miércoles, febrero 25, 2009

Adictos a la condescendencia



Sentado, esperando para machacar, Rudy invocó el espíritu de Fernando Martín, que desde hace dos décadas sobrevuela todas las canchas donde un español bota un balón de baloncesto. Las lágrimas que derramamos aquella tarde de diciembre, sirvieron para bañarnos en el coraje y la ilusión de que algún día nosotros seríamos los más grandes en ese y la mayoría de los deportes de equipo cuyas reglas entendemos.

El paraíso no está exento de obstáculos, muchos son los que se cruzan en tu camino con la intención de minar tu moral, no valorar tus mates con el mismo rasero que a los miembros oficiales del stablishment, decir que Rudy lleva puesta la camiseta de Ricky Martin ...

El circo de la NBA lo es más que nunca en el fin de semana de las estrellas, ese que veíamos cuando eramos pequeños con la narración de Trecet, que nos lo vendía como algo retransmitido desde otro planeta, al que jamás nos invitarían porque no eramos dignos de pisarlo. Unos pocos pioneros (Trail Blazers) clavaron una pica en los todopoderosos States y el baloncesto profesional empezó a desangrarse, a perder su carácter divino para convertirse en kriptonita, nuestro coto privado de caza.

¿Merece la pena quedarse en la NBA? Habría que preguntárselo al Chacho, a Garbajosa o a Navarro. Los tímidos y siesos gestos de Pau en la presentación del All Star Game, son los de un español de pura cepa, de los que aprendimos en el colegio que los excesos gestuales y la sobreactuación conducían a merecidas palizas en los recreos y levantar demasiado la mano en clase era suficiente para convertirte en un paria social adolescente, de los que disfrutan saliendo a la pizarra y hablando en público.

Los Concursos de Mates están más amañados que el Pressing Catch, lo importante es que la grada se dio cuenta y se lo hizo notar con sus abucheos a los ineptos y corruptos miembros del jurado. Ya no quedan intocables en el baloncesto, el 2012 es el año en que ganaremos la medalla de oro olímpica. Esa noche Rudy no se acordará de los que puntuaron bajo sus mates, porque estará pensando en Fernando Martín, que seguirá velando por los intereses de nuestro basket desde el Más Allá, como lleva haciendo las dos últimas décadas.

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