jueves, octubre 02, 2008

Inmortales en La Ciudad que NO Duerme


Cuando eres inmortal ves como tus hijos se hacen mayores y acaban convirtiéndose en tus mejores amigos, mientras tú ves pasar los días esperando a ese alma gemela que consiga hacerte envejecer y que te deje acabar con todo de una vez. Estas son las premisas de "New Amsterdam", una serie diferente surgida de un buen puñado de tópicos que no siempre conviene tomar a la ligera.

John Amsterdam es un misterioso poli de homicidios que ha vivido muchas vidas en una sola. Su instinto deriva de la experiencia, de haber pasado por varias guerras, crisis de todo tipo y miles de cambios que le han hecho afrontar la vida y la muerte con una perspectiva diferente. Cuando vas viendo morir a todos los que has querido, tu alma acaba estando tan podrida que la memoria ya no te deja dormir por las noches y la paciencia se te agota, entre tragos de alcohol que nunca llegarán a borrar todos los flashbacks que se amontonan en tu anciana mente.

Desde las cenizas de Times Square, el protagonista escruta los rascacielos de la Capital del Mundo, con la sensación de que el amor verdadero llegará en cualquier momento. Puede que se cruce con ella en el Metro o paseando por alguna avenida de nombre numerado. Las Malas Calles nunca perdonan la osadía de sus habitantes, sobre todo cuando desafían a la noche y a los malvados que matan por placer o venganza.

La compañera de Amsterdam representa la valentía de la juventud, esa manera kamikaze de enfrentarse a la vida cuando crees que aún te queda mucho tiempo, por mucho que te pases el día investigando crímenes y aguantando a un compañero colgado, que te habla de experiencias cronológicamente imposibles, como si lo hubiera vivido todo, lo supiera todo y nada estuviera fuera del alcance de sus recuerdos.

Los personajes secundarios redondean una serie perfecta, que no aspira a eternizarse, sino a dejar huella a largo plazo, a hacernos soñar con una inmortalidad que acabaríamos odiando, con unas almas gemelas al alcance de muy pocos, con una ciudad imprescindible que no te deja dormir cuando aterrizas sobre sus calles cuadriculadas, retorcidas y malditas.

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