sábado, marzo 11, 2006

Carta al Más Alla


Jim Sheridan es uno de los directores que mejor ha sabido reflejar el espíritu de Irlanda, el país celta reconocido como el mejor de todo el mundo para vivir. Películas como “Mi pie izquierdo”, “En el nombre del Padre” y “The Boxer” nos mostraron la realidad de un país marcado por su carácter indómito, nunca dispuesto a aceptar la ocupación inglesa.

Con “En América” Sheridan abre una nueva página en su filmografía, esta vez sin la inestimable colaboración de Daniel Day Lewis, pero con unas guionistas que le conocen como nadie: sus propias hijas. El director irlandés logra reinventarse a sí mismo trasladando la acción a Nueva York y dejándose seducir por dos maestros de las historias neoyorkinas: Spike Lee y Paul Auster.

Del genio del cine de color Sheridan toma prestada la ambientación de los barrios bajos de la ciudad que nunca duerme. La fotografía recuerda por momentos a la de “El verano de Sam” o “La Última noche”, ya que aunque se perciben la delincuencia y los ambientes marginales, estos son elementos secundarios y que no deben distraer al espectador del auténtico mensaje de la película.

Paul Auster es al realismo mágico lo que Magic Johnson y Larry Bird al baloncesto: se encargó de revitalizarlo profundamente en la década de los 80 y todo el que se produce hoy en día está influenciado por él. Sheridan y sus hijas acuden a la ciudad de Auster a coquetear con el realismo mágico en las calles del maestro. Y lo hacen de forma sutil, para que el espectador ni siquiera se de cuenta de que está siendo hechizado. Recurriendo en ocasiones, para despistar, a falsos guiños al Midas de Hollywood, como son esos pequeños homenajes a E.T, que abundan en la película.

La familia Sullivan emigra a América con la esperanza de una nueva vida, que les haga olvidar la muerte de su hijo pequeño. Samantha Morton está esplendida, como siempre, en el papel de madre cariñosa, sufridora e inasequible al desaliento. Paddy Considine interpreta con solvencia al padre de familia, angustiado por la culpa en la muerte de su vástago e incapaz de mostrar suficientes emociones para ejercer su profesión de actor.

Las hermanas Bolger son el gran descubrimiento del film, los ojos de las pequeñas nos llevan de la mano en todo momento por ese universo nuevo, tan alejado de las verdes tierras irlandesas como estas dos niñas de cualquier miedo. Son ellas las que obligan a abrir la puerta al ángel de la guarda de la función, el genial Djimon Hounsou, que en su papel de Mateo nos vuelve a demostrar que en el cine, como en la vida, las cosas no suelen ser lo que parecen; que los en apariencia más fieros suelen esconder a los más dóciles, y que hay que dar una oportunidad a las personas antes de desecharlas, aunque parezcan sádicos caníbales y sus hogares recintos aptos para sacrificios sangrientos.

Los Sheridan se encargan de recordarnos en esta película que siempre es pronto para bajar los brazos y que la mayor responsabilidad que tenemos para con nuestros seres queridos muertos es continuar nuestras vidas de la mejor manera posible, recordándoles siempre con alegría y en sus mejores momentos. Para ello utiliza a las niñas, que como portadoras de la inocencia nos hacen volver a creer en la magia, en la formulación secreta de deseos y en ayudas inesperadas que suplen las carencias del elitista sistema sanitario americano.

En resumen “En América” es una más que recomendable adquisición para todos aquellos que disfruten con el cine de Jim Sheridan, el realismo mágico de Auster o que simplemente quieran conservar en sus videotecas una película sencilla y relajante, de esas que te dejan la sensación de ser mejor persona cuando acabas de verlas.

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