domingo, abril 20, 2008

¡¡ Demente Sentado: Demente Avikingado !!


Por cortesía de Pete, bajo una vez más al parquet donde juegan los del Ramiro, con la sensación de que puede ser la última. Nubes negras de descenso a la LEB y desaparición institucional se ciernen sobre el equipo con mayor número de deportistas federados de todo el país. Lejos de la resignación, se impone una revolución: habrá que ganar los tres últimos partidos o morir en el intento.

"Estos no ganan a nadie", me dice Charlie, el mismo que se tragaba con cuchara los Estu-Forum a solateras en el Palacio, sabiendo de sobra que algún día sería él quien los narrara desde las cabinas de comentaristas. Un rictus serio se puede leer en su mirada cuando acaba el partido: parece que la fiesta terminó. Lo único bueno es que parece que el Fuenla se ha salvado de la quema, lo que nos garantiza unos cuantos partidos en directo en años venideros y a Pete, seguir disfrutando de la geografía baloncestística española cada dos semanas.

En el metro de vuelta a casa, la Demencia se consuela a sí misma con unos cánticos tan ebrios como incesantes, ellos saben que lo fácil sería ser del Madrid, casi tan fácil como no tener resaca el día después de no haberse emborrachado. Pero ellos eligieron otra cosa: animar a un equipo gane o pierda, sin criticarle porque saben que las imperfecciones del Estu son las suyas propias y ni puta falta les hace ser tan perfectos como otros que presumen de títulos.

Han pasado casi 18 años desde aquel primer Estu-CAI y, pase lo que pase en los próximos 3 partidos, no cambiaría todo este tiempo siguiendo a los del Ramiro, por 6 o 7 ligas, unas cuantas Korac ni todas la Euroligas del mundo ... Ser del Estu es otra cosa: más allá del ganar o perder es donde se construyen las leyendas de equipos que eran mucho más que una colección de jugadores en busca de triunfos: el Espíritu del Estu y de la Demencia jamás morirá.

domingo, abril 13, 2008

Winner, winner, chicken dinner!


Hay caras que aunque las veas por primera vez, te resultan familiares y hacen que te sientas bien porque se parecen mucho a otras que significaron algo para ti en el pasado. "21" es un producto palomitero que esconde una historia que no pasaría del telefilme barato, si no fuera porque nos resulta familiar, a través la fotografía de "El Indomable Will Hunting" y los lugares más comunes de Cambridge y Boston.

El MIT y Las Vegas son las dos caras de una misma moneda de la suerte de 50 centavos. La politécnica más prestigiosa del mundo está a tiro de avión de la Ciudad del Vicio, creada por "El Pocero" Moe Greene en mitad de un desierto-secarral. Al igual que Homer, nuestro sueño siempre fue ser Croupiers en una mesa de Blackjack, para poder gritar aquello de "¡A ganar, a ganar, pollo para cenar!". Nuestro alter ego esta vez es Jim Sturgess, que no deja de tener un inquietante parecido con Unax Ugalde.

Kevin Spacey y Larry Fishburne son dos leyendas venidas a menos, tanto en la realidad como en la ficción. Dos actores que deberían estar coleccionando oscars y a los que, como mucho, se les ve de vez en cuando en productos alimenticios o en hitazos de taquilla como esta, que seguro les devuelve algo de notoriedad en el mundo de los actores on fire.

La guapa esta vez se llama Kate Bosworth, que interpreta a una ingeniera aeronáutica de expediente inmaculado, que recarga adrenalina haciendo de señuelo en el noble arte del conteo de cartas. Su cara nos suena de haberla visto en alguna película cuyo nombre no logramos recordar, algo que no nos pasará cuando volvamos a entrar en el bostoniano T, que en nuestro subconsciente estará ya siempre ligado a su reconfortante sonrisa.

La banda sonora de "21" tiene vida propia, desde el minuto cero con el "Time to Pretend" de los MGMT hasta el último con el "You Can't Get What You Want" de los Stones. En el camino de Boston a Vegas van pasando por allí LCD Soundsystem, la canción de "Cuestión de Sexo", Mark Ronson con Kasabian y hasta la omnipresente Rihanna. Un buen popurrí para pasar un buen rato en una película diseñada para pasar un buen rato.

