Estamos acostumbrados a que nos bombardeen con todo tipo de películas, series y libros en los que detectives, policías, miembros del FBI y demás sabuesos yankees desentrañan todo tipo de misterios y crímenes. Lo que es menos habitual es que los protagonistas sean miembros de la Benemérita.
“La Reina sin espejo” es la cuarta novela de la pareja Bevilacqua y Chamorro, personajes originales de Lorenzo Silva. El getafense vuelve a demostrar que es uno de nuestros autores más en forma. Su habilidad para la escritura sencilla y el trazo firme de personajes esta fuera de toda duda.
El punto de partida de la novela es el asesinato de una de esas presentadoras mediáticas que tanto abundan en nuestro país. El sargento Vila y la cabo Chamorro se encargarán de la investigación del crimen y para ello se tendrán que desplazar a la Ciudad Condal.
Las nuevas tecnologías juegan un papel fundamental en la trama. Móviles y sistemas de mensajería por Internet son claves a la hora de localizar sospechosos. La conclusión inevitable que saca el lector es que con todos los avances en comunicaciones, hoy en día el rastro que deja cualquier persona es mucho más fácil de trazar que antaño.
Otra de las cosas que sorprenden es ver la supuesta coordinación entre los distintos cuerpos de seguridad. Guardia Civil, Policía Nacional y Mossos de Esquadra tienen que trabajar de la mano y en la nóvela se da a entender una armonía que dudo mucho que se dé en estos tiempos convulsos de crispación y Estatuts varios.
La imagen que se ofrece de Barcelona es la de una ciudad de inmensa riqueza cultural y complejidad extrema. Abundan las citas en catalán y la urbe se convierte en un personaje secundario más. La admiración del autor por la capital catalana y su cultura es más que evidente en todo momento.
El sargento Vila es el narrador y el personaje que articula toda la novela. Se trata de un tipo de vuelta de casi todo al que se le acaba cogiendo cariño. Los tintes melancólicos y el paternalismo le convierten en imprescindible. Su grandeza estriba en ser muy consciente de sus debilidades y no esforzarse en maquillarlas.
Después de ver “El Alquimista Impaciente” cada vez que en “La Reina sin Espejo” aparecía Virginia Chamorro, yo imaginaba a Ingrid Rubio en su pellejo. La mezcla de inocencia y sensualidad de la actriz catalana encajan como un guante con el personaje de la inquietante cabo Chamorro.
La tensión sexual no resuelta entre los protagonistas es casi imperceptible, se trata más una mezcla de admiración mutua y compañerismo. Son dos personas muy distintas pero complementarias, pertenecientes a generaciones lejanas que saben que se necesitan para llegar más allá y sobre todo para sobrevivir en un día a día lleno de crímenes y malhechores de toda ralea. Con esta novela se consolidan como una de esas parejas de compañeros que merece la pena revisitar una y otra vez.
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