Robert Müller es un portero de Hockey de 28 años y padre de dos hijos pequeños. En el año 2006 se le detectó un gliobastoma en el cerebro, un cáncer muy agresivo y de rápido crecimiento que consume la vida en muy poco tiempo. En lugar de venirse abajo, Müller afrontó la enfermedad con entereza y tras una operación en la que se le extirpó parcialmente el tumor, volvió a las pistas de hielo tres meses después.
Lejos de quejarse por su suerte, el bueno de Robert declaró "Soy muy afortunado. Sé que me queda algo del tumor dentro, pero tengo que ser positivo". En su regreso ayudó a su equipo a conquistar el subcampeonato de la liga alemana y tuvo la oportunidad de defender los colores de su selección en el Mundial de Canadá.
Robert siguió con su vida de deportista, con sus entrenamientos y dedicándose en cuerpo y alma a su gran pasión, el hockey hielo. Sin embargo, el pasado verano, en una revisión rutinaria, el cáncer volvía a hacer acto de presencia y esta vez más grande y agresivo que antes.
Müller volvió a pasar por el quirófano, pero esta vez tampoco se pudo extirpar el tumor en su totalidad y los restos que quedan le oprimen las venas del cerebro cada vez con mayor vehemencia. De hecho, los médicos que le tratan se han dado por vencidos, algo que aún no ha hecho Müller, y tan sólo le auguran siete semanas de vida. Según su oncólogo: "La mayoría de los pacientes de este tipo de enfermedad no supera el año de vida y tan sólo el 3% alcanza los cinco años".
Ni siquiera 50 días de vida y Müller sigue con la misma alegría de siempre. "Sólo pienso en el hockey", dice. "Ahora mi único objetivo es disputar el arranque del Campeonato alemán y agradecer de esta forma a mi equipo la confianza que han depositado en mí", prosigue el portero germano, que reconoce no tener dolores ni minusvalías para poder seguir jugando. Aunque avisa de sus intenciones: "Quiero que se me trate como al resto de mis compañeros, no quiero jugar por compasión".
martes, noviembre 18, 2008
Si no hubiera mañana
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sábado, agosto 23, 2008
El Final de una Época
Siempre fantaseamos con el día en que alguien de nuestra edad empezara a jugar en Primera División, esa fecha se pierde ya en la noche de los tiempos y, seguramente, forma parte de aquella época en la que la generación del 79 hizo a España campeona del Mundo sub-20 en Nigeria.
El reverso de tan glorioso debut era el día en que uno de los nuestros emprendiera el camino de la retirada. Aún no hemos cumplido los 30 y sospechamos que ya son muchos los que tuvieron que colgar las botas por unos motivos o por otros.
Cuando nosotros emprendíamos el iniciático verano que dividía el BUP del COU, una joven vitoriana con nombre de patrona Madrileña y apellido de héroe de la mitología hispana, afrontaba sus primeros juegos olímpicos con la misma ilusión e incertidumbre con la que nosotros visitábamos los primeros garitos, bebíamos nuestras primeras copas y sonábamos por primera vez con princesas de la noche que nos liberaran de nuestra inmensa inseguridad adolescente.
Mientras nosotros empezamos a quemar etapas vitales sobre los adoquines de alguna universidad maldita, Almudena Cid cumplió nuestro sueño de visitar las Antípodas y lo hizo además formando parte de nuestro equipo nacional, en unos juegos olímpicos espectaculares, inaugurados por la mismísima Kylie sobre una carroza blanca y que nosotros siempre recordaremos por haber oído la final de fútbol subidos en un taxi, de vuelta a casa en otra aciaga noche en el Cats, una más de aquel fatídico año 2000.
Por fin perdimos de vista la universidad y empezamos a ganarnos las habichuelas en alguna multinacional de las que enclaustran a becarios y personal externo en las catacumbas de sus monumentales edificios. En uno de aquellos veraniegos días de jornada intensiva, nos fuimos al baño y ya no volvimos más, seducidos por los cuartos de final de baloncesto en los que los americanos nos crujieron y mandaron a casa antes de tiempo.
A pocos metros de aquel pabellón de la cuna del olimpismo, una joven española de 24 años escribía con letra estilizada en el libro de la historia del deporte, clasificándose para su tercera final olímpica consecutiva, en una disciplina tan exigente y sectaria como la Gimnasia Rítmica.
