martes, abril 14, 2009

Pito Caladero Barcelona


Mis pesquisas me llevaron de cabeza a la capital de la nación catalana. En esto del nacionalismo, como en tantas otras cosas, nunca he sido muy radical: mi opinión siempre ha dependido mucho de la mina que tuviera al lado y de cómo me cautivara su sonrisa.

Decidimos situar nuestro operativo a escasas cuadras de la playa de la Barceloneta, se rumoreaba que la fauna acuática del lugar incluía peces de tres y cuatro ojos, así que dejaría para mejor ocasión lo de darme un bañito y llegar nadando hasta la boya. Nuestro gancho para la "Operación Pantumaca" sería Pito, un afamado corresponsal de guerra, con múltiples conexiones en la órbita balontirística.

Desde que Juan de Dios Román aparecía cada miércoles en la tertulia mañanera de Gozalo en Radio Marca; se habían destapado unos cuantos escándalos de corrupción arbitral, trata de blancas y apaño de partidos en la división de honor de Balontiro. En esa misma tertulia también hablaba Ramón Trecet, al que Pito odiaba a muerte por sus crueles críticas al alaskeño Oleson. Todo esto fue suficiente para que el afamado y guapetón agente M.A. Caladero abandonara su trabajo tapadera como CTO en una afamada y corrupta empresa de estructuras termodinámicas.

Allí estaba yo y conmigo estaba Pito. Juntos habíamos pasado algunos veranos en Zamora, en aquellos campamentos de la SOLFA, en los que teníamos que compartir habitación con los alumnos de las SOLFAs catalanas (SOLFA Eixample y SOLFA Viladecans). Siempre envidiamos a nuestros alter egos catalanes, por compartir pupitre con gallinitas mucho más bellas que las que a nosotros nos tocaron en la calle Formentera y luego en Tajuñatalaz: se ve que en las SOLFAs catalanas no había barra libre de cafe con bollos y picatostes.

Lo que menos me gustaba de esos campamentos, es que me hacían levantarme a las ocho de la mañana: yo en vacaciones siempre he sido de dormir mucho y bien. Nuestro primer movimiento en Barna consistía en contactar con un par de seguidoras de la Penya, que respondían al sobrenombre de Krusties y con las que quedamos en vernos en un garito llamado Plataforma, a escasos metros de la mítica sala Bagdag. Nunca pensé que lo que ocurriría aquella noche cambiaría para siempre mi existencia y la de todos los que me rodeaban ...

Continuará

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajjaa, celebro la vuelta de mi infiltrado favorito Caladero. También festejo tus progresos con el "fotochop". Eres grande tío.
Un abrazako

Anónimo dijo...

Grande Davideeeee!

Tu inventiva no parece conocer límites...No veo el momento de seguir leyendo esta nueva ración de nuestra agente muchachesco favorito.

Ah, que tiempos aquellos de la SOLFA, cuando nos puteaban con madrugones sí, pero cuando bailabamos con bellas gallitas y nos hartábamos a jugar el basket, en el primer precedente sólido de nuestras tormentas de barro actuales en Adelfas.