martes, agosto 29, 2006

Sin perder el juicio


La primera vez que ves a Vin Diesel caracterizado en "Declaradme Culpable" te preguntas qué clase de broma es esa. Cuando te enteras que esta basada en una historia real y el director de la cinta es Sidney Lumet sospechas que tal vez se esconda algo interesante dentro de ella.

Empieza como la típica película de mafiosos, con cierto toque de parodia. El personaje que interpreta Diesel se comporta como un payaso con escasa gracia. Pero al final te das cuenta de que la cosa iba en serio, y su temática es de lo más interesante: habla de la traición, la fidelidad y no se cansa de recordarnos que una de las peores cosas que se puede ser en la vida es un soplón.
En un género más que trillado, Lumet propone algo nuevo y lo hace con la maestría de quien dirigió "Serpico" y "Tarde de Perros" hace ya tres décadas. El viejo zorro, por muchos Oscars honoríficos que reciba, morirá con las botas puestas. Le queda cuerda para rato y sabe que hoy en día pocos tienen su capacidad para dirigir películas con trasfondo.

El genial Peter Dinklage vuelve a demostrar en esta cinta que su talento es inversamente proporcional a su tamaño. Su interpretación es la templanza personificada, ejecutando un ejercicio de dignidad y comprensión perfectos. Su personaje consigue que en los momentos más ridículos de Diesel no tiremos la toalla y mantengamos intacta la esperanza de que la película no va a ser tan mala como a ratos parece.

"Declaradme Culpable" narra la historia de un multitudinario juicio RICO - uno de esos legalismos que los yankees se inventaron para cazar a los mafiosos. Diesel se cansa de su abogado y acaba defendiéndose a sí mismo, al principio con exabruptos y al final con oficio. Hay muchas clases de héroes de película y en esta Diesel no necesita enseñar los músculos para reencarnarse en uno de los menos habituales: los que no se venden.

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