Inconformista radical, ecléptico, irreverente, leal, irremplazable, rebelde con causa ...
Hace casi 18 años que asistí a mi primer partido de baloncesto, aquella tarde de Reyes en el Palacio, creí escuchar por la megafonía la palabra bazofia. Es imposible que no se me escape una sonrisa al pensar en aquella tarde y, sobre todo, en aquel jugador que en realidad se llamaba Nacho Azofra.
A los que me preguntan por mi dualidad (madridista en fútbol, estudiantil en baloncesto) les contesto que las dos secciones solo tienen en común el nombre y el color de las camisetas; y les recuerdo las palabras de Joe Arlauckas cuando dijo aquello de "El equipo de fútbol no gana nada, nosotros les estamos pagando la ficha".
Soy un estudiantil converso, no sabría decir cuando me convertí exactamente, lo que sí que sé es que en todos estos años ha habido un jugador que ha representado como nadie el espíritu del club y que hace tan solo unos días anunció su retirada definitiva.
Nachocho ha sido el máximo exponente de la filosofía estudiantil, basada en la cantera, el Ramiro, el alcohol, la Demencia y esas ganas de ir siempre contra corriente como buen salmonete. El secreto de la longevidad deportiva de Azofra no es otro que el no perdonar jamás la siesta después de comer, una costumbre que el que escribe también practica, en la medida de sus posibilidades.
El palmares de Azofra es el de la época dorada del club colegial: 2 Copas, una Final Four de la Euroliga, una final de la Korac y una final de la ACB. La dirección en cancha de Nachocho siempre se basó en una sabia combinación de una defensa impenetrable pero alegre y un contraataque showtimero: la esencia del baloncesto de unos toreros capaces de enfrentarse a cualquier morlaco, ya fuera en Jorge Juan, el coso de Vista Alegre o incluso en la mismísima CasaCampo.
Nunca echaremos lo suficiente de menos a este crack que me firmaba autógrafos a la salida de los partidos, cuando yo no era más que un tierno pre-puber y al que, hace tan solo unos meses, pude saludar y hacerme una foto con él después de un Fuenla-Estu.
Cuentan que a Azofra le robó la novia su mejor amigo, uno de esos traidores que se cambian de acera para poder ganar títulos. Nachocho nunca les guardó rencor, siempre fue partidario del "Si quieres a alguien dejalo libre ... si vuelve es que alguna vez te quiso de verdad" y, además, sabía de sobra que tanto su ex-novia como su supuesto amigo: en el pecado llevaban la penitencia.
En aquella tarde de Reyes de principios de los 90, yo no sospechaba que algún día todos llevaríamos en el bolsillo un móvil que nos permitiría fotografiarnos con nuestros ídolos de la infancia, tampoco sabía que aquel sería el primero de varias decenas de partidos inolvidables, que un día llegaría a ver en directo a los Lakers en Boston o que una tarde de julio tendría el honor de dedicarle un post al mejor jugador que ha vestido jamás los colores del equipo de baloncesto más carismático de Europa.
martes, julio 17, 2007
Nachocho
Publicado por crooner79 en 4:52 p. m.
Etiquetas: baloncesto, Estudiantes, leyendas
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