Oteando en el horizonte la barrera psicológica de la treintena, medimos con mucho cuidado cada uno de nuestros siguiente pasos vitales, con miedo a olvidarnos de hacer algo, algo que ya no podamos hacer con un 3 como primera cifra de nuestra edad. Timoratos, nos tomamos más en serio que nunca el Carpe Diem, convirtiéndonos en una sombra nerviosa de los que eramos hace una década.
Mientras nosotros seguimos peleando con nuestro peculiar "Otoño de las Certezas", Almudena Cid sigue ahí, donde siempre ha estado: mostrándonos toda su magia desde el tapiz de unos juegos olímpicos, haciendo historia en un deporte que le ha dado todo y al que le ha dado todo, cerrando con lágrimas de oro la puerta de una carrera espectacular, cuyo éxito no se mide en números sino en momentos, recordándonos que lo más importante siempre fue participar y que ya nunca más habrá una gimnasta como ella. Digamos adiós como se merece a una de las mejores deportistas españolas de todos los tiempos: con la sonrisa de los que aprendieron de ella como cerrar etapas de la mejor manera posible.
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domingo, agosto 17, 2008
Siempre Nadal
Una vez más, Nadal ha vuelto a demostrar que es el deportista español más grande del momento, llevándose un oro que ha peleado como si fuera lo más importante que hay en el tenis, como si no hubiera ganado hace unas semanas Roland Garros y Wimbledom. No me cabe la menor duda de que pasará a la historia como el deportista más grande que ha dado este país. La clave de su éxito: su mentalidad a prueba de bombas.
Ayer tarde el Redeem Team se bajó los pantalones y le meo en la cara al campeón del mundo de baloncesto. Fue una derrota vergonzosa y humillante de la que solo se salvó Felipón, que reivindicó los enormes cojones de su hermano Alfonso, el mismo que puso en órbita a Gasol y compañía en el Europeo de Turquía 2001. Sin Alfonso Reyes, el baloncesto español no estaría viviendo desde hace 7 años su edad de oro; y con Pepu Hernández en el banquillo, ayer no hubiéramos caído como perros contra nuestro máximo rival en el torneo.
Aíto es perro viejo y sabrá sacar máximo partido de las heridas, aunque hay errores que ya no podrá corregir, como haber convocado a jugadores medio lesionados. Si el Chacho hubiera estado ayer sobre el parqué, hubiera aprovechado la ocasión para recordarle a McMillan que es un profundo gilipollas que jamás ganará nada en la NBA. En su lugar y con su número estaba un tal Raül, que en lugar de pasar el verano como todos, quemando fotos del rey y limpiándose el culo con la bandera española, ha sido invitado a hundir a un equipo ganador con el gafe y mal karma que le han acompañado durante toda su carrera deportiva..
Con su triple cero (0 puntos, rebotes y asistencias) ante los americanos, Raül ha vuelto a reivindicar su retirada perpetua de la selección. Si quiere que siga jugando en la sección de baloncesto del Real Madrid Club de Fútbol, seguro que lleva a los blancos a ganar tantos títulos como en la última temporada. Con ese nombre y siendo financiado por los socios del Madrid, es inevitable acordarse del "antes conocido como 7 de España", otro cacique al que le gusta hacer tapón para que no jueguen jugadores jóvenes mucho más talentosos, que deberían haberle jubilado hace años y al que en el momento que le echaron de la selección, hizo campeona de Europa a España, por la mera desaparición del mal rollo que genera su grotesca jeta y actitud en cualquier vestuario.
Estos están siendo los juegos de Phelps, de Bolt y de los Chinos; pero también es obligado quitarse el sombrero ante nuestros medallistas tapados como "El Espadachín Bueno" Pirri, el incombustible e inconmensurable Llaneras, el sempiterno Deferr o las simpáticas Vivi Ruano y Anabel Medina, que por un momento nos han recordado que, a parte de a ganar prestigio y dinero, también se puede ir a los juegos a pasarlo bien con tus compañeros de equipo.
Aprovecho este post para dedicárselo al ilustre santaeugeniano y antiguo compi de colegio Arturo Casado, que habiéndose quedado a las puertas de la final de los 1.500, con sus declaraciones al terminar la carrera ha vuelto a dar una lección de su enorme clase como deportista y persona: "Más allá de lamentarme por no estar en la final, me considero afortunado por haber participado en estos juegos, corriendo en este espectacular escenario y representando a mí país".