Su metraje esconde un par de reflexiones sobre lo miserable que es a ratos la vida de los estudiantes de ingeniería, y lo bien que lo pasarían forrándose en Las Vegas y gastándose unos cuantos billetes en limusinas, suites y clubes de alterne. El único riesgo es acabar atado en una de silla en mitad de un almacén abandonado, echando de menos chapar, que siempre es mejor que tener a un matón cuidador de casinos con ganas de reventarte su puño en lo más profundo de tus entrañas.

lunes, abril 07, 2008

Peplum del nuevo milenio


De entre las joyas de la HBO, todavía me faltaba por ver "Roma" y fue en Semana Santa, la época por excelencia para los peplum, cuando me puse al día con un intensivo de la segunda temporada vía Cuatro. No fue difícil actualizarse, estaban los de siempre (Julio Cesar, Marco Antonio, Octavio, Cleopatra ...) y algunos personajes adosados, como Lucio Voreno y Tito Pullo.

Esta serie es al Imperio Romano lo que "La Pasión de Cristo" para la Iglesia Católica, si hubiera un sumo sacerdote de los Romanos, este tipo diría de la serie de la HBO: "Así es como tuvo que ser". La sangre se mezcla con el sudor, el barro y el semen para mostrarnos una sociedad tan viciosa como traicionera: la prehistoria de la Cosa Nostra, un buen puñado de mafiosos que ni siquiera sospechaban lo que eran.

La BBC también esta de por medio, los actores son bastante desconocidos, un elenco coral de tipos en toga sin otra aspiración que recrear un imperio en el que había tantas divinidades como ansias de justicia subjetiva. Los patricios se pasaban por la piedra a unos esclavos cada vez más rebeldes. El humor absurdo es la actualización de un género que resucitó con "Gladiator" y que con "Roma" ha alcanzado su máximo esplendor, la serie es tan buena que no necesita ser perfecta para enganchar hasta a los que no les atraigan mucho las de romanos.

El culebrón disfrazado de obra maestra es el ingrediente secreto de una serie que no se toma demasiado en serio a sí misma. Le sobra presupuesto y habla de algo que conoce todo el mundo, su mérito están en contarlo de otra forma: con más violencia, sexo y malas artes. Detrás de los sospechosos habituales, Voreno y Pullo construyen su historia como protagonistas que pasaban por allí, al más puro estilo Forrest Gump, haciendo constante apología de la amistad y la fidelidad a unos colores.

Condenada a la madrugá por falta de audiencia, esperaremos impacientes la tercera temporada, con las sandalias puestas y ganas de reverdecer viejos laureles: esos que nos contaban los libros de Sociales y veíamos cada Semana Santa en los Peplum de toda la vida, excelentes somníferos a la hora de la siesta

sábado, abril 05, 2008

Shangri-La



Los de Birmingham se hicieron esperar todo lo que sus desconocidos teloneros les permitieron, una sensación de duda razonable flotaba en el selecto ambiente de unos pocos miles de jóvenes escapados de sus frustradas y ligeramente emancipadas vidas, que llevaban esperando desde el mítico concierto de los Killers para reeditar unos gritos irreproducibles mientras votaban al son de una música no bailable.

El acento indescifrable del líder de los Editors lanzaba "Gracias" y "Holas Madrid" a un respetable que seguía preguntándose que hubiera hecho con su entrada si aquella tarde se hubiera jugado un Manchester-Madrid, puestos a elegir entre el placer sensorial y la devoción a unos colores (o la ausencia de ellos).

Acudimos a nuestra cita con las cenizas volátiles de Ian Curtis, esta vez las palmeras de La Riviera nos permitirían oler como crece la música del segundo mejor grupo de las islas (¿después de los Artic Monkeys?). El loco del escenario respondía al nombre de Tom Smith y no paraba de subirse al piano y los bafles, para demostrarnos que estaba más en forma que nosotros, que ya no tenemos 20 años.

Sonaron 20 canciones muy parecidas, a ratos era obligado dudar entre la repetición, el déjà vu y los temazos de un par de discos redondos. Fueron de menos a más, obligando al público a gritar mucho más fuerte que cuando capoteaban en la plaza de toros del Coco Loco, oyendo como futuros jugadores del Olimpiakos perdonaban vidas y dejaban apuntarse tantos a las lugareñas.

El talento sin garra no vale gran cosa, a los Editors les sobra de ambos, sus voces de ultratumba resuenan en nuestras conciencias de tipos demasiado jóvenes como para haber vivido los mejores años de los Cure. Un cover es lo que Hector del Mar llamaría "recordar es volver a vivir", si los homenajeados son Bobby Smith y los suyos, ese "Lullaby" es mucho más que una declaración de intenciones. "Control" fue lo que nunca se echó de menos en una noche inolvidable en la que 2500 privilegiados pudimos mojarnos las barbas en el mejor sonido post-punk del Planeta.

Satisfechos como un cochinillo salvado de la parrilla, nos fuimos a casa con la sensación de que cuando vas a un concierto es importante saberse las canciones que van a sonar. Nacimos demasiado tarde para admirar a los Joy Division y demasiado pronto como para no entender sus frustraciones.