domingo, marzo 19, 2006

Borrón y cuenta nueva


Hace unos diez años un compañero de clase me dejó un libro que acababa de leerse, su nombre era “Trainspotting” y hacía poco se había estrenado una película con el mismo nombre. La historia iba de un grupo de jóvenes heroinómanos escoceses, sus chanchullos y peripecias diversas.


Aquel libro me gustó mucho, no tanto por lo que contaba como por lo bien que estaba escrito. El autor utilizaba varios narradores, lo que daba mucho ritmo a la novela, y los diferentes puntos de vista te daban una visión global de lo que iba contando.

Hace unos meses me enteré de que existía una segunda parte de “Trainspotting”, se llamaba “Porno” y los creadores de la primera película estaban esperando que los actores originales envejecieran para rodar la secuela. En poco tiempo me hice con un ejemplar de “Porno” y después de leerlo puedo asegurar que esta a la altura de su predecesor.

Irvine Welsh nos trae de nuevo a los jóvenes de Leith, ya entrados en la treintena y que hace tiempo dejaron atrás la heroína. Algunos de ellos la han cambiado por la coca y otros simplemente van tirando como pueden.

Sick Boy, Spud, Renton y Begbie repiten como narradores en “Porno” y a ellos se une la enigmática Nikky. Esta chica es una de las claves de la historia. Universitaria, bulímica, aficionada al sexo y las drogas blandas, la joven Nicola se convertirá casi sin quererlo en estrella del porno.

El protagonista principal de esta entrega es Sick Boy, eternamente enredado en sus trapicheos y manipulando siempre que puede al resto de personajes. Su obsesión por Renton le hará volver una vez tras otra al pasado sin prestar suficiente atención a los nuevos tejemanejes que se trae entre manos.

El desaparecido Renton vuelve tras su destierro forzoso en Ámsterdam, dejando atrás su pasado yonki, para reconvertirse en formalito novio enamorado. Todo ello sin perder su tendencia natural a estafar al personal.

Recién salido de la cárcel, Franco Begbie sigue siendo el mismo de “Trainspotting”, su peculiar sentido del humor, o mejor la ausencia de él, volverán a convertirle en una especie de mártir de la ultraviolencia. Las descripciones que Welsh hace de sus pensamientos psicópatas son de lo mejor del libro y le hacen un personaje tan detestable como imprescindible.

Spud pierde protagonismo en esta continuación, pero se reivindica como tipo que de puro bueno acaba convirtiéndose en tonto. Aunque tome menos drogas, sigue siendo el mismo colgado de siempre. Su ausencia de maldad hace que se le acabe cogiendo cariño.

Hay otros secundarios que redondean la historia, y que hacen que este libro sea uno de los mejores que he leído últimamente. Welsh sigue siendo el mismo escritor gamberro de siempre, y con “Porno” vuelve a demostrar que tiene una capacidad innata para engranar historias escatológicas. Es inevitable que al leer sus libros te parezca estar deambulando por las calles de Edimburgo o deseando tomar unas pintas de Guinness en cualquier Pub escocés de mala muerte.

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