Habiendo estudiado en el Ciudad de Valencia, es probable que el bueno de Arturo se viera envuelto en algún lanzamiento de huevos a los pijos del Zazuar, ese tipo de actividades imprimen carácter ¿verdad Felipón? Aprovechando que ya está en Pekín ¿No podríamos darle el 11 de la roja de baloncesto a Casado y mandar al puto Raül López a dar 1 millón de vueltas a la pista del Nido de Pájaro? Seguro que todos saldríamos ganando.
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Etiquetas: baloncesto, deporte, ÑBA
domingo, agosto 10, 2008
Reconciliación
La emoción de ver ganar la primera medalla de unos juegos reconcilia a cualquiera con un deporte proscrito en el que este año solo existe un país: el nuestro. El Dream Team del ciclismo ha venido a comérselo todo este año, con un estomago casi lleno y ganas de llevarse a todos por delante, sobre todo si son gabachos y cuestionan la limpieza de nuestros deportistas.
Nunca antes oí hablar del tal Samuel Sánchez, un "tapado" con ínfulas de crack, preparado mentalmente para dar una estocada definitiva en los últimos metros de un circuito mitológico, bordeado por la Gran Muralla China. Samuel jamás había oído hablar de Confucio y si no estuviera ganando medallas en Pekín, tendría su hueco en el descenso del Sella, bebiendo Sidra a dolor y recordando con nostalgia sus pillajes de cinco minutos, entre culín y culín.
Los de Pekín son los juegos de la hipocresía, el mirar para otro lado y ocultar la mierda debajo de la alfombra: para justificar los negocios con una potencia mundial ligeramente antidemocrática. "Business is Business" y aunque los deportistas no lleven publicidad en sus camisetas, la normalidad se compra con monedas Chinas, ceremonias inaugurales de extrema plasticidad y un buen puñado de records del mundo.
"La Conversación" se convierte en la gran decepción, la película descatalogada más esperada de la historia ha sido devastada por el paso del tiempo y es inevitable acordarse de "The Wire", que tampoco es un prodigio de innovación en los gadgets, pero le saca 20 años de adelanto en esto del espionaje psico-tecnológico.
Una tarde de extremo calor te reencuentras muchos meses después con el Cine de la SER, allí hablan de una serie de TV remake de "La Conversación". El locutor se refiere a ella como sacrilegio e imposible de alcanzar las cargas de profundidad de la cinta de Hackman & Ford. Creo que me he perdido algo y no paro de pensar en otra serie, la de la HBO que contará los orígenes de Atlantic City y en la que participará el mismísimo Scorsese.
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domingo, noviembre 18, 2007
Me lo merezco
Una noche triunfal tras una larga travesía por el desierto, volviendo a casa le mandé un SMS a un amigo, para informarle de la trabajada goleada de la noche, acabándolo con un "Me lo merezco", que al día siguiente mi amigo tuvo a bien recordarme que era lo mismo que Michel le gritó a la cámara la noche que le clavó tres chicharros a Corea en el mundial de Italia 90.
¿Dónde acaban los méritos y empieza la suerte? La frontera es demasiado turbia para saberlo. Hace años leí un artículo en el que se contaba lo mucho que había mejorado Mista gracias a la práctica de la visualización y el pensamiento positivo. Eso fue en el 2004, la temporada en el que el murciano se salió jugando en el Valencia de Benítez. Desde entonces el bueno de Mista se ha consolidado como un jugador normalito tirando a paquete.
El libro en cuestión se llamaba "Entrenamiento Mental" y su autor Terry Orlick. En él se van explicando en que consisten las distintas etapas del "Círculo de la Excelencia": herramienta esencial para llegar a convertirnos en los mejores en nuestro deporte, trabajo o en la vida en general. Más allá de la venta de humo en estado sólido típica de los libros de auto-ayuda, sus páginas rebosan buen rollo y recitan unas cuantas perogrulladas que casi nunca nos habíamos parado a pensar.
