viernes, noviembre 07, 2008

Hay veces


"8cho citas" es la enésima prueba que demuestra lo complicado que es hacer una película coral aburrida. Por ella desfilan decenas de personajes encadenados en ocho cuentos que van de lo romántico a lo casual, pasando por lo surrealista o hiperrealista. Si no te sientes identificado con alguno de sus protagonistas, es que no eres humano.

Los escenarios son los de nuestro amado Madrid, esas calles que conocemos tan bien, en las que tanto hemos disfrutado y que siempre han estado ahí para consolarnos en nuestras horas más bajas. La familia juega un papel fundamental en todas las citas, hasta en las que no aparecen expresamente. Los amigos servirán de paño de lágrimas o reivindicarán nuestra moral hundida tras una cita infructuosa.

Raúl Arévalo, el "Sean Penn Español", esta condenado a interpretar a personajes diferentes y esta vez se convierte en un enamorado de un ligue de una noche, un idealista de tomo y lomo, capaz de moldear su realidad hasta convertir excentricidades en patrones de comportamiento lógicos. Suyo es uno de los cuento más rocambolescos, de los que más se te queda grabado.

Javier Pereira interpreta a un Muchacho abandonado, capaz de entrar a todas las chicas de una discoteca si va lo suficientemente trozaken. En su etílico camino, Pereira estará acompañado por su particular núcleo fundacional: sus dos amigos de toda la vida, que nunca dejarían en la estacada a un colega sometido a un desengaño amoroso de dimensiones bíblicas.

Hay quien piensa que la inmadurez emocional se cura con el tiempo, que cuando te haces mayor todo se aclara en nuestras cabezas, pero en "8cho citas" se vuelve a mostrar que no, que muchas veces las inseguridades de la adolescencia nos persiguen el resto de nuestros días y tenemos que aprender a vivir con ellas, o morir en el intento.

Hay que ver "8cho citas" porque entretiene e ilustra a partes iguales, porque indaga en esos áridos rincones de nuestro inconsciente colectivo, en nuestras mayores cagadas y nuestras pequeñas victorias. Nos hace acordarnos de todas esas historias que ocurrieron hace años y esas otras que vamos escribiendo cada día.

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