jueves, febrero 15, 2007

¿Recibes lo que das?



Quiero que en mi epitafio ponga que fui el único español que se compró el disco de los New Radicals. Han pasado ya casi ocho años desde que me lo compré y todavía hay emisoras que siguen poniendo "You Get What You Give", sin duda, un clásico de finales de milenio.

Chema Rey se hartó de pinchar la cancioncilla al comienzo del Bulevar durante meses. Corría el año 99, una época que siempre recordaré como de transición, aunque no sabría decir bien hacia que. Creo que el disco me lo compré en mayo, poco antes de los exámenes y se convirtió en la banda sonora ideal para un descalabro.

Aquel verano mis huesos acabaron en tierras chicharreras para surcar olas de viento medanero a lomos de mi tabla de surf imaginaria. A ritmo de salsa y bachata se nos fue curtiendo la piel, como les crece el hematocrito a los ciclistas que entrenan en altura o acaban fundidos los futbolistas que hacen la pretemporada en Suiza, Austria y similares.

El curso baloncestístico 99-00 fue uno de los más duros y apasionantes que recuerdo. A parte del anillo de los Lakers, cada viernes del primer cuatrimestre tenía clase de inglés a eso de las 11 de la mañana. A mi grupo le tocó en un aula con mesas redondas, de esas que teníamos en parbulitos para que pudiéramos hacer trabajos manuales con plastilina.

Cada viernes aprovechábamos la clase para comentar lo que íbamos a hacer el fin de semana, echar unas risas e introducirnos en el fascinante mundo de las apuestas deportivas. Lo habitual era que fiscalizaramos todo lo que sucedía ese fin de semana (fútbol, baloncesto, motos, F1, ciclismo ...) para hacer una apuesta combinada que se pagaba en copas.

Estábamos tan ocupados en las clases, que no hacíamos mucho caso a la profesora. Un día llegó a nuestros oídos que había que hacer un trabajo que contaba la mitad de la nota de la asignatura. La cosa iba de inventarse un producto y hacer una campaña de publicidad.

Como no sabíamos nada de anuncios y no nos apetecía hacer el trabajo, lo dejamos para el penúltimo día. Era la semana antes de las vacaciones de Navidad, así que cuando nos juntamos para hacerlo acabamos organizando una cena para el día siguiente.

Al final decidimos trocear la presentación que teníamos que hacer, para compartir la humillación. No me acuerdo muy bien de que iba mi parte, lo que si recuerdo fue que elegí "You Get What You Give" como musiquilla de nuestra campaña.

Así que, el día de autos me planté delante de toda mi clase con la cinta en la que había grabado la canción de Greg Alexander, la puse en el casette y cuando dejó de sonar hice uno de los mayores ridículos de mi vida. En lugar de explicar mi parte, la leí, porque no me la sabía y eso de hablar en público nunca fue mi fuerte.

Esa misma noche mis compis y yo celebramos nuestro fracaso brindando con lambrusco y acabando la fiesta con unas mujeres que no eran gran cosa, pero que nos invitaron a desayunar a su casa. Al final, como decían los New Radicals, siempre acabas recibiendo lo que has dado.

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