viernes, diciembre 07, 2007

Pensaba que eras de oro, pero eres insoportable



Ocho años han pasado desde que, al pie de una roca medanera, le prometí a un buen amigo escribir una anti-apología del móvil. En este tiempo todos hemos tenido al menos 3 o 4 terminales, de diversos colores, tamaños y formas. Algunos hasta trabajamos indirectamente durante un lustro para el principal operador del país, a ratos desde lo más profundo de las minas de Moria.

Hace unas semanas, buceando por Internet, me encontré una página finlandesa que vendía anti-móviles, es decir, inhibidores de frecuencia como los que jodieron el marcador electrónico del Palacio, el día que a los principes se les antojó asistir a un partido del Eurobasket. Su funcionamiento es sencillo y permite crear un potente ruido blanco gaussiano multifrecuencia, que impide operar a cualquier móvil situado en varios metros a la redonda.

Cuando estaba en primero de carrera, había un tipo que iba con su zapatófono a clase. Le llamábamos indistintamente "El del móvil" o "El pirata", porque se dedicaba al noble arte del pirateo de juegos de ordenador y consola, con una estupenda relación calidad precio. En un par de años la mitad de los alumnos ya tenían un móvil y al año siguiente el 90%.

El móvil cambió nuestra forma de relacionarnos con el mundo y sobre todo con los demás. Se acabaron los plantones fortuitos, las llamadas inoportunas se multiplicaron, los operadores se forraron con los/as novios/as que necesitan saber en todo momento la ubicación y actividad exacta de sus parejas, ya no necesitamos volver a llevar boli y papel para apuntar números de teléfono, nunca más habría primeras llamadas a teléfonos fijos en los que te respondían padres iracundos que te preguntaban quién y por qué llamabas a su hija ...

Nuestra vida era mucho más complicada y, a la vez, mucho más relajada sin el móvil. Es una forma de esclavitud como otra cualquiera, pero a la vez, viene bien cuando el coche te deja tirado o tienes que llamar para decir que vas a llegar tarde a un sitio. Esta bien pasar de él de vez en cuando y/o mantenerlo apagado por un tiempo. Yo desde que me compré el inhibidor no me canso de cortar conversaciones ajenas en el bus, el tren o los aviones, sobre todo de los que vocean o simplemente cansan con sus monólogos que no van a ninguna parte.

Pues eso, seguid mi consejo y haceros con un inhibidor de frecuencia, igual que un día nos metieron con cuchara el móvil, llegó la hora de devolverle el favor a las todopoderosas operadoras: el aire es de todos y las frecuencias también. Os guste o no UMTS es el mayor fiasco de la historia de las telecomunicaciones ... a seguir robando.

No hay comentarios: