lunes, junio 01, 2009

La figura del crack mediático en nuestra sociedad


Hoy comienza una nueva etapa para el madridismo, en la que Florentino P. vuelve a tomar el timón de una nave a la que dejó tirada en mitad de un océano de mediocridad. La gran pregunta es si Floren ha aprendido de sus errores, sus declaraciones de los últimos días no dejan muy claro este tema, solo el tiempo dará y quitará razones.

Cuando apareció en el 2000, fue capaz de echar a Lorenzo Sanz, presidente de un equipo campeón de Europa, pero que nadaba en un mar de irregularidades deportivas y económicas. El fichaje de Figo fue capital para desestabilizar del todo al Barça y devolver la ilusión a una afición que en un par de años había visto ganar más Copas de Europa que en los treinta anteriores.

Aquel verano del 2000, todavía eramos "tiernos" universitarios, sin ingresos ni responsabilidades. Cuando iniciábamos las salidas en Goya, era inevitable hablar de Floren y sus promesas de madridismo superlativo. Cuestionábamos la forma en la que echó a Redondo y soñábamos con otra manera de hacer las cosas, apalancados en cualquier esquina del Parque Juan Bravo, sabiendo que aquella noche seguramente acabaríamos en Gatsby y que el Madrid volvería a ser campeón de Europa en breve.

Floren se sacó de la manga un modelo económico en el que los billetes fluían a raudales, pero su modelo deportivo perdió muy pronto el norte, si es que alguna vez lo tuvo. Su maquinaria mediática nos hizo creer que todo se acabaría arreglando, hasta que estalló por los aires en febrero de 2006.

Después de unas elecciones esperpénticas, en las que ganó la opción que parecía menos mala, han venido tres años raros, de triunfos locales y fracasos internacionales. Algo parecido a lo que vivimos a finales de los 80 y principios de los 90, pero condensado en 1000 días, que acabaron con una orgía de cinco derrotas consecutivas y todo el hastío y la desidia que once tíos pueden poner sobre un terreno de juego.

Comienza una etapa de fichajes, especulaciones, noticias dudosas, ilusiones y decepciones. Todos somos nueve años más viejos (sobre todo Raúl) y hace mucho que perdimos la inocencia; pero todavía nos queda algo de esperanza, no en un modelo futbolístico a largo plazo, sino en triunfos inmediatos que nos hagan recuperar la autoestima futbolística; al fin y al cabo, el Madrid siempre ha sido como nosotros: la ley del mínimo esfuerzo rentabilizada hasta el extremo.

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