Hasta el año 89 nunca me había interesado mucho el fútbol, en mi casa no había tradición futbolera, y en los partidillos con los amigos siempre fui bastante paquete. Pero a finales de aquel año víspera de mundial comencé a interesarme por el deporte rey. En aquella época el Madrid reinaba en España, y en esa mágica temporada 89/90 hubo un jugador con nombre de torero, que destacaba por encima de los demás, vestía el número 10 y acabó convirtiéndose en mi primer ídolo futbolístico: Rafael Martin Vázquez.
En el vestuario madridista de la época convivían la Quinta del Buitre y la de los Machos, que fundó Hugo Sánchez. Mendoza presidía con su personal estilo un equipo en el que el mexicano ponía los goles, Michel y Gordillo los centros desde las bandas, Schuster equilibraba la medular y Ruggeri, Hierro y Sanchís eran los baluartes defensivos. El papel reservado a Martín Vazquez era el de maestro de ceremonias.
Se trataba de un jugador técnico, pero también trabajador, con visión de juego, disparo a puerta con ambas piernas y una capacidad física envidiable. Su posición natural era la de interior izquierdo o media punta. Aquel año Rafa hizo cosas que no se volvieron a ver en el Bernabeu hasta que aterrizó Zidane. Pero todo aquello no le sirvió para convertirse en uno de los mejor pagados de la plantilla, Mendoza prefirió fichar a Hagi antes que subirle el sueldo a Martín Vázquez.
Su salida del Madrid le granjeó fama de traidor pesetero en la afición madridista, que siempre ha primado el espíritu de sacrificio sobre el talento. A Martín Vázquez le pasaba lo que tantas veces a Guti: la grada no comprendía sus detalles de genialidad, mientras aplaudían y vitoreaban al Chendo, Gravesen o Raúl de turno. Por suerte el Torino fijó la vista en el crack madridista y éste siguió la estela de Víctor Muñoz o Gallego, que por aquel entonces jugaban en el Calcio. Para mí fue triste ver marcharse a mi jugador preferido del Madrid, y durante sus años en Italia intenté seguir sus evoluciones allí, en la medida de mis posibilidades.
Su experiencia transalpina fue un tanto agridulce, y en poco más de dos años estaba de vuelta en Chamartín, tras un breve paso por el Olympique de Marsella. El Madrid que se encontró a su vuelta distaba mucho del equipo campeón que abandonó en el 90. Los días gloriosos de la quinta quedaron atrás y el papel reservado a Martín Vázquez era el de secundario de lujo. Su primer partido en su nueva etapa fue contra el Athletic de Bilbao en el Bernabeu, saltó a la cancha con el mismo mostacho que lucía en Turín y con el 11 a la espalda. Parecía que todo había cambiado en esos tres años, todo menos mi admiración por el crack.
En su segunda etapa madridista Martín Vázquez vivió in situ la segunda liga perdida en Tenerife, la última Copa del Rey del Madrid y la liga de Valdano. En su último año en el equipo merengue se convirtió en suplente de lujo y vio como un joven Amavisca ocupaba su puesto, convirtiéndose en la revelación de la liga aquella temporada.
El Superdepor llamó a su puerta y Martín Vázquez aceptó el reto, uniéndose a otros tantos grandes que iban a Coruña a disfrutar de sus últimos minutos de gloria. La mala suerte se cebó con él y su rodilla, que ya no volvió a ser la misma tras pasar por el quirófano del doctor Guillen. Aquellas dos temporadas en Coruña se saldaron con sólo 17 partidos jugados y la sensación de que su retirada estaba próxima. El crack siguió disputando partidos importantes ... en la pantalla de mi ordenador: siempre fue un fijo en mis equipos del pcfutbol. A pesar de que cada año le ponían más lento, su calidad seguía intacta.
En el 98 Rafa se unió a Butragueño y Michel para rememorar los mejores días de la quinta en el "Cementerio de Elefantes" del Atlético Celaya. Tras la aventura mexicana todavía tuvo tiempo de probar suerte en la Bundesliga, enrolándose en el Karlsruher, en la que sería su última experiencia futbolística al máximo nivel y demostrando una vez más su espíritu cosmopolita.
Con la selección Martín Vázquez disputó 38 encuentros, incluyendo la Eurocopa del 88 y el Mundial de Italia. Estaba llamado a ser una de las estrellas del torneo mundialista, pero su inquietante salida del Madrid condicionó su rendimiento. El Martín Vázquez que se vio en Mundial tenía poco que ver con el crack que marcó 14 goles en la liga y dio tanta gloria al Madrid aquella temporada. El lampiño 10 de inspiración maradoniana dio paso a un barbudo 6 de aspecto fiero y que estaba sumido en un proceso de regeneración previa a su aventura en el Calcio.
Rafa siguió acudiendo con regularidad a la selección en sus años en Turín, vivió la decepcionante fase de clasificación para la Eurocopa 92 y cuando Clemente se hizo cargo del equipo, dejó de ser incluido en las convocatorias de la selección, al igual que el resto de sus compañeros de la Quinta. Por su trayectoria y calidad, Martín Vázquez merecía estar en el Mundial del 94, pero en aquella época los caprichos y simpatías del de Baracaldo primaban sobre el criterio futbolístico.
Hoy en día Martin Vazquez es uno de los comentaristas de la COPE y se le puede ver a menudo en los partidos de veteranos del Madrid. Su palmarés incluye 6 ligas, 2 copas y 2 UEFAs. En una ocasión Menotti dijo de él que tenía potencial para convertirse en el mejor futbolista del mundo. Tal vez su carrera pudo haber sido más gloriosa, pero lo que es indudable es que ha sido uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol español y mi primer ídolo futbolístico.
jueves, marzo 30, 2006
Tanto talento
Publicado por crooner79 en 9:22 p. m.
Etiquetas: fútbol, leyendas, Madrid C.F.
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1 comentario:
Te perdiste ese fútbol romántico y sútil de las 5 ligas, que hoy ya no existe, y esas noches míticas de Copa de Europa, como contra el Napolés, Estrella Roja, Oporto, Bayern Munich o PSV.
A ver si un día organizamos una pachanga futbolera de muchachos.
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