Uno de los ejemplos recurrentes en el libro es Michael Jordan, sin duda uno de los mejores deportistas de la historia, capaz de aunar las mejores condiciones físicas, con la moral de un titán y una competitividad que rayaba en ludopatía. Si algo me ha impresionado siempre de MJ, son esas anécdotas de cuando tenía una mala noche, los periódicos neoyorkinos le daban cerita de la buena, Jordan se leía atentamente las críticas, y al siguiente partido metía 50 o 60 puntos, que, por supuesto, iban dedicados al oportunista plumilla de turno ... y a su santa madre.
La moraleja principal de "Entrenamiento mental" es que si en la vida miramos sólo hacia delante sin lamentos por el pasado, estamos siempre atentos a lo que pasa a nuestro alrededor y pensamos en positivo, tenemos muchas más posibilidades de que nos vaya bien, y de paso nos amargaremos menos la existencia. No hace falta ser un gurú deportivo para darse cuenta de ello, pero tampoco está de más que lo recordemos de vez en cuando.
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lunes, octubre 22, 2007
Nubes negras se ciernen sobre las islas
Malos tiempos para los hijos de la Gran Bretaña, en la última semana su selección de fútbol se ha quedado sin opciones de ir a la Eurocopa, el 15 de la Rosa ha perdido la final del mundial de Rugby, el enchufao Hamilton ha hecho el ridículo cuando estaba a punto de coronarse como el campeón más precoz de la Fórmula 1 y, para colmo de males, el retorno de las Spice Girls es ya una realidad.
La selección de McClaren (Steve) fue víctima del pésimo arbitraje de nuestro Medina Cantalejo, que en su juventud fue uno de los damnificados por el día ese en que todos los guiris salen a pegar a los hispanos que dicen que van a Londres a aprender inglés y acaban pasando todo el tiempo con otros castellano-parlantes. Que vueltas da la vida, hace un año los escoceses se tenían que conformar con apoyar - o desear la derrota inmisericorde - de la pérfida albión en el Mundial de Alemania, ahora parece que los del whisky se meterán sobrados en la Eurocopa, para escarnio de sus vecinos inventores del fútbol.
Hablando de invenciones de deportes, este sábado los ingleses tuvieron que ver otra vez como una antigua colonia les arrebataba el mundial de Rugby en la catedral del fútbol gabacho. El del balón-melón es un deporte de caballeros practicado por bestias y en el que, hoy por hoy, el Hemisferio Sur es muy superior al Norte. En España nunca acabaremos de entender sus reglas, pero a muchos nos fascina su mística, plagada de rituales como ese legendario tercer tiempo en el que los equipos unen sus fuerzas para dejar sin cerveza al bar de turno.
Con toda la ayuda del mundo, el repelente Hamilton se ha quedado sin su mundial. Alonso no cae bien a todos en nuestro país, pero el odio a Hamilton sí que es unánime. Este individuo ha logrado unificar un sentimiento nacional mucho más profundo que el del día de la banderita en el Barrio de Salamanca. Todos queríamos que Hamilton se piñara, para que se jodieran los que le habían estado literalmente empujando el monoplaza toda la temporada.
Días inciertos para los amos de la Commonwealth, que encima tendrán que soportar la vuelta a los escenarios de las chicas picantes. Por suerte para ellos, la BBC sigue siendo el último reducto de la grandeza que un día tuvieron y hoy se publica "Live Lounge 2", un disco de versiones emitidas en Radio 1, que a buen seguro hará las delicias de nuestro amigo Chema Rey.
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lunes, julio 30, 2007
Otra vez en lo más alto
El año que Indurain dejó de ganar el Tour nos empezamos a preguntar cuanto tardaríamos en volver a ver a un español coronarse en los Campos Elíseos: al final han sido 11 años, seguramente lo hubiéramos firmado en aquel verano del 96.
Me cae bien Contador por varias razones: es madrileño, parece un tipo sencillo a la par que simpático y la suya es una historia de superación, algo que siempre gusta en la vida y en el deporte. Si alguien tenía que ganar este Tour tan raro, me alegro de que haya sido él.
Hace cosa de un año ya hablé largo y tendido de lo que significaba el ciclismo para mí. Por primera vez en mucho tiempo, este verano he vuelto a ver etapas del Tour, aprovechando las ventajas de la jornada intensiva y de lo que serán unas vacaciones tardías.
