miércoles, septiembre 17, 2008

Historias de París


La lectura perfecta en un trayecto aéreo hacia la Ciudad de las Luces (y las sombras) es "Historias de Londres" y la única razón por la que es perfecta es su autor: Enric Gonzalez. Este ecléctico crooner es un enamorado, un enamorado de su profesión, de su mujer Lola y de unas cuantas ciudades elegidas, en las que vivió unos años y a las que su imaginación siempre permanecerá ligada.

Tirado en una cama demasiado grande, a escasos metros del Parque de los Príncipes, ese sitio en el que Ginola nos cosió a balazos, uno puede llegar a darse cuenta de que ha viajado demasiado ... o demasiado poco. En un país extraño te puedes convertir en otra persona, olvidarlo todo sin dejar de ser tu mismo por un solo instante.

Las historias de Enric están al cabo de la calle, constituyen una guía de viajes novelada que incluye todo lo que no necesitas saber para visitar una ciudad, pero que harán de la estancia una experiencia única. El cronista juega con una capacidad infinita de admiración por todo lo diferente, por lo que hace de Londres la City más apasionante del mundo: la pompa y circunstancia, el alcohol y la mugre, la Pérfida Albión a la que no debemos nada y que tampoco nos debe más.

Lo que distingue a Enric de Boyero o Millás es la ausencia de mala baba, esa Ataraxia que él atribuye a Dean Martin, una serenidad para aguantar lo que venga y disfrutarlo, sabiendo que por cada mal momento habrá al menos uno bueno, siempre que tengamos el valor suficiente para seguir adelante sin miedo, dispuestos a enfrentarnos a los avatares del destino.

La escritura de Enric es sencilla y nos reconcilia con el mundo, su recurso estilístico favorito es la historia inédita, una para cada esquina del planeta y demostrando que cuando escribes, puede mucho más lo que cuentas que como lo cuentas. E.Gonzalez puede dedicar unas líneas a cualquier tema y lugar, no es una cuestión de erudición, sino de saber reconocer y aprovechar donde acaba lo que sabes y comienza la imaginación.

Con los ojos del cronista, es imposible sentirse un extraño en París, recorriendo bulevares y plazas con la sensación de que de todas tus visitas a Francia, esta ha sido la menos mala, de que pronto volverás y acabarás lo que empezaste en un par de horas perdido en la Ciudad de las Luces (y las sombras).

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