martes, mayo 13, 2008

Eterno Giggs


Una Premier más y ya son infinitas. De pequeño coleccionaba cromos de la liga y en el Sabadell había un tipo que se llamaba Hicks, mi ingenuidad infantil me llevó a pensar que era el mismo que años después vestiría para la eternidad la camiseta de los Diablos Rojos y marcaría una época, o dos o tres o las que hagan falta.

Futbolista precoz, si algo siempre le ha retratado sobre el campo son sus inagotables ganas de ganar, una sed de triunfos y de notoriedad como se han visto pocas en el deporte contemporáneo. En una época en que los cracks mediáticos acaban convirtiéndose en orondos fiesteros compradores de besos de dudosa condición sexual, Giggs es un ejemplo de como escapar a las tentadoras garras de la desidia, de como convertir la reinvención de uno mismo en rutina y levantar más copas en los palcos que en la barra de los pubs.

Siempre ha sido y será la prolongación de Ferguson sobre el campo, el rudo escocés se mimetiza en fino estilista galés, para deleite de los aficionados de medio planeta, que asisten embobados al espectáculo de la inmortalidad futbolística. Él fue ese extremo que volaba por la banda izquierda para ponerle en bandeja los goles a Cantona, a Van Nistelrooy y a todos los que iban pasando por la delantera de Old Trattford. Un día se dio cuenta de que ya no era tan rápido y se reconvirtió en Dragón Rojo Fantasiasta, explotando la calidad que le sobra y marcando goles imposibles con la fiereza del ariete más letal.

Tom Jones, Anthony Hopkins y Catherine Zeta Jones son los tres galeses más universales, pero en las tierras de las colinas verdes y los celtas verdirrojos, Giggs es un mito, porque todo el mundo sabe que con él la selección inglesa hubiera ganado algún título, pero él prefirió anclarse en su tierra, ser siempre un asimilado y luchar contracorriente, en busca de clasificaciones imposibles para las grandes citas, sabedor de que cada partido es una batalla y la derrota no es más que un estado de ánimo.

Un personaje inspirador, que jamás se esconde en el campo, un mito en los vestuarios que cada noche sueña con levantar otra Copa de Europa, con seguir haciendo historia y que acepta su suplencia con resignación, sin protestar; porque sabe que cada minuto que le queda como futbolista es un homenaje a sí mismo, al trabajo y a la suerte que le han coronado y le harán ser recordado como uno de los más grandes de la historia del fútbol. La Eternidad es la suma de los minutos de Giggs sobre el cesped del Teatro de los Sueños.

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