El ciclismo se ha convertido en un reality show más, la gente lo ve haciendo apuestas sobre quien será el siguiente al que pesquen. Este año han pillado al principal favorito (Vinokourov) y le han dado la patada de forma sibilina al líder de la carrera (Rasmussen). Cada vez está más claro que en ciclismo victoria es sinónimo de doping.
Contador pasa a la historia como el quinto español que gana el Tour, la primera vez que lo ganó Indurain permanecí pegado a la pantalla de mi televisor, tragándome con cuchara la última etapa, las ceremonias, las entrevistas ... ayer mientras Contador se coronaba yo estuve viendo "Yakuza" una grandísima película de la que hablaré otro día.
Los gabachos ni con todo el EPO del mundo consiguen meter a un ciclista entre los 30 mejores de su carrera fetiche y, además, tienen que ver como un español la gana otra vez. Antes de acabar la ronda gala, sus tabloides ya empezaron a verter patrañas sobre Contador. Él dice que está limpio, yo creo que lo está tanto como cualquiera de los que llegaron ayer a París con él.
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Etiquetas: deporte
lunes, julio 09, 2007
Todo nos sabe a poco
Rafa Nadal es el mejor tenista español de la historia y también uno de los mejores deportistas que nos han representado jamás. Hace un par de años, viendo la final de Wimbledon en Gales, una británica no dejó de expresar con continuos grititos su admiración por el dios Federer, mientras vapuleaba a un Roddick que no le llegaba ni a la suela de los zapatos.
Cuando acabó el partido, me estuvo diciendo que Federer era el mejor tenista de la historia, que Wimbledom era el torneo más prestigioso, que el All England Club es una de las catedrales del deporte mundial ... típico rollo chovinista anglosajón, que ante la mediocridad deportiva de las islas se permiten el lujo de adoptar a un suizo (el tenista, no el bollo) como si fuera algo suyo.
No pude evitar sacar el tema de Nadal, la británica me dijo que el chaval era bueno, con esa condescendencia tan flemática de aquellos hijos de la Gran Bretaña, que todavía piensan que Europa se acaba en los Pirineos. Ayer Nadal dio una lección de tenis, pero sobre todo de coraje, lo mejor de su actuación fue el hecho de que por la tarde se encerrara en su habitación y no quisiera hablar con nadie. Nadal perdió un torneo que debía haber sido suyo y los campeones jamás deben conformarse con un segundo puesto.
Hace unos años nos hubiéramos dado con un canto en los dientes por llegar a esa final, pero las cosas han cambiado y mucho. Las generaciones nacidas a partir de la década de los 80 se han quitado todos los complejos y no paran de demostrarle al mundo que mucho más allá del buen tiempo y la gastronomía, en España se fabrican campeones con la misma facilidad que en las mejores factorias deportivas del planeta.
Nadal, Alonso y Gasol forman la santísima trinidad del deporte patrio. Mucho más allá de los infinitos anuncios televisivos que protagonizan, se esconde una mentalidad ganadora en la que el talento, el descaro y la disciplina mandan a partes iguales. Quieren ser los mejores y saben de sobra que pueden serlo, su moral es dura como una roca y no piensan conformarse jamás con un segundo puesto. Supieron aprender de los campeones pioneros de nuestro deporte y prefieren ser la regla que la excepción.
El próximo año, mientras los ingleses devoran fresas con nata desde las gradas, Rafa Nadal volverá a estar ahí, para aguarle la fiesta a Federer. El manacorí no se pondrá el trajecito blanco para recoger el trofeo, irá con su pinta habitual de Marc Lenders del siglo XXI, dispuesto a hacer añicos con su raqueta los relojes de cuco que inventaron los compatriotas de Roger en la misma época en que los valencianos Borgia dominaban el mundo, con esa mezcla de malas artes e inconformismo radical de los que no están dispuestos a achantarse ante nada ni ante nadie.
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Etiquetas: deporte
miércoles, agosto 02, 2006
Más madera
Indurain fue uno de mis primeros ídolos deportivos. Recuerdo con una sonrisa aquellas míticas etapas del Tour a principios de los 90 mientras el resto de la casa dormía la siesta. El tipo era, y sigue siendo, un auténtico soso, pero, a la vez, era el más grande. Aquellos cinco Tours consecutivos son uno de los hitos más gloriosos del deporte patrio y es muy difícil que alguna vez se igualen por uno de los nuestros.
