diciéndome que no había visto la película "El Padrino" pero que había leído la novela de Mario Puzo.

Una sonrisa perenne y un leve gesto de incomodidad bastaron para que me diera cuenta de que aquello era demasiado bonito para ser verdad. Tenía novio pero no estaba allí, me habló de él con cierto hastío, como si fuera víctima de uno de esos atávicos matrimonios de conveniencia.

No soy la clase de hombre que se interpone en la felicidad de otro, pero esta vez vi el cielo abierto sobre mi cabeza. Lo intenté porque sabía que puede que después de esa noche ya no tuviera más oportunidades y porque era una de esas veces en que la única opción honrosa era morir matando.

Por supuesto me rechazó, alegando que su vida era demasiado compleja, que ella era extremadamente complicada, que no le podía hacer eso a su novio, que yo le caía muy bien pero ...

No le dejé acabar con los tópicos, preferí irme a tumbar en la arena y soñar con que pronto amaneciera. Cuando me alejaba me topé con Sonia, una chica de mi grupo de amigos que supo encontrar la frase adecuada: "¿qué tal?"

Le hablé de mis recientes calabazas e intento consolarme con palabras cálidas y alejadas del guión de la noche. Supongo que Sonia siempre me había gustado, pero que por miedo a resquebrajar la unidad del grupo, nunca se me pasó por la cabeza intentar nada con ella.

Me di cuenta de que en aquel momento todo valía y, además, percibí que me había estado observando toda la noche, puede que incluso antes. No soy nada perspicaz, rara vez entiendo las señales no verbales, pero esta vez me di cuenta de que aquellos ojos grises no mentían.

Aproveché el reguero de adrenalina derramado sobre mi cabeza minutos antes y le eche el valor necesario. Empecé a decirle lo que había estado callando demasiado tiempo. La situación era perfecta, las palabras fluían, la brisa del mar nos envolvía, haciéndonos olvidar que en aquella playa hubiera alguien más ... pero si que había más gente.

Un amigo dotado con el don de la inoportunidad vino a interrumpirnos y el clímax se vino abajo. Sin solución de continuidad, la noche acabó poco después y me fui a casa con la agridulce sonrisa del que pierde, pero lo ha dado todo sobre el terreno de juego.

En las semanas siguientes tuve algunos momentos de intimidad con ella, pero entre medias siempre aparecían (física o espiritualmente) segundas, terceras, cuartas y hasta quintas personas. Han pasado ya unos cuantos años y cada día me alegro más de que aquello nunca llegara a ninguna parte.

A veces la solución a nuestros problemas está más cerca de lo que creemos ... otras veces, si sabemos esperar, conocemos a alguien mucho mejor que aquella a la que nos predestinó un sueño místico en la Noche de San Juan.

3 comentarios:

nayade dijo...

me encanta esa canción de garbage, por cierto, tenemos gustos musicales muy parecidos (a tenor de lo que escribes en tu perfil).
magnífico post, transmite paz.

crooner79 dijo...

La canción es lo mejor de su último disco, que es un recopilatorio y en el que queda claro que son capaces de lo mejor y de lo peor.

Pedro Fernaud Quintana dijo...

que tal David P. Moreno (asi te conozco por ESPEJO DOBLE). Soy Oscar, un buen amigo de Pedro, que ahora mismo esta borracho en un albrgue de Roma, sin acentos en el teclado. Acabo de leer tu relato y me ha gustado, quiza porque me ha recordado alguna experiencia vivida, o alguna que me hubiera gustado tener. siempre es agradable leer una experincia cercana a tanttos kilometros de casa. Lo que esta claro es que como en Espana no se sta como en ningun lado y que nuetras experiencias compartidas son siempre mas nostagicas. No quiero exceder mi comentario, asi que simplemete decir que me gustan tus historias y qe coincido en varios puntos de tu vision del universo. Nos vemos mas alla del Rubicon.