viernes, agosto 18, 2006

La Roja de la ÑBA


Mañana empieza un mundial de baloncesto en el que por primera vez España es una seria aspirante al título. Dos hombres tienen la llave para convertirnos de una vez por todas en los más grandes: Pepu Hernández y Pau Gasol.

Los que no pudimos ver las Olimpiadas del 84 y tuvimos que ver las humillaciones de principio de los 90 ante las Angolas o Chinas de turno, no acabamos de creernos que nuestra selección de baloncesto pueda conquistar una medalla en un mundial o juegos olímpicos, sobre todo después del fiasco de Atenas 2004.

Desde el año 2001 la selección ha conseguido alegrarnos el final de verano, viendo como Gasol, Navarro y CIA, se codeaban con los más grandes con el mismo descaro con que se proclamaron campeones del mundo junior en el 99.

El quinteto de la roja se puede recitar de memoria por cualquier aficionado: Calderón, Navarro, Jiménez, Garbajosa y Gasol llevan jugando juntos seis veranos y se entienden como si llevaron haciéndolo toda la vida. Tres de ellos estarán el próximo año en la mejor liga del mundo, los otros dos podrían acompañarles allí sin despeinarse.

Calderón se sabe uno de los mejores bases españoles de la historia. Tras una mediocre primera temporada en Toronto, el extremeño se encuentra en su salsa con la roja puesta. Volverá a poner toda su inteligencia en la pista para guiar al equipo hasta lo más alto.

Navarro se volverá a reivindicar como uno de los mejores europeos que aún juegan en el viejo continente. Su juego, a ratos intermitente, volverá a ser crucial para marcar las diferencias entre un buen equipo y un equipo campeón.

Jiménez, tras un año a la deriva por culpa de los cantos de sirena desde la acera de enfrente, vuelve a ser el señor de los intangibles: un picapedrero de la zona con un careto que no gustará a los metrosexuales, pero sin el que los jugones no podrían lucirse y nuestra selección aspirar a todo.

Decir que Gasol es el mejor baloncestista español de la historia es una perogrullada. Es un lujo que siga viniendo a jugar con la selección, aunque ahora solo sea cada dos años. Pau es un ganador que no se conforma jamás, una mente privilegiada en un cuerpo de Goliat. Al principio no era santo de mi devoción, pero sus ganas de darlo todo con la roja y sus greñas de maratoniano eremita le han convertido en uno de mis favoritos.

Garbajosa es un crack. A sus 28 años el de Torrejón se muda a Toronto a demostrar a los gringos que desde Sabonis no ha habido otro pívot con su visión de juego y lanzamiento exterior. Volverá a decidir partidos y a liderar el equipo en la sombra.

Felipe Reyes, partiendo desde el banquillo, se encargará de mantener el prestigio de la estirpe indomable que el gran Alfonso fundó. Sergio Rodríguez aprovechará su magia para demostrar a los escépticos que tiene talento de sobra para jugar en la NBA. Rudy nos volverá a dejar pasmados con sus destellos y su capacidad para revolucionar choques adversos. Little Gasol se dejará la piel en la cancha para que los japoneses sigan confundiéndole con su hermano. Cabezas y Berni Rodríguez ya han saboreado las mieles del triunfo este año y no se piensan conformar con el típico quinto puesto. Hasta Mumbrú lo dará todo para dejar claro que merece jugar con los demás y volverse a vestir de merengue.

Esta generación es la que creció viendo como Magic, Bird y Jordan cambiaban para siempre el destino del baloncesto. Son los mismos que escuchaban atentos las narraciones de Trecet, Barthe o Montes; pensando que ellos también tenían derecho a estar entre los más grandes. Siguiendo su camino que le ha llevado de los patios de colegio a las canchas de 20.000 espectadores, Pepu Hernández guiará a buen puerto a los de la ÑBA, aprovechando como nadie los recursos de sus jugadores.

Entre los oponentes más fieros estarán el Dream Team descafeinado de Krzyzewski, la Alemania de Nowitzki, los tau-argentinos y los siempre cicateros griegos. No tenemos que tener miedo a ninguno de ellos, hay que romper de una vez la maldición del cruce de cuartos y demostrar que la mejor generación española de la historia merece estar en lo más alto.

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