Miguelón nunca fue un Carpanta de los triunfos de etapa, le gustaba ceder las victorias parciales a los que le ayudaban a subir las cuestas y él siempre fue a su ritmo, sin importarle mucho lo que hicieran los demás. No era un buen escalador, pero era imbatible contra el crono. Él fue el precursor de los campeones españoles sin complejos: Nadal, Alonso, Gasol y demás, tuvieron en su infancia un espejo en el que mirarse y pensar que ellos podían ser tan buenos como cualquiera en el mundo.
Lo que más recuerdo de aquella época es las tardes sin siesta pegado a la tele, aunque la etapa fuera un coñazo. Las noches de Larguero, cuando te contaban que estaban durmiendo en un colegio. Aquellos Giros que coincidían con los exámenes y las primeras tardes libres del verano. Los Tours hacían más soportable el calor y aburrimiento veraniegos.
La penosa última temporada en activo de Indurain nos intentaron vender que Olano era su heredero natural, pero a mí nunca me gusto. Me parecía un sucedáneo de Miguelón, un calzonazos con mucho menos coraje y talento sobre las dos ruedas. Mi nuevo ciclista favorito era italiano y se le conocía como "El Pirata".
La leyenda decía que Pantani era el mejor en la montaña porque odiaba tanto las etapas en alto que se esforzaba al máximo para que se acabaran cuanto antes. Aquel tour del 98 Pantani se subió a la chepa del aparentemente inexpugnable Ullrich y se coronó campeón, convirtiéndose en el primer especialista en la montaña que lo conseguía desde los tiempos de Perico.
Mientras, en la Vuelta, disfrutábamos de nuestro propio Pantani: el genial Chaba Jiménez. El avulense ejercía de Curro Romero del ciclismo, regalándonos victorias épicas en cimas inhóspitas como el Angliru. El Chaba nunca ganaría una gran ronda, pero jamás dejaría que nos aburriéramos en una etapa de montaña. Era un tipo carismático como pocos, al que con facilidad se le perdonaban su irregularidad y falta de ambición.
El amigo que me contó el positivo de Pantani en el Giro fue el mismo que me mandó un SMS el día que murió. El principio del fin de mi afición a este deporte coincidió con la descalificación del Pirata en la ronda italiana. Todos sospechábamos que aquellas míticas victorias en alto no eran sólo fruto de los spaguettis y filetes, pero no esperábamos que le pillaran dopado con la maglia rosa puesta.
Lo que vino a partir de entonces fue el rodillo de Armstrong. El superhombre que había vencido al cancer se convirtió en el máximo exponente del Sueño Americano. Un tipo capaz de derrotar a la muerte y de proclamarse campeón 7 veces en un territorio hostil, pero que cuanto más ganaba más antipático se hacía, hasta llegar a ser insoportable fuera de su país.
Las muertes de Pantani y el Chaba fueron muy tristes para el ciclismo, pero lo peor de todo es que nadie aprendió nada de ellas. El positivo de Landis es una muesca más en la debacle de un deporte que parece incapaz de tocar fondo del todo, aunque sólo sea para volver de una vez a la superficie.
No sé cuanto hace que no veo una etapa del Giro, la Vuelta o el Tour. El ciclismo profesional me da asco. Corredores, mánagers, organizadores, patrocinadores y aficionados tienen las manos manchadas. Todos miran para otro lado mientras se confirman las sospechas de que este deporte está adulterado por todas partes. Lo peor sin duda es que chavales sanos pongan en juego su salud por un puñado de euros.
Todo esto apesta, lo único que puede salvar al ciclismo es que los máximos responsables se replanteen la dureza de las etapas y la duración de la grandes vueltas. Es hora de que la UCI decida si quiere ser la cuna de una cuadrilla de superhombres narcotizados o una federación deportiva seria. Mientras el planteamiento de las etapas no cambie siempre habrá un Eufemiano dispuesto a proporcionar pociones mágicas a los ciclistas.
García: - Indurain: ¿te dopaste alguna vez durante tu carrera deportiva?
Miguelón: - Otro tema, otro tema ...
García: - Pero Miguel, responde, que te esta oyendo toda España.
Miguelón: - Otro tema, otro tema ...
Aquellas tardes frente a la tele estuvieron muy bien, pero yo al menos prefiero que la próxima vez que le pregunten esto a un campeonísimo del Tour pueda decir alto y claro: NO.
