domingo, abril 13, 2008

Winner, winner, chicken dinner!


Hay caras que aunque las veas por primera vez, te resultan familiares y hacen que te sientas bien porque se parecen mucho a otras que significaron algo para ti en el pasado. "21" es un producto palomitero que esconde una historia que no pasaría del telefilme barato, si no fuera porque nos resulta familiar, a través la fotografía de "El Indomable Will Hunting" y los lugares más comunes de Cambridge y Boston.

El MIT y Las Vegas son las dos caras de una misma moneda de la suerte de 50 centavos. La politécnica más prestigiosa del mundo está a tiro de avión de la Ciudad del Vicio, creada por "El Pocero" Moe Greene en mitad de un desierto-secarral. Al igual que Homer, nuestro sueño siempre fue ser Croupiers en una mesa de Blackjack, para poder gritar aquello de "¡A ganar, a ganar, pollo para cenar!". Nuestro alter ego esta vez es Jim Sturgess, que no deja de tener un inquietante parecido con Unax Ugalde.

Kevin Spacey y Larry Fishburne son dos leyendas venidas a menos, tanto en la realidad como en la ficción. Dos actores que deberían estar coleccionando oscars y a los que, como mucho, se les ve de vez en cuando en productos alimenticios o en hitazos de taquilla como esta, que seguro les devuelve algo de notoriedad en el mundo de los actores on fire.

La guapa esta vez se llama Kate Bosworth, que interpreta a una ingeniera aeronáutica de expediente inmaculado, que recarga adrenalina haciendo de señuelo en el noble arte del conteo de cartas. Su cara nos suena de haberla visto en alguna película cuyo nombre no logramos recordar, algo que no nos pasará cuando volvamos a entrar en el bostoniano T, que en nuestro subconsciente estará ya siempre ligado a su reconfortante sonrisa.

La banda sonora de "21" tiene vida propia, desde el minuto cero con el "Time to Pretend" de los MGMT hasta el último con el "You Can't Get What You Want" de los Stones. En el camino de Boston a Vegas van pasando por allí LCD Soundsystem, la canción de "Cuestión de Sexo", Mark Ronson con Kasabian y hasta la omnipresente Rihanna. Un buen popurrí para pasar un buen rato en una película diseñada para pasar un buen rato.

Su metraje esconde un par de reflexiones sobre lo miserable que es a ratos la vida de los estudiantes de ingeniería, y lo bien que lo pasarían forrándose en Las Vegas y gastándose unos cuantos billetes en limusinas, suites y clubes de alterne. El único riesgo es acabar atado en una de silla en mitad de un almacén abandonado, echando de menos chapar, que siempre es mejor que tener a un matón cuidador de casinos con ganas de reventarte su puño en lo más profundo de tus entrañas.

No hay comentarios: