Este es un pequeño homenaje a Carlos Boyero, uno de los principales inspiradores de este Blog y al que el Señor F. me presentó a través de la columna que podéis leer más abajo, en uno de esos viernes a media mañana, mientras disfrutabamos de los bocatas de calamares de la Plaza Mayor, en lugar de perder el tiempo asistiendo a clases en la universidad.
Digo veo, porque prudentemente he quitado el sonido del televisor. Están hablando de El Padrino 2, uno de mis amores inmarchitables, y mi humildad no quiere contagiarse de la sabiduría «garciana» y acabar «sabiendo casi tanto» de ella como el publicista de los vídeos de Warner.
El Padrino 2 me ofrece la lección magistral sobre la Historia, la Política, la Corrupción, el Poder, la Filosofía, la Psicología, la Soledad, la Familia, la Violencia, la Traición, la Decadencia. Algo que podrían haber firmado con orgullo Shakespeare o la tragedia griega. Estas cosas tan trascendentes están expresadas con hipnosis, magia, sabiduría, inteligencia, complejidad y belleza deslumbrantes.
Es capaz de lograr que sienta infinita piedad hacia un monstruo del que me han mostrado su grandeza y su miseria. Se llama Michael Corleone. Me contagia su indescriptible sufrimiento cuando comprende que su hermano le ha traicionado. A él, que sacrificó todos los principios morales de su juventud en nombre de la Familia. El rostro hierático de Pacino se contrae, su mirada sangra, agacha la cabeza y la cubre con una mano mientras que la otra sujeta temblorosamente un cigarrillo.
Me siento tan desolado como él cuando besa al hermano y le grita: «Has roto mi corazón, Fredo», cuando cierra implacablemente la puerta de la casa familiar a esa decepcionada esposa que ya no puede seguir amando al Mal, la soledad cósmica y la inconsolable tristeza de ese poderoso hijo de puta sentado en un jardín sombrío y rodeado de hojas secas, consciente de lo que perdió o mató para poder ganar, sus recuerdos de esa plenitud que jamás volverá, la muerte en vida, la terrible aceptación del destino, el horror abismal de ese verdugo, el trágico patetismo de esa víctima. En el prólogo hemos visto a un niño huérfano de todo que llega a «Lamérica», recluido en un hospital, arrullándose con una canción siciliana, balanceando sus pies, mirando con fascinación la Estatua de la Libertad. El epílogo posee idéntica grandeza estética y emocional. Esto es Arte, esto es Cine.
3 comentarios:
qué maravilla de artículo. sobran palabras.
por cierto, ¿puedes creerlo? aún no he conseguido el libro de bukowski, parece ser que hay mucha gente que lo compra por el sur, porque en todas las librerías que he preguntado me dicen 'solemos tenerlo pero no lo tenemos ahora'. con un poco de suerte me haré con él esta semana, si tengo agallas suficientes para coger mi bicicleta y esquivar los 50º que nos regala mi ciudad. si decido coger el coche mi pereza lo extenderá en el tiempo.
No me sorprende nada lo que me cuentas, el tío Buk está más vivo hoy que nunca, sobre todo al Sur de Despeñaperros.
Animo con ese calor y un abrazo para todos los cordobeses/as.
ah! dije que estaba en córdoba? :-)
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