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Etiquetas: deporte
miércoles, mayo 24, 2006
El deporte está podrido
Las detenciones de ayer en el mundo del ciclismo y el Moggi-gate son solo la punta del iceberg, nuevas muestras de la escoria que rige el deporte mundial, un negocio muy rentable.
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Etiquetas: deporte
martes, enero 17, 2006
Fuerzas de la naturaleza
El Rugby nunca ha sido un deporte popular en España más allá de los círculos universitarios. Sin embargo es frecuente encontrarse con gente que viste zamarras de las selecciones de Inglaterra, Francia, Escocia o Nueva Zelanda. Sin entender las reglas de este deporte siempre nos ha atraído la imagen que proyecta al exterior.
Yo empecé a interesarme por el Rugby en el 95, en aquel año se disputó el Mundial de Sudáfrica en el que venció la selección anfitriona y hubo una figura que destacó sobre todas las demás: un gigante de 20 años, 1.96 de estatura y 120 kilos de peso, capaz de correr los 100 metros en 11 segundos y que respondía al nombre de Jonah Lomu. Sus galopadas por la izquierda quitándose de encima a los rivales hasta llegar a la línea de ensayo dieron la vuelta al globo. Había nacido el primer "mediático" del Rugby.
Jonah Lomu jugaba en los "All Blacks", la selección de Nueva Zelanda que es considerada por muchos uno de los equipos más legendarios del deporte mundial. La imagen de los All Blacks bailando la "Haka" antes de empezar sus partidos forma ya parte del imaginario colectivo. Los gritos feroces y las miradas sanguinarias a los rivales son la mejor representación de un deporte de bestias llamadas a comportarse como caballeros dentro del terreno de juego.
En aquel Mundial de Sudáfrica Lomu consiguió la friolera de 7 ensayos en 5 partidos, lo que le catapultó a la cúspide del Rugby mundial, los más puristas no le consideraban ni de lejos el mejor del mundo, pero era innegable que el público le adoraba por el espectáculo que daba en el campo. Después de aquel mundial Lomu se convirtió en el abanderado de una selección talentosa que se quedó a las puertas del título.
A finales del 96 a Lomu se le diagnostico un síndrome nefrótico, una rara enfermedad que afecta gravemente al funcionamiento del riñón y que ponía en duda su continuidad en el Rugby de alto nivel. A pesar de los riesgos que entrañaba Lomu decidió seguir jugando. Hasta llegar al Mundial de Gales en el 99 siguió con su estela de popularidad aunque con actuaciones más discretas tanto con los All Blacks como a nivel de clubes en la liga neozelandesa.
En su segundo mundial se vio de nuevo al mejor Lomu, esta vez ensayó 8 veces en 6 partidos y fue de lo poco que se salvó de unos All Blacks que fueron humillados por Francia en las semifinales del torneo. La popularidad de Lomu aumentó todavía más y se consolidó como uno de los deportistas más famosos del planeta.
A finales del 2002 saltó la noticia: la enfermedad de Lomu se había agravado y debía someterse a tres sesiones semanales de diálisis: tendría que dejar el Rugby. En 8 años al más alto nivel sus números hablaban por si mismos: 122 ensayos en 185 partidos disputados. Su única posibilidad de volver a jugar era un transplante de riñón. Después de una relativamente larga espera, en julio de 2004 se confirmó que Lomu había sido sometido con éxito al transplante.
Tras múltiples especulaciones sobre su regreso, el 10 de diciembre del pasado año Lomu debutó con los Cardiff Blues en Italia y apenas dos semanas después consiguió su primer ensayo. Su objetivo estaba claro: alcanzar el suficiente nivel competitivo para poder jugar con los "All Blacks" en el mundial del 2007. Tras Sean Elliot y Alonzo Mourning, Lomu se convertía en el tercer deportista de elite en volver a la competición tras ser sometido a un transplante de riñón, aunque en este caso el riesgo es más grande por la violencia inherente a su deporte.
La vuelta de Lomu es una gran noticia para el Rugby que recupera a uno de sus jugadores más carismáticos, pero sobre todo es un gran ejemplo de coraje ante las adversidades. Tal vez Lomu no vuelva ya a ser tan grande como fue, pero seguro que seguirá dando espectáculo y acrecentando aún más su leyenda y la de los míticos All Blacks.
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