domingo, octubre 07, 2007

McClane


Las pelis de la Jungla de Cristal marcaron nuestra adolescencia con esa mezcla de acción al límite e ironía devastadora. El personaje de John McClane es un antiheroe de acción típicamente atípico, un perdedor que siempre acaba salvando al mundo a la vez que mancha de grasa y sangre su camiseta de tirantes abanderado.

La cuarta de la saga es más de lo mismo, nada que no hayamos visto antes, pero que, a la vez, echábamos de menos por su carisma y su temática evocadora. Esta vez la cosa va de ordenadores, de como todo nuestro mundo se puede ir a pique si alguien se hace dueño y señor de las máquinas que hacen girar todas las ruedas de nuestra civilización.

Un McClane analógico es obligado a solventar una crisis digital, por su habitual afición a estar en el lugar menos adecuado a la hora señalada. Bruce Willis ha envejecido con su personaje más memorable, el que le confirmo como estrella efervescente más allá de la luz de la luna y de la influencia del resucitador de mitos Tarantino.

John McClane es pura aceptación de su destino, por lo visto su familia no le traga y él sigue a lo suyo, convertido en detective senior del NYPD, dispuesto a esquivar toda la mierda que los malos le vayan echando en su camino. No hay que buscarle demasiado sentido a los coches voladores o a la trepa de ascensor: son solo una excusa para que McClane escupa sus chascarrillos sarcásticos.

Convertido en un viejo cascarrabias que empieza a ver cerca lo de ser abuelo, el protagonista de la Jungla de Cristal nos vuelve a demostrar que sigue en forma y que con un par de personajes que le den la réplica y unos cuantos efectos especiales, es capaz de recaudar más que nadie en un mundo en el que hace tiempo se dejó de apreciar el sabor de unas palomitas recién hechas acompañadas de una película sin otra pretensión que la de entretener.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena crítica, si señor! Vi la peli la semana pasada y no ofrece nada nuevo, pero la echaba de menos.
"yupikaiyi"
Señor Fo.