viernes, julio 18, 2008

Hacia rutas Macabeas I: Tel Aviv Blues


Tel Aviv es la ciudad del equipo al que el Estu derrotó en los cuartos de final de esa Euroliga en la que alcanzó la Final Four. Aquella vez pisamos el parquet del Palacio, de la misma forma que hace tan solo unos meses hicimos lo propio en el Telefónica Arena, en el que parecía el último partido del Estu en la ACB que veríamos en directo.

Siempre hay lugar para la esperanza y en pocos lugares de la tierra este mensaje está tan claro como aquí. Esta urbe ejerce de capital in pectore, por el miedo que infunde a las embajadas la salvaje y santa Jerusalén; y es una suerte de Benidorm judía, en la que la tradición Kosher se mezcla con una playa espectacular y una ciudad que jamás duerme.

Los controles de seguridad son infinitos para poder llegar a este país, pero al final merecen la pena. Son tan mediterráneos como nosotros o más, gente mestiza en la que las narices rotundas se mezclan con rasgos moriscos y nos hacen sentirnos como en casa… cuando vemos alguno de nuestros primos lejanos sefardíes.

Son tan radicalmente pragmáticos como, a ratos, educados. El instinto de supervivencia rige sus vidas por unos senderos en los que la ultra-venganza no es más que el miedo a otro Holocausto, o las ganas de, por una vez, ser ellos los que golpean primero. El Krav Maga resume la filosofía vital de un pueblo que se enfrenta a su fátum con artes marciales en las que de cada cuatro golpes, tres son patadas en los huevos.

Hoy es Sabath, y me acuerdo del Nota y de Walter, sobre todo porque me he enterado de que existe una religión que venera esa peli de culto a la que le debo más de un post. Frente al paseo marítimo de Tel Aviv, devoro unos calamares que no saben como los españoles, pero que había que probar, tomándomelo con calma, con la nula prisa del turista laboral que hace unas horas pisó por primera vez Asia. Nada más llegar al hotel, he bajado a darme un baño en el mar con la ansiedad de un Muchacho que llevará cinco años sin pisar la playa; y la esperanza de divisar en el horizonte, las torres de Txetejoyosa.

Hace dos semanas peinaba las calles en las que la Gestapo y la Stasi camparon mucho tiempo a sus anchas; hace apenas siete días hacía piernas subiendo y bajando los escalones de nuestra Capital; mañana pisaré por primera vez Tierra Santa; y en dos semanas más estaremos visionando la Feria del Alvariño de Cambados ©(viaje patrocinado por Fortasec). No sé si como decía el anuncio de Cuatro “Somos lo que hemos viajado”, pero lo que esta claro es que: "Hemos viajado lo que somos". Un abrazo muy fuerte desde la otra punta del Mare Nostrum.



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