domingo, octubre 21, 2007

Vuelta a casa



Casi siete años después volví a pisar el interior del Palacio de los Deportes. La pista de ciclismo ya no estaba, todo parecía nuevecito, pero no había ni rastro de la Demencia. Como en un teatro cualquiera, la gente observa con pereza como Memphis se merendaba a un Estu lampiño de espíritu.

Ya solo queda Jasen del equipo subcampeón de liga del 2004, a los demás los malvendimos o jubilamos. Pepu se llevó el espíritu inconformista de los que no tienen mucho dinero pero derrochan imaginación. Muchos extranjeros de talento cuestionable, anunciando falta de identidad y zozobra a una grada a la que le cuesta recordar tanto nombre nuevo.

Mariano de Pablos cuenta con la ayuda del anárquico liderazgo de un Nachocho trajeado, que nunca tuvo la oportunidad de medirse a los bigardos de la NBA. Memphis es una franquicia de perfil bajo, en la que Gasol seguirá exhibiéndose en busca de la forja de un destino en un equipo serio y con aspiraciones.

Con el número 2, Navarro parte desde el banquillo para demostrar que es un crack a los ejecutivos NBA que le han despreciado este verano. La motivación es grande, se trata de una cuestión de orgullo y de dinero. Le falta físico y le sobra talento, las pócimas mágicas del baloncesto profesional americano le harán ganar músculo y perder velocidad. El triple está más lejos, pero las bombitas seguirán entrando para sorpresa del Mutombo de turno, que ya machacaba los aros cuando Navarro todavía no había hecho la comunión.

Memphis le pasó por encima al Estu desde el minuto cero, volvimos atrás 20 años en el tiempo, solo que esta vez no eran los Celtics de Larry Bird los que invadían el Palacio, sino un equipo NBA de medio pelo condenado a quedarse fuera de los play-offs. El patio de colegio se convirtió en un improvisado ring y el equipo colegial en un sparring ataviado con el amarillo de los Lakers, en busca de alguien remotamente parecido a Kobe.

Mucha charanga en los tiempos muertos, un partido interminable coreado por los bostezos del respetable, que había pagado el doble para ver jugar a los del Metro, que sí que se llevaron por delante a Toronto. Volviendo a demostrar que la NBA es cada vez más terrenal, la brecha ya no es más que una rajita. El siguiente capítulo: los juegos de Pekín el próximo año.

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